Albert, personaje del Manga "Candy Candy", escribe un diario durante su convalescencia al lado de Candy. Ven y visita también el diario de Candy.
martes, febrero 27, 2007
Los Consejos de Mae
Sea como sea, se apuntó para comer con nosotros este Sábado. Él mismo quiere ir a buscar a Candy, pero me opuse, argumentando que yo vivo más cerca de ella. James ni siquiera sabía que vivo en Lakewood. Pensará que nuestra familia no está nada unida.
Desesperado, fui a buscar a Mae para pedirle consejo y de paso para hacerle saber nuestros planes. Ella me invitó a tomar el té en casa de su tía. ¡Cómo me hacía falta un oído amigo! Antes tenía a Candy, pero a raíz de mi idiotez ya no tengo su confianza. Fue hermoso poder contarle a Mae todo lo que me ocurría y saber que ella no me juzga, como harían otros menos comprensivos que ella.
- Déjame ver si te entiendo. ¿Dices que terminaste por enamorarte de tu pupila?
- Sí, no te burles.
- William, no me burlo. Yo me daba cuenta de que le tenías un cariño muy especial, un cariño con el que yo no era capaz de competir.
- ¿Me vas a reclamar ahora el que hayamos terminado?
- ¡Por supuesto que no! No te lo había dicho, pero me hiciste un favor. Después de tu partida conocí a un médico sudafricano con el que estoy comprometida. Si regresé a América es porque la situación en África es bastante inestable. Ya vendrá él a alcanzarme más tarde.
Yo estaba anonadado al oír todo esto.
- Mae, admito que me sorprendes, pero a la vez te felicito. Me da gusto que estés enamorada y seas correspondida. Yo, en cambio, me he metido en un lío enorme y no veo cómo salir de él.
- Pues podrías empezar explicándole al Señor Cuthbert que Candy para tí no es una hermana, sino una amiga muy querida. Y también deberías disculparte con Candy por no haberla presentado debidamente.
- ¿A qué te refieres? la presenté como "Candice Andrew".
- Ahí te equivocas William. Podías haber aclarado que era una amiga tuya. Pero como fuiste tan impreciso, James Cuthbert asumió lo obvio y decidió buscar la amistad de Candy. ¿Nunca le has preguntado a Candy si desea conservar tu apellido? Mientras no aclares estas cosas, no veo cómo puedas cortejarla. Y lo que menos debes hacer es alejarle los moscardones. Candy no es de tu propiedad, y puede ser que el Señor Cuthbert le resulte simpático.
Estaba yo asustado al oír todo esto, pero es verdad que nunca había consultado con Candy acerca de su papel dentro de la familia Andrew.
- Mae, ¿qué me aconsejas? Este fin de semana iré por Candy al Hogar de Pony y apenas tendremos tiempo de hablar en el trayecto, pues una vez que ella esté aquí tendremos que lidiar con el entrometido de Cuthbert.
-Tu no te preocupes, ya lo distraeré yo. Lo importante es que cuando veas a Candy te disculpes con ella y le preguntes cómo prefiere ella que la presentes a los demás.
- Pues ya le dijo a James que yo soy su hermano adoptivo.
- No asumas nada. Si Candy fue tan ambigua como tú es probable que él se haya imaginado lo de "hermanos adoptivos". Venga, no te desanimes, y piensa bien lo que vamos a hacer este fin de semana. Te prometo que haré todo lo posible por distraerlo de tu pupila, si crees que eso ayuda en algo.
Que bueno es contar con una amiga como Mae. Puedo decir que hablar con ella me dejó un poco más tranquilo, pero sólo un poco...
jueves, febrero 22, 2007
James Cuthbert
A veces George me desespera. Hoy me comentó que ayer un mensajero entregó una carta personal para Candy en la residencia Andrew, y que él se ofreció a llevarla al Hogar de Pony. Me dijo también que a su regreso trajo una carta para Annie, y yo, estúpidamente, asumí que quien le había escrito a Candy era Annie. Como si Annie no supiera bien que Candy se mantiene tan lejos como puede de la residencia Andrew.
En fin, que la dichosa carta no fue enviada por Annie, por supuesto, sino por el imbécil de James Cuthbert, quien hoy vino a discutir una vez más sobre los riesgos de invertir en Arabia en estos momentos. Lo primero que hizo fue preguntarme por mi hermana, y al ver que no entendía de qué me hablaba, me explicó que le había enviado una nota ayer a Candice.
La culpa es mía por no aclarar mi relación con Candy cuando los presenté, pero como me tomó totalmente de sorpresa tampoco se me ocurrió qué decirle. Apenas le expliqué que Candy trabajaba como enfermera en un orfanatorio fuera de la ciudad. En lugar de aclarar nuestro inexistente parentezco, terminé por darle las señas del Hogar de Pony de mala gana.
¡Cómo soy estúpido! ¿Qué pensará Candy cuando James se presente sin avisar? Garrapateé una nota y le ordené a George que se la llevara de inmediato. No fui muy amable con él, pero es que debió aclarar que la nota para Candy no la había escrito Annie.
Mi nota decía lo siguiente:
"Candy, hoy el Señor James Cuthbert me dijo que te había escrito ayer porque deseaba conocerte mejor. Sin pensarlo bien, le expliqué dónde vivías y es muy posible que vaya a verte. Espero no haber cometido una indiscresión. Tengo ganas de verte yo también. ¿Quieres venir conmigo este fin de semana? Podríamos enseñarle la ciudad a Mae".
Como la escribí de prisa, no pensé bien en lo que ponía, y ahora me arrepiento de no haber sido más amigable y, sobretodo, de no disculparme por no presentarla debidamente aquél día.
lunes, febrero 19, 2007
Pesadilla
-¿Por qué dices que a la larga volverás a Chicago?
- Es mi destino.
- No existe el destino, excepto el que uno escoge. Si tú quisieras, podrías vivir en cualquier otro sitio del mundo. Podrías quedarte aquí y volverte granjero, y nunca más preocuparte por tu familia.
- No entiendes nada.
- Porque no me explicas nada.
Granjero yo, en Rhodesia. Explotando a los nativos y tolerando las injusticias que el gobierno británico les imponía... eso nunca. Pero en vez de decirle a Mae lo que yo pensaba, guardaba silencio. Siempre fue así, incluso cuando nos despedimos.
- ... pero si no es nada tuyo, ni tu hija ni tu hermana. ¿No puede buscarla alguien más?
- ¿No ves que no tiene a nadie? ¿Qué va a ser de ella?
- Ya tiene quince años. Si no sabe ser agradecida contigo no veo por qué tienes que ir a rogarle que regrese a estudiar. ¿Qué no te das cuenta de que es un capricho de adolescente?
- No hables así, Candy no es ni malagradecida ni caprichosa...
- Pues que lo demuestre. Que ella misma te explique su comportamiento.
- Mae... no puedo hablar contigo ahora. Tengo que irme cuanto antes.
¿Por qué no trataba nunca de hablar con ella? Me desesperaban sus ideas preconcebidas, pero no hacía nada por justificar mi comportamiento. Traté de hablar con Mae una vez más justo antes de irme. No deseaba perderla, pero era incapaz de justificar mi partida. Aún recuerdo lo último que nos dijimos.
- ¿Te vas ya?
- Sí, ya tengo todo listo. Sólo vine a despedirme y pedirte que por lo menos me dejes seguir siendo tu amigo.
- ¿Amigos?¿Es decir que hasta ahora sólo hemos sido amigos?
- Sabes lo que quiero decir.
- Sí lo sé muy bien William. Incluso mejor que tú.
- Te escribiré.
- Véte ya y no hagas promesas que sabes que no vas a cumplir.
Me fui convencido de que iba a demostrarle que sí sabía cumplir mis promesas, pero es verdad que nunca le escribí. Tuvo que ser ella quien lo hiciera.
domingo, febrero 18, 2007
Un Carácter Impredecible
Ayer se comportó de manera muy poco común en ella. No entiendo nada, por la mañana, cuando recién nos encontramos, Candy era la misma de siempre, efusiva y alegre. Cinco minutos más tarde se veía melancólica; en el zoológico me comenzó a hablar con un tono de preocupación, luego demasiado reservada o tímida en la confitería... luego misteriosa y por último... enojada, hasta agresiva conmigo, diría.
¿Querrá alejarse de mí? De otra manera no veo por qué inició esa misteriosa conversaciónen el zoológico sobre "ser una molestia para mí". Pero entonces, ¿por qué se mostró feliz de verme, por qué eligió visitarme? ¿Y por qué se comportó así con Mae? ¿Qué tiene ella que ver con lo tonto que yo haya sido en los últimos tiempos o lo mal que haya manejado las cosas? Ayer pude notar que a Candy le sorprendía la familiaridad con la que Mae y yo nos hablábamos. Quizás también le resulte curioso que tengan personalidades bastante similares, la misma vocacióny hasta un ligero parecido físico. Si alguien debería haberle caído muy bien de primera, esa debería haber sido Mae. Ambas son espontáneas, trabajadoras, llenas de vida y simpáticas. Bueno, al menos Mae. Candy no fue precisamente muy simpática ayer.
Mae, por su parte, no es ninguna tonta. Si bien nunca le hablé de Candy sino como de una hermana, es claro que ya en África había sospechado que en el fondo Candy ocupaba y ocuparía un lugar en mi corazón mucho más grande que el que yo mismo reconocía.
Candy, te amo... Siempre has sido dulce y comprensiva, ¿por qué ahora no logras perdonarme? Si he pecado de algo es en quererte, eso no puede ser así tan malo, tan ofensivo para tí... ¿o sí?
Todo esto me deprime tanto. Desde hace unos días había renacido la esperanza en mí de que algún día me amara. Ahora esa posibilidad me parece más lejana que nunca. ¿Será que aunque se me parta el corazón, tengo que empezar a resignarme a seguir con mi vida sin que ésta gire en torno a Candy?
Por Elena
sábado, febrero 17, 2007
Encuentros Inesperados
Terminé bastante temprano con todo el trabajo pendiente y ya me disponía apartir de regreso a Lakewood ¡cuando me topé con Candy en la calle, a punto de entrar a la oficina! Me contó que decidió venir a Chicago porque ya ni sabía cuántas cartas había recibido del Dr. Martin
reclamando que lo fuera a visitar. Además había querido aprovechar la ocasión para
encontrarse con Annie y que ésta le ayudara a conseguir telas para ropa de los niños del Hogar. Pensó que de paso podría visitarme.
Su amplia sonrisa, la forma en que saltó a mis brazos y, sobretodo, la forma en que me dijo, en voz muy baja, casi un susurro, que me había extrañado, me llenaron de dicha y esperanza. Por miedo a meter la pata otra vez de alguna manera, sólo susurré "yo también, princesa".
Ella me miró con sus ojitos brillantes, me daban ganas de apretarla otra vez contra mí y comerla a besos, pero justo entonces se nos acercó el grupo de caballeros con los que había cerrado un trato unos momentos antes. Me ví obligado a presentarles a Candy, sobretodo porque era obvio que morían de curiosidad por saber quién era esa chica a quién saludé tan efusivamente (siempre olvido que ahora la gente presta atención a todo lo que haga, qué fastidio).
Por un instante dudé sobre cómo presentar a Candy. Muchos se sorprenderían al ver que mi "pupila" es toda una mujercita apenas más joven que yo. Además, prefiero no referirme así a Candy estando ella presente. Temo que el sólo hecho de usar esas palabras le recuerde que soy su "Tío William" y que le cueste verme sencillamente como su amigo Albert. Así que simplemente dije: "Oh, les presento a la Srita. Candice Andrew". Todavía se estarán preguntando qué grado de parentesco hay entre nosotros.
James Cuthbert la miraba de arriba a abajo. No lo culpo. Candy se veía realmente hermosa.
Candy es toda una mujer, ¡y lamentablemente no soy el único que lo nota! Me siento tonto, pero me da celos el sólo pensar que la miren así.
Finalmente se marcharon y le sugerí a Candy dar una vuelta por el zoológico antes de llevarla de regreso al Hogar de Pony. Candy estaba muy callada, con una timidez no habitual en ella. No tengo idea de qué pasó, me pregunto si sintió la insistente mirada del tonto de James Cuthbert. Durante el trayecto apenas dijo nada.
Sólo cuando ya estábamos sentados en un banco disfrutando la cálida tarde, por fin abrió la boca, aunque no me miraba. Comenzó a hablar precipitadamente, disculpándose por haber irrumpido si previo aviso en la oficina, diciendo que no quería causarme problemas...
No entendí nada y ya le iba a explicar que ella podía ir a verme cuando quisiera y que para mí era hermoso poder pasar un tiempo con ella... pero otra vez nos interrumpieron.
- ¡William querido!! ¡Caramba, qué sorpresa! No, qué digo, pero si es lógico que estuvieras aquí y que de todos los lugares, nos encontráramos en éste precisamente! Qué bien que por fin nos vemos!
¡Mae! Era la voz de Mae! ¡Qué alegría! Nos dimos un fuerte abrazo, sólo al verla de nuevo caí en cuenta de cuánto la había extrañado. Sigue tan sonriente y llena de vida como siempre, noha cambiado ni un ápice desde la última vez que nos vimos salvo que esta vez llevaba un elegante vestido y su abundante cabello rojizo en un moño, y no cayendo en ondas traviesas, como antes. Las pocas pecas que el sol africano dejó en sus mejillas, su franca sonrisa y lo pícaro de su mirada hacen que siga pareciéndose a Candy. Quise presentarlas y contarle a Candy que era ella de quien le había hablado en mis cartas, ella quien sin querer habia jugado un rol tan importante en el descubrimiento de su vocación como enfermera. Mae quiso acercarse a Candy para saludarla y se enredó con la falda de su propio vestido. No pude evitar largar una carcajada: todavía se maneja torpemente con los coquetos, largos y complicados vestidos que las damas llevan en Chicago.
Ella aparentó fastidio y me reprochó: ¿acaso no me crees capaz de lucir como una dama?", siguiéndole el juego aparenté estar preocupado por haberla ofendido y le comenté que en realidad sí se veía muy elegante y realmente bonita, solo que un tantito torpe y entonces ya no aguantamos otra carcajada y ella misma señaló:"Ni modo, tienes razón, aunque la vistan de seda, la mona, mona queda!" ¡Qué chica tan alegre y linda!
Finalmente le presenté a "Candice", entonces Mae abrió bien grande sus ojos miel, le dirigió una amigable sonrisa a Candy para enseguida volver la mirada amí, guiñarme un ojo y agregar ya de nuevo mirando a Candy: "¡Cielos! Por finconozco a la famosa Candice! Pero si no tienes nada de la chiquilla que me había imaginado". Candy se ruborizó, sorprendida por la confianza con la que Mae lehabló, pero no fue la única, yo también me puse nervioso.
Nos dirigimos a una confitería, donde Mae nos contó que adelantó su llegada a Chicago sin haber recibido mi carta, y que cuando quiso localizarme y George ledijo que había partido temprano del trabajo, sospechó que podía tener suerte buscándome en el zoológico.
Candy dio un brinco al escuchar este último comentario, y se sumió aún más en sus pensamientos, melancólica. ¿Será por lo que sea que estaba a punto de comentarme cuando llegó Mae? Lamentablemente no podía preguntarle estando Mae con nosotros.
Mae obviamente se moría de ganas de conocer mejor a Candy, sobretodo al enterarse de que ella me había cuidado cuando perdí la memoria. Estaba muy impresionada por el hecho de que Candy se hubiese costeado sus propios estudios sin ayuda de nadie, y más le impresionaba que hubiese estado dispuesta a renunciar a su trabajo para seguir cuidándome. Era evidente que Candy estaba incómoda, y en un momento tuve que darle un ligero pisotón a Mae por debajo dela mesa, esperando que comprendiera que quería que fuera más discreta. Mae dio un brinco, pero avispada como siempre, en seguida comprendió lo que ocurría, me hizo un guiño y llevó la conversación a terrenos más "seguros".
Candy apenas habló, dando respuestas extremadamente escuetas aquí y allí. Se hacía tarde, y aún debía conducirla hasta el Hogar, así que acompañamos a Mae hasta la casa de su tía - donde vivirá mientras se quede en Chicago - y seguimos caminando.
Pasaban los minutos y los kilómetros y Candy seguía sumida en un profundo silencio. Quise romper una vez más el hielo y comencé a explicarle un poco mejor algunos detalles de mi vida
en África.
Le comenté que Mae era una chica excelente con un corazón de oro en quien cualquiera podía confiar. Le dije que ya tendrían muchas oportunidades de hablarcon más calma y que entonces se podrían conocer mejor y volverse grandes amigas.
Fue entonces que Candy se volteó bruscamente hacia mí. Con un tono muy poco amigable me dijo "¡Ya basta, Albert! Esa chica me dejó aturdida ya demás, ¿qué no ves que estoy cansada? Fue un día muy largo, sólo quiero llegar a casa y dormir".
Me quedé mudo. Nunca me miró así o habló en la cara con ese tono. ¡Candy no es así, de humor cambiante o antipática! ¿Será que en el fondo no ha olvidado o no puede sentirse igual conmigo luego del incidente del beso, mi ausencia, mi carta y todo ese malentendido?
Candy durmió el resto del viaje y despertó sólo cuando detuve el motor del autoal llegar al Hogar, apenas me dijo "gracias por traerme", me saludó rápida yfríamente y salió corriendo hacia la puerta del Hogar. No me invitó a pasar, nime pidió ayuda para llevar los paquetes. Me sentí profundamente desilusionado.
Contribuido por Elena
viernes, febrero 16, 2007
Domingo
De pronto, y sin que yo me lo esperara, Candy habló de mi noviazgo con Mae. ¿Será que me lee la mente? Le conté todo, incluso que terminamos cuando ella escapó del Colegio San Pablo, y que Mae no estaba de acuerdo en que yo la fuera a buscar. Soy un idiota. Debí decirle desde un principio que Mae fue mi novia. ¿Qué mas da? Al fin y al cabo ahora sólo somos amigos. En cambio no debí decirle que ella fue la causa de que Mae y yo termináramos. Creo que eso la puso triste. Hablamos de otras cosas, pero Candy no se animaba.
Cuando llegamos al Hogar de Pony se hizo el silencio. Le di las gracias por haber venido. Ella no dijo nada, tan sólo me dirigió una de esas miradas dulces que tanto me amargan la vida, porque me hacen desearla más que nunca. "No me mires así, Candy, o terminaré por besarte otra vez" me dije en voz baja.
Bajó del coche y se despidió. Me quedé afuera hasta que ella entró al Hogar, esperando que me mirase otra vez, pero no lo hizo.
jueves, febrero 15, 2007
Sábado
La tía Elroy va a estar muy sola sin los Leegan, yo creo que por eso quiere atraer a Candy otra vez. Pero tras tantas dificultades entre ellas, no va a ser fácil que sean amigas. Mi tía se disculpó después de la cena y no nos quiso acompañar a pasear por el lago. Archie y yo estuvimos hablando del inminente regreso de sus padres, quienes ya no desean vivir en Arabia. A Archie le va a ser difícil acostumbrarse a vivir con ellos otra vez.
Le pedí a Candy que se quedara con Archie y conmigo en la mansión Andrew, pero prefirió pasar esta noche en casa de los Brighten con Patty y con Annie.
Candy tiene derecho a quedarse en la mansión Andrew cuando quiera, y yo tenía ganas de insistir en ello, pero de nuevo temo que me malinterprete. Si no quiso quedarse con nosotros es probablemente porque no se lleva bien con la tía Elroy, aunque algo me dice que tal vez quiera evitar el contacto conmigo. ¡Si tan sólo me hablara claro!
miércoles, febrero 14, 2007
Candy y Mae
Salí temprano de Chicago para poder ir hasta el Hogar de Pony y contarle a Candy sobre Mae. Después de lo ocurrido, no deseo imponerle mi presencia, pero no me pareció una mala excusa para verla otra vez.
Me recibió muy alegre, si bien la noté nerviosa. Me invitó a tomar té y acepté. Le comenté sobre Mae, para saber también si se interesa por conocerla, y parece ser que así es. Me hizo algunas preguntas, pero me descontroló cuando quiso saber si Mae había tenido novio en África. Le contensté cualquier cosa sin ser muy preciso, pero ahora me arrepiento por no decirle la verdad. Sin tener aún una respuesta de Mae no nos podremos poner de acuerdo, pero mientras tanto no me pareció mal vernos este fin de semana. Le dije que podíamos ir de paseo por Chicago y ella aceptó de inmediato.
¡Qué bien! ¡Un fin de semana con Candy! Volví a casa montado en una nube.
lunes, febrero 12, 2007
Special Entry
http://translate.google.com
It does a good job of recognizing special signs and conjugated verbs, even reflexive ones, with very few exceptions. Still, it is unable to use context to realize whether the direct object is male or female, and constantly substitutes with the pronoun "it" without using "him" or "her". It tends to use the pronoun "he" for both male and female. I guess this happens with all translation tools and one has to learn to live with it. If unsure about the meaning of a word, it offers two choices, which is quite nice.
http://babelfish.altavista.com/
This is the same technology that Yahoo uses. It is better than Google in recognizing conjugated forms and also offers choices for ambiguous words.
http://webtranslation.imtranslator.net/
Not bad, comparable in quality to Google or Babelfish, but it has an ugly interface.
http://www.appliedlanguage.com
Not bad, either. I can hardly tell the difference between the results from this tool and those from Babelfish, except that It does seem to have a slightly wider vocabulary.
http://freetranslation.com
It doesn't even recognize special characters. Any Spanish word that includes them is not translated and, even worse, weird charachters are included, so even if you knew a little Spanish it would be very confusing.
http://www2.worldlingo.com/
So far the best translation tool. The pronouns still have the wrong sex, but all conjugated verbs are recognized and in general the translation makes sense. I recommend it over the other tools.
Please keep in mind that the only type of translation was from Spanish to English. Results may vary when translating into different languages.
That's it, I hope you enjoy the entries. Feel free to leave a comment or email me.
Una carta inesperada
Mi relación con Mae en África fue muy breve, pero creo que éramos felices. No supe abrirme y hacerle saber todas mis preocupaciones y obligaciones, y en cambio le reproché su falta de comprensión. ¿Cómo iba a comprenderme, si yo mismo no estaba dispuesto a explicar lo que me sucedía?
Nuestro error, según ella escribe, no fue el no saber comunicarnos, sino el haber pensado que donde sólo había amistad podía haber algo más. ¿Será verdad? Trato de recordar cómo me sentía a su lado en África, y termino otra vez pensando en Candy. Tal vez sea cierto que nunca estuve enamorado de Mae. Pero, ¿quién dice que de la amistad no puede surgir el amor? Estoy seguro de que lo que siento por Candy es amor, independientemente de nuestra amistad. Eso sí, me temo que ella no sentirá nunca amor por mí.
¡Candy! Ahora que recuerdo, mis cartas desde África, en las que le hablaba de Mae, la motivaron a estudiar enfermería. Ese dato tengo que compartirlo con Mae. Quiero que sepa que ella fue fuente de inspiración para mi pupila. También quiero que vea todo lo que Candy logró por su propio pie y sin ayuda de nadie.
sábado, febrero 10, 2007
Amigos de nuevo
-Albert, ¿qué es lo que te ocurre? Parece que ya no sabes conducir.-decía.
-Lo que me ocurre, precisamente, es que me has hecho perder la concentración.
Ella no dejaba de reír y poco a poco fui riendo yo también por mi distracción. Cuando por fin logramos sacar el coche al camino otra vez le pregunté a dónde se dirigía.
-Bueno, como ya te habrás imaginado, iba precisamente a verte.... ¿ibas a visiterme tú también?
-Por supuesto, Candy. ¿Creías que iba a ignorar tu nota de ayer?
Ella bajó la mirada y se sonrojó.
-Bueno, la verdad es que no pensé bien las cosas al escribirla. Me arrepentí de haberla enviado y por ello iba a buscarte, para decirte que no es verdad que ya no te considero mi amigo.
Al oír esas palabras, mi corazón se agitó y la tomé de las manos.
-Candy, - le dije- cuando te besé fue por impulso, lo reconozco. Pero también algo en ese instante me hizo pensar que me correspondías..... tu silencio en cambio me obligó a comprobar que no era así, y que te había malinterpretado. Tienes razón, debí decirte todo esto de frente, pero estaba muy avergonzado y confundido. No sé por qué pensé sería mejor plasmarlo todo en papel.
Candy seguía sin levantar la mirada, tan sólo asintió y se aclaró un poco la garganta.
- Albert, ese día yo estaba feliz de volver a casa y estar con mis amigos y maestras. También me sentí muy triste por haber perdido a Stear y a Anthony..... cuando me repetiste las mismas palabras que el príncipe de la colina fueron demasiadas emociones para mí. Tras tantos años de convencerme de que no eras más que una fantasía de niña, descubrí que ese muchacho con quien yo soñaba eres tú, mi amigo de carne y hueso... sólo quise comprobar que de verdad eras tú. No te estaba pidiendo un beso.
- Eso lo sé ahora Candy, y admito que fui un idiota. No sólo por besarte sino por no hablar sobre ello contigo.
Era muy triste para mí escuchar de su propia boca que ella no habría deseado besarme ese día. Pero a la vez me alegraba de poder hablar las cosas con ella, y mi miedo a meter la pata otra vez me hizo proceder con prudencia.
- Candy, ¿quieres seguir siendo mi amiga, como hasta ahora?
Ella finalmente levantó la mirada, pero aún procedía con timidez.
-Por supuesto Albert. Perdóname por enviarte esa nota. Siempre serás mi mejor amigo.
-Perdóname tú, Candy, por ser tan irreflexivo.
De repente, y sin que yo me lo esperara, Candy me abrazó. Fue hermoso sentir el contacto físico con ella otra vez... no me había dado cuenta lo mucho que me faltaba. Fue un abrazo breve, y cuando nos separamos, por un instante creí ver en su mirada algo más que amistad, pero no la besé. ¿Se dará cuenta Candy de la forma en que me mira? ¿O será que yo me engaño a mi mísmo, y creo ver señales inexistentes? Tras unos segundos, ambos bajamos la mirada.
-Seguiremos siendo amigos entonces.
-Sí, como siempre, buenos amigos.
-¿Quieres que te lleve de regreso al Hogar de Pony?
-Te lo agradecería mucho.
Durante el trayecto le hablé de los problemas familiares y de la situación de las empresas. Sé que es un tema que no le interesa, pero consideré necesario hacerle saber qué es lo que me tiene tan ocupado. Además, ¿qué se le dice a una chica a quien uno acaba de declarale su amor si ella no le corresponde? De algo había que hablar, y al fin y al cabo ella va a ser mi heredera, y debe estar al tanto de estas cosas. Candy me escuchaba pero estaba distraída. En cuanto llegamos al hogar de Pony ella bajó del auto de un salto, se alejó unos pasos y se volteó hacia mí.
-¡Gracias por todo Albert!- me dijo, agitando una mano.
-Gracias a ti, Candy.-dije devolviéndole el saludo.
Pasé el resto del día en Chicago. Estoy más tranquilo, ahora que sé que Candy aún es mi amiga. Lo único que me inquieta es que aún no acabo de entender a Candy. Por un lado, me parece que ella también podría quererme, pero por otro lado, no dijo nada al respecto.
viernes, febrero 09, 2007
La carta de Candy
Albert,
No sé por qué piensas que puedes aclarar las cosas por medio de cartas sin venir a verme personalmente. Sé que estas muy ocupado, por lo que me dicen Annie y Archie, pero creo que si de verdad este asunto te pareciera tan importante ya habrías venido en persona. Tu misiva, tan ambigua, no hizo más que herirme y confundirme. Me decepcionaste Albert. No te reconozco, y no sé si puedo volver a ver en ti al amigo que tuve siempre. Lamento mucho que tengas pocas amistades, pero piensa que tal vez el problema sea que no sabes conservarlas.
Ni siquiera se molestó en firmarla. Nunca sentí a Candy tan dura, y lo que dice me hiere en el alma. Es verdad que tengo pocos amigos. ¿Será de verdad por culpa mía? Este asunto me ha hecho pensar en Mae de nuevo. Aún ahora no sé hasta qué punto la quise más como amiga que como novia. No he vuelto a saber de ella, pero supongo que seguirá en África, o quizás haya vuelto a América a causa de la guerra. ¿Podríamos ser amigos, después de mi partida precipitada? Creo que no. Ella nunca entendió mis responsabilidades, y yo nunca tuve el ánimo de explicarle nada. Pues es verdad, no sé conservar a mis amistades. Candy, ¿por qué no me enseñas cómo?
Ahora sé que enviarle una carta en lugar de ir a verla fue un error irreparable. Me veo como lo que soy: un gusano cobarde, infantil y estúpido. ¡Caramba, soy un hombre y me comporté como niño! Pero lo que mas me dolió no fue mi orgullo, sino cuando leí que se sentia decepcionada por mí: sentí que ya había perdido esa amistad hermosa y espontánea que teníamos... y a la vez senti morir toda ilusión cuando lei que no reconocía en mi al "amigo" de siempre.
"Amigo". No dijo "Albert" ni usó ningún término mas cariñoso. Solo "amigo", y ni siquiera dijo que lo fuéramos, mas bien que no me reconocía como tal en la carta que le envié.
Menos mal que tengo copia de esa carta. La leo y la releo y sigo sin entender por qué Candy la encuentra ambigua. ¿Acaso no me disculpé por mi acto irreflexivo de besarla? ¿No le aclaré mis sentimientos por ella? ¿No soy sincero al decir que quiero seguir siendo su amigo? ¿Dónde está la ambigüedad?
Es evidente que no vemos las cosas de la misma manera. Pero siento que lo arruiné todo. Fui demasiado impulsivo y encima arruiné la oportunidad de remediar un poco el estropicio que causé al no controlar mi deseo por ella. Me siento realmente miserable y totalmente perdido. Estoy furioso conmigo mismo.
Salí a cabalgar bien entrada la noche, necesitaba despejar mi cabeza, pero no hubo caso, en todo momento seguia pensando en Candy y sintiendo un nudo en la garganta.
No puedo dejar esto así. No puedo hacer que me ame, menos habiendo apresurado
las cosas. No puedo deshacer lo hecho... pero tengo que recuperarla como amigo al menos. No puedo vivir sin Candy. Realmente siento que no podría.
Estoy agotado, solo quiero dormir para no pensar en nada, pero espero que mañana, mas descansado, se me ocurra qué decirle y que hacer cuando vaya a verla al Hogar de Pony.
Porque no me puedo quedar aqui sin hacer nada. Tengo que ir a verla y hablar con ella cuanto antes. Eso, o toda posibilidad de tenerla cerca en mi vida, aunque sea solo como amiga, estará perdida.
Por Elena y Pioggia.
miércoles, febrero 07, 2007
La guerra y los Andrew
Hojeando este diario, me doy cuenta de lo mucho que he cambiado desde que lo inicié. No sólo porque en aquél entonces yo ignoraba mi pasado, sino porque no tenía tantas responsabilidades y preocupaciones. Recuerdo la desesperación que sentía al no recordar quien era, y ahora me parece que no disfruté debidamente de esos momentos de ignorancia.
De momento la familia entera se vuelve a mí buscando consejo. Mi tía ya no puede llevar la batuta como antes, pues la muerte de Stear la ha hecho envejecer aún más. Y yo no tengo la experiencia suficiente para saber qué puede ser lo más conveniente, sobretodo en estos tiempos de guerra e incertidumbre. Sudáfrica ha enviado tropas a los territorios alemanes en África de Oeste. Varios de los amigos que tuve cuando estuve ahí fueron reclutados. En Arabia, independientemente de la guerra en Europa, el rey está conquistando cada vez más territorios e imponiendo la ley islámica. Los padres de Archie desean volver a América, pero es mal momento para abandonar los negocios de la zona: la guerra hará que aumente aún más la demanda de petróleo. De hecho, los ingleses han ocupado la Mesopotamia precisamente para asegurarse de su propio suministro. Me duele pensar en todos nuestros empleados en Arabia. Y más me pesa saber que el futuro de mi familia en todos los aspectos está en mis manos.
Lo más asqueroso de todo esto es que la guerra nos está haciendo aún más ricos de lo que ya éramos. El hundimiento del Lusitania fue una simple advertencia para los hombres de negocios de Estados Unidos, pero muchos inocentes perdieron la vida. La versión oficial sigue siendo que se trataba sólo de un barco de pasajeros y que los alemanes cometieron un error.
Y yo, leyendo y releyendo todo esto, trato de conservar la cabeza fría para decidir qué es lo mejor para nuestros accionistas, nuestros empleados y para toda la familia, sin contar con el consejo o el apoyo de nadie. Quisiera que Candy regresara conmigo a Lakewood. En realidad, quisiera huir con ella y desaparecer no sé dónde. Me conformaría con poder conversar con ella como antes, cuando yo era un don nadie y ella mi enfermera. Necesito verla y tratar de recuperar nuestra amistad, pero no sé por dónde empezar.
lunes, febrero 05, 2007
Sin respuesta
George volvió sin noticas de Candy, y la verdad no sé por qué me sorprende. ¿Qué esperaba, que ella escribiera una respuesta de inmediato? Imposible. Sobretodo considerando mi cobardía al no ir personalmente a verla. Supongo que me enviará una carta tarde o temprano. Hasta entonces, no sé cómo lograré seguir la rutina de todos los días. Cada vez pierdo más tiempo en Chicago y llego más tarde a Lakewood. No sé que me asusta más: volver a Lakewood, donde abundan los recuerdos de Candy, o quedarme en Chicago, sumido en problemas familiares. Corren rumores de que América se unirá a la guerra y mis hermanas temen por sus hijos. Yo mismo podría ser reclutado. Hablan de irnos a Sudáfrica o Arabia, pero sólo pienso en que tengo el corazón enganchado en la Colina de Pony.
Debería ir a ver a Candy. O escribirle otra carta. No puedo quedarme sin hacer nada.