viernes, mayo 26, 2006

Completando frases

Estoy tan acostumbrado a oír las historias que Candy me cuenta, que ya me las sé todas de memoria. Aún así, no me canso de escucharla, ni siquiera cuando habla de Terry. Conozco la historia completa y con lujo de detalle, desde que se conocieron en la cubierta del barco hacia Inglaterra, hasta que se volvieron a ver en América, cuando apenas alcanzaron a despedirse desde lejos mientras el tren de él partía de Chicago. Hoy, una vez más, Candy volvió a hablar de lo mismo, y se sorprendió al ver que soy capaz de completar las frases que ella comienza.

Pero en esta ocasión aprendí algo nuevo: que Anthony no fue su primer amor. He escuchado las historias de Anthony y Terry hasta el cansancio, pero hoy me contó de un chico que apareció una vez cerca del orfanatorio, en la colina de Pony. Él vestía atuendo escocés y tocó la gaita para Candy, haciéndola reír. Candy nunca lo volvió a ver, pero conserva un broche que él dejó atrás, y lo llama su "Príncipe de la Colina".

De nuevo las gaitas... no por nada Candy se fijó en Anthony, quien además de tocar la gaita se parecía al "príncipe" en cuestión. Me gusta bromear con Candy y su obsesión con la nobleza. Primero el príncipe, y ahora el hijo del duque de Grandchester... Candy ríe conmigo, es obvio que Terry le gusta por otros motivos. Está muy contenta porque pronto irá a Nueva York a ver el estreno de la obra. Yo disfruto viéndola feliz, pero en el fondo siento una chispa de envidia. ¿Sabe este chico Terry lo mucho que vale Candy? Ella dice que Terry era también amigo mío y eso me tranquiliza. Hazla feliz, Terry, ya que yo no puedo.

jueves, mayo 25, 2006

Una gaita

Hoy vino un escocés al restaurant donde trabajo. El hombre estaba ataviado con kilt y traía consigo una gaita. En un momento dado alguien le pidió que tocara una melodía y cuando lo hizo tuve otro instante de familiaridad. No fue un recuerdo, sino la certeza de haber oído la música antes, y hasta haber tocado yo mismo ese intsrumento.

Candy dice que tal vez cuando fui a Inglaterra me familiaricé con las gaitas, pero reflexionando me digo que fue muy poco tiempo el que estuve allí. Ella no recuerda haberme visto tocar la gaita nunca, y ahora mismo dudo que sea capaz de hacerlo. Pero cuando oía al hombre tocar me encontré a mi mismo respirando y soplando al mimso ritmo que él, mis dedos imitando las mismas posiciones de los suyos sobre las pipas. Debí pedirle al hombre que me dejara intentarlo, pero no me atreví.

Me interesa Escocia, pues de ahí vino la familia que adoptó a Candy. Stear y Archie saben tocar la gaita, aunque desde la muerte de Anthony no tocan más. No me atrevo a pedirles que toquen para mí, aunque me gustaría. El sonido de esa gaita me trajo un eco del pasado que deseo sentir de nuevo.

miércoles, mayo 24, 2006

Días de tristeza

Pobre Candy, estoy un poco melancólico y ella lo nota. Cree que sigo triste por haber perdido la memoria. Ha redoblado sus esfuerzos y trata de asustarme con mayor frecuencia.

No sé por qué estoy triste. Sé que tarde o temprano voy a recuperar la memoria y que entonces podré seguir mi vida. Y mientras tanto, vivo feliz al lado de Candy, no me falta nada. Es tan dulce estar siempre a su lado, compartir sus historias, aprender de ella y verla reír... no hay en realidad motivos para estar triste.

Debería alegrarme por Candy, quien pronto verá de nuevo a Terry. ¿Acaso no deseo su felicidad? ¿Qué me importa que pase unos días con él, si al fin y al cabo prometió volver a mi lado?

martes, mayo 23, 2006

Preocupado

Candy está muy entusiasmada por el viaje a Nueva York. Ya pidió vacaciones en el hospital y por supuesto se las dieron. Yo, confieso, estoy un poco preocupado. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvieron juntos. Estoy seguro de que Candy ya no es la misma de entonces, y Terry probablemente tampoco. ¿O será que se me ocurren estas cosas porque yo también siento algo por Candy? No debe ser. Si Candy lo quiere tanto, Terry debe ser un buen chico. Y si su amor subsiste a pesar del tiempo y la distancia, no debo entrometerme.

El problema es que Candy me ha convertido en su confidente. Aunque tiene a Annie y a Patty, hay cosas que no les cuenta a ellas, pero que a lo mejor yo tampoco desearía saber. Por ejemplo, que Terry le dio el primer beso en el festival de mayo, cuando ella estaba disfrazada de Julieta. Por ello tiene un significado especial que Terry interprete a Romeo en su primer papel protagónico. Cuando veo a Candy sonreír al recordar esos tiempos, me alegro mucho por ella, pero a la vez me duele saber que sonríe por otro. Y luego me siento culpable y me digo que no debe dolerme que Candy sea feliz. Casi me dan ganas de pedirle que no hable conmigo sobre estas cosas, pero no debo. Ya decidí hace mucho que debo hacer todo lo que pueda por Candy, y si ella lo que busca en mí es un oído amigo, tengo que prestárselo.

lunes, mayo 22, 2006

Carta de Terry

Candy está que no cabe en sí de alegría. Hoy recibió una carta de Terry en la que le cuenta que le dieron el papel de Romeo. No sólo le envió la invitación a la premiere, también incluyó un boleto de tren... sin regreso.

A pesar de eso, Candy me asegura que después de ir a ver a Terry piensa regresar a Chicago y seguir trabajando como enfermera, y que no quiere ni de broma que yo me vaya de aquí. Ya le prometí no hacerlo. Aquí estaré, esperando su regreso. Pero de momento me tengo que preparar para su partida. Esta casa va a estar muy vacía y triste sin ella.

Candy, me duele tanto que no me pertenezcas... pero eres tú quien ha de decidir cómo y con quién buscar la felicidad. Espero que la encuentres al lado de Terry.

domingo, mayo 21, 2006

¿Y ahora qué?

He estado aprendiendo mucho sobre mi pasado, pero creo que ya llegué al punto de no aprender nada más. Es muy poco lo que sabe Candy de mí, y sus amigos, mucho menos. Candy me mostró algunas cartas que yo le envié desde África. En ellas le cuento de una enfermera que se parecía a ella. Candy dice que, en parte, esa carta mía la motivó a volverse enfermera.

De nuevo me doy cuenta del papel importante que he tenido en la vida de Candy. Pero entonces, ¿cómo se explica que ella no sepa más? Ni siquiera sabe cómo me apellido. A veces imagino que Candy sabe mucho más pero por algún motivo me lo oculta, tal vez porque quiere que me quede con ella... No son más que fantasías mías, por supuesto. Si Candy tuviera más información sobre mí estoy seguro de que la compartiría conmigo.

viernes, mayo 19, 2006

Un picnic

Hoy vinieron a buscarnos los amigos de Candy para ir de picnic. A pesar de venir de familias ricas, son personas muy agradables. Todos comentaron que me encuentran mucho mejor, y yo estoy de acuerdo. En el hospital, sólo me venían a la mente pensamientos tristes. Pero gracias a Candy, quien me ha cuidado tan bien todos estos días, y de paso me ha contagiado su alegría, ya no me desespero tanto como antes por no recordar mi pasado.

Stear trató de darme un susto como los que me da Candy, pegándome un golpe con un martillo de goma. No sé si los sustos funcionen, pero me anima mucho estar rodeado de gente joven y alegre. Sólo Stear parece un poco triste, y es que la guerra en Europa le preocupa. Yo trato de no pensar en la guerra. La bomba que casi me mata fue más que suficiente.

jueves, mayo 18, 2006

Ambivalencia

Los sustos de Candy no tienen efecto alguno. En cambio, algunos sucesos pequeños parecen sugerirme un recuerdo de vez en cuando. Puede ser un ave volando, el ruido de un carro, alguna palabra dicha por alguien al pasar a mi lado. No son verdaderos recuerdos, sólo una chispa, un asomo que me hace ver que sí, en algún lado está mi memoria, esperando a ser descubierta.

Y yo, ¿quiero descubrirla? Por supuesto me angustia no saber nada de mi pasado. Pero constantemente me tortura la idea de que, si me recupero, tal vez tendría que dejar a Candy. Sé que ella ama a Terry, pero por ahora soy muy feliz a su lado.

miércoles, mayo 17, 2006

Terapia a base de sustos

En estos días, a Candy se le ha metido la idea de que un buen susto me puede devolver la memoria. Así que se ha empeñado en provocarme un shock, haciéndome tropezar con frecuencia, o retirándome la silla cuando estoy por sentarme. Temo que llegue a lastimarme de verdad, a pesar de sus buenas intenciones.

Pero no creo que un shock sea capaz de devolverme la memoria. Ya tuve uno, cuando Candy me contó sobre Terry. La sacudida que sentí entonces fue bastante desoladora. Si eso no me devuelve la memoria, no sé qué pueda lograrlo.

martes, mayo 16, 2006

Ya basta

Esto no puede continuar. He sido hasta ahora una carga para Candy, quien corre un riesgo por mí. No sólo por su trabajo, sino también porque los Andrew no deben enterarse de que vivimos juntos. No puedo permitir que ella siga cubriendo todos los gastos de la casa. Ya estoy mejor así que salí a conseguir trabajo. Dice Candy que yo vivía rodeado de animales, y que por eso en Londres yo trabajaba en un zoológico. ¿Qué hacía yo en un zoológico? ¿Alimentar animales y limpiar sus jaulas? Lo único que encontré fue lavando platos en un restaurante. Si tengo alguna otra habilidad, no logro recordarla.

Con mi primer sueldo quise preparar una cena especial para Candy, con lo cual me retrasé un poco para regresar a casa. Pobre Candy, se asustó mucho al no encontrarme y salió a buscarme, pensando que yo había huído de nuevo. Llegó muy tarde, despeinada y sucia, ¿quién sabe por dónde haya estado? No me lo quiso decir, pero se alegró mucho al verme. Me sentí culpable por haberla asustado tanto ¿Cómo puede preocuparse tanto por mi? Yo también me preocupo por ella. ¿Qué le habrá ocurrido esta noche, mientras me buscaba por las calles de Chicago?

lunes, mayo 15, 2006

Los amigos de Candy

Hoy vinieron de visita Stear, Archie, Annie y Patty. Nos trajeron un montón de víveres, mucho más de lo que hace falta para tan sólo dos personas. Es evidente que se preocupan por la nueva situación de Candy y quieren comprobar que nada le falte. Son muy divertidos y cariñosos. Lo que más me gusta es ver cómo sonríe Candy cuando está con ellos. Ella necesita la compañía de gente joven y alegre como ella, que la distraiga del tedio de tener que cuidar de un enfermo como yo.

Ellos no tienen tantos recuerdos de mí. Me conocieron cuando era empleado del zoológico en Londres. Patty está muy agradecida conmigo porque durante ese tiempo yo cuidé de su tortuga, Julie. Cuando me cuentan sobre sus visitas al zoológico, me parece que están hablando de otra persona que no tiene nada que ver conmigo. ¿En verdad era yo un vagabundo despreocupado, feliz de viajar por el mundo?

Hay algo que me inquieta. Por algunos comentarios, sospecho que los Andrew no deben saber que Candy y yo vivimos juntos. La tía Elroy, quien de momento funge como jefe de la familia, está bastante a disgusto con la decisión de Candy de volverse enfermera. Archie en particular parece preocupado por nuestra situación, casi diría molesto.

Supe que hace poco la compañía de teatro en la que Terry trabaja vino a Chicago para una representación de beneficencia. Los Andrew fueron invitados, y aunque Stear y Archie le consiguieron un boleto a Candy, la tía Elroy no le permitió asistir.

Una vez más contemplo la mirada ensoñadora de Candy cuando habla de Terry. Aún sin permiso de la tía Elroy, asistió al espectáculo a escondidas, y aunque no pudo estar con Terry, alcanzaron a despedirse de lejos cuando su tren partía. Candy narra emocionada las noticias de Terry, quien desde entonces le escribe con frecuencia desde Nueva York.

Una vez más noto a Archie incómodo al hablar de Terry. Por lo que se ve, el novio de Candy no es del agrado de todos. Pero lo importante es la felicidad de Candy, ¿no? Algún día volverá a estar con Terry, quien espero la haga muy dichosa.

Candy a veces se da cuenta de mi melancolía. Cree que sufro por no recordar el pasado. En realidad, el futuro es lo que me entristece.

domingo, mayo 14, 2006

La rutina

Poco a poco me he acostumbrado a la idea del novio de Candy. Ella dice que él también se hizo amigo mío en Londres. Por como lo describe Candy, era un chico rebelde e irrespetuoso, pero debe ser tambiíen una persona muy especial para que Candy lo quiera tanto. Me repito constantemente que lo único que importa es que Candy sea feliz, y mientras tanto me refugio en mi rutina diaria. Por las mañanas preparo el café y el desayuno, y cuando Candy va al hospital yo me quedo en casa lavando los platos y metiendo un poco de orden. Candy es demasiado distraída y con frecuencia deja las cosas fuera de su lugar. No me molesta en absoluto. Ordenar y limpiar la casa me da algo qué hacer.

A menudo, si hace buen tiempo, Poupée y yo salimos a pasear por las calles de Chicago. A veces me imagino que aquí en Chicago tengo amigos o familiares, y que tal vez alguno de ellos me reconozca al pasar..... sé que en una ciudad tan grande eso es poco plausible, pero de todas formas me gusta salir al aire libre, y de vez en cuando realizar unas cuantas compras para la casa. Cuando cae la tarde regreso y comienzo a preparar la cena.

Soy capaz de reconocer los pasos de Candy cuando sube las escaleras. ¡Cómo me salta el corazón de gusto al oír que se acerca! Ella siempre me saluda con mucho cariño. ¡Y cómo come! Siempre hay conversación durante la cena. Cuando no es una anécdota del hospital, me cuenta sobre sus aventuras en Inglaterra, cuando el tío William la mandó a estudiar a un colegio prestigioso. Yo trabajaba en el zoológico, y en más de una ocasión tanto Candy como Terry se escaparon del colegio para visitarme.

Es muy triste haber perdido la memoria, pero con Candy a mi lado no me importa. A veces temo recordar quién soy en realidad. ¿Tendría que dejarla? El que yo haya sido un vagabundo significa que tal vez no tengo a dónde ir. Supongo entonces que podría quedarme aquí... por lo menos hasta que ella logre reunirse con Terry.

Pero tengo una inquietud muy fuerte: ¿Y si resulta que yo en realidad soy un criminal, como sospechaban en el hospital? No quiero saberlo. Todavía no.

sábado, mayo 13, 2006

Terry

Hoy me siento mal, aunque no debería. Candy, como siempre, me ha contado muchas cosas, entre ellas, que tiene novio. No sé por qué no me lo esperaba, si ella es una muchacha muy agradable, trabajadora, inteligente y bonita... aún así me puse muy triste, y tuve que disimularlo. Terry es un actor de Broadway, que asistía al mismo colegio que Candy en Inglaterra. Al parecer es hijo de un noble inglés. Candy sonríe y se sonroja al hablar de él, le brilla la mirada y se le suelta la lengua aún más. Debería estar feliz por ella. Su novio es un actor famoso, que además está más cercano en edad a ella. Yo no tengo sitio en la vida de Candy, más que como amigo.

viernes, mayo 12, 2006

Anthony

Por primera vez vi a Candy entristecerse. Hablábamos del tiempo que pasó en la residencia de los Andrew en Lakewood, con sus tres amigos, Anthony, Stear y Archie. Candy apenas había cumplido trece años, pero estaba muy enamorada de Anthony, y era correspondida. ¡Cómo se le ilumina el rostro al hablar de Anthony! Parece ser que era un chico muy dulce, que cultivaba rosas. Anthony murió en un accidente de caza. Al contármelo Candy, dejó escapar un par de lágrimas. Después no quiso hablar más.

¿Cómo pudo sufrir tanto siendo apenas una niña? Aunque ella es muy fuerte, es evidente que el recuerdo de Anthony aún le causa mucho dolor. Yo quisiera abrazarla y darle consuelo, pero me siento torpe e inútil. Después de todo, ella es mi enfermera, yo el enfermo. Si me recupero y salgo adelante, ¿lograré que algún día ella me quiera como quiso a Anthony?

jueves, mayo 11, 2006

Candy es muy dulce

Con qué alegría sale a trabajar cada mañana. Y aunque trabaja muy duro todo el día, sonríe siempre que llega a casa.

Su vida no fue fácil. Ella dice que fue muy feliz en el orfanatorio, pero está claro que saberse huérfana la entristecía. Todos sus amigos fueron adoptados menos ella. Y su estancia en casa de los Leegan como dama de compañía suena a pesadilla. No hacían más que maltratarla y despreciarla, además de hacerla trabajar como sirvienta y alojarla en los establos. Incluso ahora, que ella es hija adoptiva de William Andrew, los Leegan no la reconocen como miembro de la familia. Por añadidura, el tío William no responde a las cartas de Candy desde que ella dejó el colegio en Londres.

Alguien con un pasado tan triste, ¿no merece acaso un futuro mejor? Me gustaría hacerla feliz para siempre. Pero no soy nadie, no puedo darle nada. Apenas sirvo para mantener la casa limpia, hacer la comida, lo que sea para agradecer lo que ha hecho por mí. Y sí, confieso, lo hago también con la esperanza de que ella, algún día, me quiera un poco más que como hermano.

Dios mío, que Candy no encuentre nunca este diario. Me moriría de vergüenza.

miércoles, mayo 10, 2006

Tazones nuevos

Ayer nos dimos cuenta de que las tazas de la vajilla son demasiado pequeñas, sobretodo considerando que yo bebo mucho café. Candy regresó hoy con dos tazones enormes, decorados con nuestras iniciales. ¡Qué grata sorpresa! Contemplo mi tazón y me pregunto si alguien más alguna vez habrá pensado en obsequiarme algo tan simple pero tan significativo. Experimento una ternura enorme al beber de mi tazón y luego dejarlo en la mesa al lado del de Candy. Tal vez en algún lugar hay alguien que me echa de menos y me está buscando. Alguien más que también tiene una taza con una "A" en casa, y que se pregunta si volveré a usarla de nuevo.

Candy no sabe si tengo o no una familia. Por mi edad, es posible que yo tenga una esposa e incluso hijos. Pero Candy me dice que no, que yo siempre fui muy independiente. ¿Por qué? Es muy agradable tener con quien hablar y compartir los detalles cotidianos de la vida. Me cuesta trabajo creer que hasta ahora he estado siempre solo.

martes, mayo 09, 2006

Poniendo la casa

Hoy conocí a Stear, quien amablemente nos llevó de compras. Es increíble todo lo que que se necesita en un hogar. La casa estaba ya amueblada, pero hemos tenido que comprar desde manteles hasta implementos de limpieza, pues no teníamos ni una escoba. Candy quiso comprar un mandil para ella y yo insistí en comprar también uno para mí. ¿Acaso no soy yo el que más tiempo pasa en la cocina? Es un poco penoso tener que pedir cosas para mí, pero llegué a América con muy pocas pertenencias, apenas un cambio de ropa. Me daba vergüenza pedirle nada, después de todo, Candy apenas tiene 16 años. Stear se dió cuenta de mi dilema y dado el momento mandó a Candy a escoger una vajilla mientras me llevó a mí a comprar ropa para caballero, incluyendo ropa interior y una pijama. Y como es muy bromista, compró una pijama igual a la mía para Candy. Menos mal que íbamos en su coche, pues llegamos a casa con muchos paquetes.

En agradecimiento, Candy y yo preparamos la cena para Stear, quien comentó lo curioso que es que yo sepa cocinar tan bien. ¿Habré sido cocinero antes de perder la memoria? La amnesia es así. Yo preferiría saber algo más sobre mí, en lugar de recordar como hacer un guisado. Pero Stear dice, medio en broma, medio en serio, que es mejor así, pues alguien necesitaba ocuparse de Candy. Stear sabe ser muy divertido, aunque a veces parece melancólico. Será que su novia, Patty, llegó de Inglaterra hace poco, y como Europa está en guerra ella debe estar muy preocupada por su familia.

Me alegra haber conocido a Stear. Ahora entiendo por qué Candy lo estima tanto. ¿Puedo añadir que me tranquiliza saber que Stear tiene novia? Ya sé que es absurdo, pero así me siento.

lunes, mayo 08, 2006

¡Cómo habla Candy!

Y yo no me canso de escucharla. Candy es huérfana, nunca supo quienes eran sus padres, y a los doce años fue llevada a trabajar como dama de compañía de una niña rica, que la trataba muy mal. Por esos tiempos fue que nos conocimos. En una de las muchas ocasiones en que se peleó con los niños de la casa, huyó, y casi muere al caer su bote por una cascada. Dice que fui yo quien la rescató, y que se quedó conmigo un par de días. Yo era un vagabundo entonces, viviendo a escondidas en una villa al lado de un lago. Esa villa era propiedad de los Andrew, una de las familias más ricas de Chicago.

Candy fue adoptada más tarde por William Andrew, a quien ella no ha conocido personalmente, pero que es el tío de sus mejores amigos, Stear y Archie. Por cierto que esos dos amigos son primos de la niña que tanto la maltrataba. Dice Candy que uno de estos días me los va a presentar, pero tengo mis reservas. Si bien no recuerdo nada del pasado, está claro que un simple vagabundo no tiene nada que hacer entre los amigos ricos de Candy. Pero Candy insiste en que debo confiar en ella, que estos dos chicos son buenas personas. Archie es el novio de Annie, una amiga de Candy que creció junto con ella en el mismo orfanatorio. Si es así, tal vez no le moleste entablar amistad con un simple vagabundo. ¡Pero qué digo! Si Candy dice que ellos ya me conocen y me estiman. Tal vez me haga bien estar con ellos, como ella pide.

domingo, mayo 07, 2006

Poupée

Dije antes que Candy es el único vínculo que tengo con el pasado, pero no es verdad, también tengo al zorrillo, Poupée. ¿Qué clase de persona se consigue un zorrillo como mascota? Es un animalito bastante vivaz y divertido. Candy dice que yo siempre estuve rodeado de animales. En verdad que la compañía de Poupée es muy agradable

Menos mal que a Candy le gustan mucho los animales y se lleva muy bien con Poupée. No me imagino a ninguna otra persona conviviendo con una mascota como la mía. Cuando Candy está en el hospital, el zorrillo es mi única compañía. Me quiere mucho, pero prefiero que Candy esté aquí. Cuando ella está en casa me siento mucho mejor. Todas esas horas de tedio en la casa no me vienen nada bien. Por eso hago lo posible por mantenerme ocupado, limpiando la casa y preparando la cena. Y por supuesto, hago todo esto no sólo por matar el tiempo. También quiero ayudarle a Candy en todo lo que pueda.

sábado, mayo 06, 2006

Empecemos por el Principio

Hace unos días llegué a Chicago. ¿Cómo? No lo sé. Sé que en algún sitio de Italia hubo una explosión en un tren y que yo estaba cerca. Quienes me rescataron me trajeron aquí, pues es lo que yo pedía entonces. Aún ahora no sé por qué Chicago es importante, pero aquí estoy. En el hospital conocí a Candy, quien me habló de su hermano Albert y empezó a llamarme así. La estancia en el hospital se hizo insoportable, sobretodo por el desdén que el resto del personal mostraba hacia mí. No saben si soy un héroe o un criminal, pero sospechan que soy un espía. Tras soportar unos días ese trato, decidí partir. Aún no me explico cómo hizo Candy para encontrarme, pero lo hizo. Yo sólo quería estar lejos del bullicio de la ciudad y sentirme cerca de la naturaleza. Fue así como terminé en el parque de Chicago, al borde del lago, contemplando las aguas y tratando de recordar...

Candy no sólo me encontró sino que también me convenció de irme a vivir con ella. Debo haber sido una persona importante para ella, de otra manera no me explico por qué se preocupa tanto por mí. Hemos encotrado un departamento y hemos mentido, diciendo que somos hermanos. Muero de vergüenza al pensar que dependo de una muchachita, pero por otro lado, no tengo a dónde ir, y Candy es el único vínculo que tengo con el pasado.

Candy no ha dicho nada en el hospital, no saben que me ha encontrado. Aunque está corriendo un riesgo, ella siempre está contenta, y parece ser que su única preocupación soy yo. Su presencia me tranquiliza. ¿Por qué me valora tanto? Dice que cuando era pequeña yo le salvé la vida, y después nos hicimos muy amigos. Quizá fui más que un amigo... aunque no puede ser, ella es apenas una niña. No debo pensar en estas cosas, su amistad es más de lo que merezco.

viernes, mayo 05, 2006

¿Quién Soy?

Me hago esa pregunta constantemente. Hoy supe que de verdad me llamo Albert. Me lo dijo Candy, la enfermera. Dice que me conoce desde hace mucho. ¿Será cierto? ¿Por qué no me lo dijo antes? Deseo creerle, quiero aprender de ella cuanto pueda sobre mi pasado, ya que no logro recordar nada. En el hospital, Candy dijo tener un hermano llamado Albert que se parecía a mí. Pero ahora dice que Albert es mi verdadero nombre. No sabe mi apellido, aunque somos muy amigos. Dice que me conoció siendo un vagabundo, y que después trabajé en un zoológico en Londres, que he viajado al África... tantas cosas nuevas para mí. Deseo absorber cada una de sus palabras, y no perder detalle. Tengo miedo de olvidar de nuevo lo que voy aprendiendo sobre mí. Por eso empecé este diario.