martes, noviembre 30, 2010

Primer paso

Esta mañana muy temprano pasé al Hogar de Pony. Desde lejos vi a Candy en el zaguán. Seguramente los ladridos de Mina le advirtieron sobre mi llegada. Yo sólo quería  darle el recado de Annie sobre ir al teatro pero pronto me di cuenta de que algo pasaba, pues con Candy vinieron a saludarme tanto la hermana María como la Señorita Pony, ambas con cara de funeral.

Me reprocharon el haber venido ayer sin pasar a verlas siquiera, e insistieron en hablar conmigo. Candy estaba sonrojadísima y sospecho que yo también. Mientras tomábamos el té me explicaron que Candy había hablado ya con ellas, lo cual me causó bastante alivio, pero aunque la hermana María me miraba con benevolencia, sentí a la Señorita Pony un poco áspera. Ella no quiere que le haga la corte a Candy mientras siga siendo legalmente su tutor. Yo no tengo nada que decir, la decisión es de Candy y así lo dije. La conversación se volcó entonces sobre Candy, tratando de hacerle ver que anular la adopción es la  mejor ruta a seguir. No veo por qué corre tanta prisa, pero la Señorita Pony tiene miedo de las malas lenguas.

Yo no traté de cambiar la opinión de Candy, y le dejé claro que iba a hacer lo que ella quisiera. Creo que Candy entenderá bien pronto que un nombre no significa nada, y que yo nunca la dejaría desamparada. Cambié de tema mencionando la invitación de Annie. Me soprende que con todo lo que ha ocurrido las madres de Candy aún nos tengan confianza y le permitan venir a Chicago conmigo. Eso sí, insistieron que Candy no debe hospedarse nunca más en la residencia de los Andrew, mucho menos en Lakewood. A Candy eso no le importa, pues muere de ganas de estar con Annie y está feliz de hospedarse con los Brighten y no con mi tía.

Cuando por fin me fui era tardísimo y las lecciones de los niños se habían retrasado. Yo, por supuesto, tuve que quedarme en Chicago hasta tarde para compensar la mañana perdida.

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