lunes, julio 31, 2006

Más mentiras

Me encapriché con mandar a recoger el coche que se quedó tirado a mitad de la carretera. No puedo explicarle a Candy que era el coche de mi padre, y ella considera que gastar tanto dinero para recuperar un coche en tan mal estado es un desperdicio. Tengo que justificar de alguna manera mis ingresos, pues esta situación no puede durar demasiado. Por un lado la tía me presiona para que vuelva a Lakewood, pero sin anunciar todavía mi retorno ante la familia.

Yo mientras tanto espero localizar a Terry para que Candy y él puedan hablar y explicar sus sentimientos, tal vez incluso reanudar su relación. Sería muy doloroso para mí, pero después de todo lo que ha hecho Candy por mí, no debo interponerme. Le debo mucho a Candy, pero sobretodo le debo la verdad. Espero que pronto pueda contarle todo desde el principio y así no tener que mentirle más.

Últimamente paso poco tiempo con Candy, pues me tengo que poner al corriente en muchos de los negocios dela familia. Con frecuencia George manda a alguien a recogerme para ir a atender algún pendiente, y las vecinas me miran con sospechas. No sé qué se estén imaginando, pero no creo que sea nada bueno.

domingo, julio 30, 2006

El engaño

Neil, mi sobrino inaguantable, se ha encaprichado con Candy. Llegó al punto de engañarla para llevarla a una de las residencias de los Andrew. Yo apenas pude adivinarlo al saber en qué dirección iba el automóvil que la llevaba, y fui tras ella. De nada sirvió. Mi automóvil se descompuso y tuve que seguir a pie, todo el camino preocupándome por lo que podría pasar. Afortunadamente, Candy escapó de Neil y me encontró a mitad del camino. Estaba muy alterada, no sólo por la rabia hacia Neil, también por el hecho de que la hayan engañado haciéndole pensar que era Terry quien la esperaba.

Hice lo que pude por tranquilizarla. Ella temblaba y la envolví en la única manta que tenía. La abracé y le di un beso en la frente. Al hacerlo, me di cuenta de que ella llevaba el medallón de los Andrew. Al preguntarle por él, me dijo que es su amuleto. ¿Quién me iba a decir a mi, hace diez años, que mi medallón le iba a servir de amuleto a aquella chiquilla pecosa? Aún recuerdo el disgusto que le causé a mi tía cuando le dije que había perdido el medallón.

Para Candy, el hecho de que yo haya dado con ella es una muestra de lo bien que funciona su amuleto. Me emociona pensar que Candy me considera de buena suerte.

Pasamos la noche a la intemperie. Candy consiguió dormir un poco, pero yo no. No sé si era el frío de la noche o la cercanía con Candy, pero yo no dejaba de temblar. Volvimos a Chicago por la mañana, cansados y entumecidos. No sé cómo Candy tuvo ánimos de ir a trabajar.

Esto no habría ocurrido si Terry no hubiera desaparecido. Siento lástima por Terry, porque su carrera se ha venido abajo y debe estar pasándolo mal, pero también siento rabia. Si es verdad que quiere a Candy, ¿por qué no viene a buscarla?

sábado, julio 29, 2006

Buscando a Terry

Ahora que tengo los recursos a mi alcance, me propuse encontrar a Terry. No sé si verlo de nuevo sea lo mejor para Candy, pero mientras no se tengan noticias suyas ella va a seguir preocupada por él.

Afortunadamente, George sabe hacerse cargo de esas cosas. Confío en que logrará localizar el paradero de Terry. Lo que no sé es cómo voy a orquestar un encuentro con Candy una vez que sepamos dónde se encuentra, pero es importante llevarlo a cabo. Candy sufre mucho por él, lo disimula, pero yo me doy cuenta.

¿Qué ocurrirá cuando se encuentren? Mi deseo sería que Candy convenciera a Terry de volver con Susana. Pero ella lo quiere mucho, y tal vez decida reanudar su relación a pesar de lo ocurrido. No me gusta pensar en la reconciliación de Candy y Terry, pero no debe importarme. Lo importante es que Candy deje de sufrir, y mientras Terry no entre en razón ella no va a ser feliz.

viernes, julio 28, 2006

El paseo

El imbécil de Neal sigue molestando a Candy. No lo soporto. Hoy mismo le hizo ver un artículo del periódico en que hablan de la desaparición de Terry. ¿Qué obtiene haciéndola sufrir?

Candy se recupera rápido de estas cosas. Con permiso del doctor Martin, la llevé de paseo en el coche viejo. Le dije que estoy trabajando ahora en el zoológico. No me gusta mentirle, pero no tenía otra forma de explicar el coche. Por cierto, me parece que este coche me va a durar muy poco. En todos estos años nadie se molestó en darle mantenimiento.

Candy disfrutó mucho el paseo, y ella misma reconoció la similitud con la colina de Pony. Claro que no le dije que por eso escogí ese sitio, pero el corazón no me falló y me alegra haberle dado esta sorpresa. Candy a su vez me sorprendió a mí trepándose a un árbol, como si fuera todavía una niña pequeña. Ella dice que no dejará de treparlos nunca, aunque sea viejita.

Yo tenía muchos años de no trepar a un árbol, y ahora que lo hice en compañía de Candy, me alegro muchísimo. Con ella me siento más despreocupado y más libre, como si fuera un niño otra vez.

Tontamente, no traje suficiente comida para ambos, pero Candy sugirió que compartiéramos el almuerzo. En ese momento me di cuenta de las muchas cosas que he compartido con Candy estos últimos meses, y le hice prometerme que compartirá también sus penas conmigo. No me gusta verla sufrir a solas. Ella cree que no me doy cuenta, pero lo sé muy bien.

jueves, julio 27, 2006

El coche de mi padre

Mi padre tenía un automóvil que no se ha usado en todos estos años. Dice la tía que yo lo puedo usar. Es una pena que Stear no esté por acá, él me habría ayudado a ponerlo en forma. George tiene un amigo mecánico y con su ayuda lo hemos echado a andar, pero es evidente que los años no han pasado en vano. Siento deseos de llevar a Candy de paseo, y sé justo el sitio que le gustaría. En las afueras de Chicago hay un paraje que se parece mucho a la Colina de Pony. Yo solía ir allí de pequeño con mi padre. Claro que no le puedo mencionar a Candy la similitud con la colina, pues ella supone que yo nunca he estado allí. Tampoco tengo idea de cómo justificar el coche. Ya se me ocurrirá algo.

Es verdad que el dinero no da la felicidad, pero por lo menos trae tranquilidad y un poco de libertad. Tranquilidad de saber que tendrás para pagar la renta y la comida, y libertad para darte pequeños gustos. Antes de recuperar la memoria, soñaba con ahorrar lo suficiente para comprarle un vestido a Candy. Ahora podría comprarle miles, pero prefiero que mi primer regalo sea este paseo.

miércoles, julio 26, 2006

Noticias desde el frente

Patty recibió otra carta de Stear y le mandó un recado a Candy para que fuera a la residencia Andrew después de trabajar, y así leer la carta con sus amigos.

Neal no desaprovechó la oportunidad de acosar a Candy de nuevo, pero Candy lo puso en su lugar. ¿Qué se ha creído? Disfruto pensando lo mucho que se va a arrepentir de sus malas acciones cuando yo termine de asumir el control de la familia. Entonces tendrá que pedirle disculpas a Candy.

Por cierto que Candy me contó que antes de salir a buscar trabajo, lo primero que hizo fue ir a la Residencia Andrew a golpear a Neil. Ese es un aspecto de Candy que me preocupa mucho. Debería aprender a controlar su carácter, ya no es una niña y no puede solucionar las cosas a golpes. Claro que con tipos como Neil tal vez sea lo único que funcione.

La carta de Stear era melancólica y dejó a Candy algo triste. Yo le digo que no pierda la fe, que pronto terminará esta guerra y Stear estará con nosotros de nuevo, aunque la verdad es que, por lo que he estado leyendo, América terminará involucrándose en la guerra también. Pero prefiero no pensar en ello, y mucho menos preocupar a Candy.

martes, julio 25, 2006

Las lágrimas de Candy

Hoy Candy estaba melancólica. No sé si sea por la nueva situación, en que en lugar de trabajar en el Hospital Sta. Ana trabaja para una clínica insignificante en las afueras de Chicago, con una paga mucho menor. Sospecho que además sigue languideciendo por Terry aunque ella no lo dice. De hecho, me desespera que no diga nada. Está muy bien ser una persona estoica y no doblegarse ante las adversidades, pero nadie es de hierro, y me gustaría que Candy platicara conmigo sobre cómo se siente.

Por lo menos Poupée tuvo más suerte que yo como confidente de Candy. Escuché cómo le hacía promesas sobre no volver a llorar y ser la misma Candy de siempre. Quisiera decirle que en esta vida siempre vamos a tener momentos buenos y malos, y que no hace falta fingir que los momentos malos no existen.

lunes, julio 24, 2006

Poco a poco

Recuerdo cómo me preocupaba pensando que el tío William no deseaba saber más de Candy, y nunca me imaginé que aquello no tendría relevancia alguna. El problema en realidad es que mi tía nunca aceptó a Candy como otra Andrew más.

Soy un romántico y no tengo esperanza, pero la idea de que Candy lleve mi apellido me hace sonreír. ¿Qué importa si piensa en mí sólo como un hermano, si al fin y al cabo compartimos el mismo nombre? Claro, hasta que ella se case, pero espero que falte mucho para eso.

Me preocupa la actitud negativa de mi tía. Fingí no saber nada de Candy para conocer la versión de mi tía, y es totalmente desproporcionada. Para mi tía, Candy es una chica rebelde que se escapó del colegio, despreciando la oportunidad de una vida mejor que yo quise darle. Que se haya titulado de enfermera no le parece nada meritorio, más bien le parece vergonzoso que una Andrew trabaje para ganarse el pan. Por supuesto, lo que más le escandaliza son los chismes de Neil, quien ya le fue a contar que Candy vive con "un hombre". Si mi tía supiera que ese hombre soy yo, ¿cambiaría de opinión?

Yo sólo le digo que no debe juzgar a Candy sin saber primero su versión de los hechos, pero no me atrevo a decir más. Mi tía no quiere aceptarla de nuevo en la residencia Andrew. No es que Candy lo desee, pues ella está feliz lejos de los Leegan y le gusta trabajar para el Dr. Martin. Pero yo ya quisiera verla otra vez en el lugar que le corresponde como miembro de la familia. Además, así podríamos seguir juntos, bajo el mismo techo, como hasta ahora.

Todo a su tiempo. Para empezar, yo ya dejé mi empleo de lavaplatos, sin pensarlo dos veces, y todos los días voy a las oficinas de George a familiarizarme con el estado de las propiedades y negocios de la familia. También hace falta ir con notarios y abogados para "volverme a la vida", pues de verdad me daban ya por muerto. Cuando se concluyan los trámites legales la tía me presentará ante toda la familia como el heredero de los Andrew, y se terminarán las mentiras.

domingo, julio 23, 2006

Tía Elroy

Hoy George me llevó a Lakewood, donde por fin pude ver a la tía Elroy... ¡Qué contenta se puso al verme! Ella me quiere mucho, pero no lo dice. Cuando murieron mis padres ella temía que mis cuñados fueran a manipularme y a tratar de controlar la fortuna Andrew, por eso ideó lo del tío lejano que no viene nunca de visita. ¿Cómo lograron mis hermanas guardar el secreto? Tengo ganas de verlas también, aunque mi relación con ellas siempre fue muy distante. Sólo me llevaba bien con Rose-Marie, la madre de Anthony.

Le conté a mi tía todo lo que me ocurrió, incluyendo a la enfermera maravillosa que no quiso darse por vencida y que me recibió en su casa. Por supuesto, no le dije quién era. Quizá cuando sepa que fue Candy quien que me cuidó todo este tiempo sea más considerada con ella.

Mi tía opina que debo asumir el control de la fortuna de la familia cuanto antes, lo cual no va a ser nada fácil. Han pasado tres años desde que me fui a Londres y después al África. Pobre Candy. Cuando supe que dejó el Colegio San Pablo emprendí el regreso a América, para tratar de convencerla de seguir sus estudios, pero el destino quiso retrasarme. Afortunadamente ella ha salido adelante, ya es una enfermera titulada, y con un poco de suerte e influencias le conseguiré un puesto en otro hospital. Eso sí, hasta que el resto de la familia no sepa mi identidad, he decidido no hacerle saber que ya recuperé la memoria.

Mi tía quiere que me mude a Lakewood de inmediato, pero no deseo hacerlo todavía. Le dije que aún necesito de los cuidados de mi enfermera... aunque en realidad soy yo quien debe cuidar de ella en estos momentos.

sábado, julio 22, 2006

George

Debo hacerle saber a mi tía que me encuentro bien, ella debe estar muy preocupada por mí. No puedo presentarme sin preámbulos en la residencia de los Andrew. Para empezar, porque Neil me reconocería como el tipo que vive con Candy, y por otro lado, por que no sé cuál sería la reacción de mi tía. Temo que revele quien soy ante los Leegan, lo cual ocasionaría toda clase de problemas.

Fui a buscar a George primero. Nunca dudé que seguiría al servicio de mi familia, y dí con él con facilidad, pues conozco bien la oficina que él ocupa desde hace muchos años siempre que se encuentra en Chicago.

George estaba feliz de verme. Nunca esperó encontrarme aquí, y mi historia le sorprendió muchísimo. Él y mi tía incluso pensaban que yo podría haber muerto, y tomaron provisiones para que el control de la familia quedara de nuevo en manos de ella en caso de que se confirmase mi muerte.

Mi regreso va a facilitar las cosas en cuanto al control de las empresas, pero George me advierte que la noticia no le va a caer bien a los Leegan. Sobretodo a mis sobrinos, Neil y Eliza, quienes ya deseaban que se confirmase mi muerte.

De momento todo está bajo el control de mi tía Elroy, como estaba antes de que yo cumpliera la mayoría de edad. Necesito retomar ese control, pero antes de iniciar ningún paso legal, necesito hablar con mi tía. George, siempre tan ingenioso, piensa darle la noticia en secreto, y arreglar nuestro encuentro en Lakewood.

No va a ser un encuentro fácil, pues George me ha contado que mi tía efectivamente está muy preocupada por mí, pero que en estos momentos está furiosa con Candy por los chismes que ha inventado Neal sobre ella. Conozco a esa alimaña y ya me imagino cómo distorsionó las cosas. Mi tía no quiso nunca a Candy y siempre la culpó de todas las desgracias de nuestra familia.

Yo quisiera hablar de inmediato con ella y dejar bien claro que fue Candy quien se ocupó de mí todo este tiempo, pero George no lo recomienda. Teme que la tía piense que estoy bajo la influencia de Candy. Dice que es mejor esperar a que mi aparición como cabeza de familia sea oficial. Entonces tendré mejores posibilidades de ayudar a Candy.

Uno pensaría que es estupendo que Candy, por sus propios medios, haya terminado sus estudios y que tenga trabajo, pero mi tía, por lo visto, no le ve de esa manera. Al menos George está feliz de saber que Candy me ha cuidado todo este tiempo y que a pesar de las intrigas de Neil ella se encuentra bien.

Yo siento lealtad y aprecio por mi tía, pues fue ella quien se ocupó de mí cuando murieron mis padres. Aunque George era quien más tiempo pasaba conmigo, ella siempre me quiso mucho, y como yo era el único hijo varón de su hermano, tenía grandes planes para mí. Siempre toleró mis excentricidades pero se encargó de que no descuidase mis estudios, y supo protegerme a su manera. Me entristece mucho que nuestra relación se haya enfriado tanto desde mi decisión de adoptar a Candy. Entonces yo acababa de cumplir mi mayoría de edad, y ella lo interpretó como un acto de rebeldía de mi parte.

Ahora me sorprendo al pensar en la niña rubia que rescaté de la cascada, tan indefensa y sola, convertida en una mujer independiente que ha afrontado tantas amarguras y retos sin perder la alegría. Ella sigue muy triste por Terry. Hoy la vi llorar en compañía de Poupée. Ella no me vió, pero yo sé que esta sufriendo mucho. No deseo dejarla todavía. Le inventaré alguna historia a mi tía para quedarme aquí un poco más de tiempo.

viernes, julio 21, 2006

El león

Cuando Candy más me necesita, más le fallo. La despidieron del hospital por mi culpa, ya que Neil hizo saber a todos que Candy vivía conmigo. Ella salió a buscar trabajo hoy, mientras yo paseaba con el doctor Martin. Nos encontramos en el parque, y apenas pudimos hablar pues un león que escapó del circo apareció de repente, aterrorizando a la gente. ¿Por qué me suceden estas cosas a mí? Es inverosímil. El león quiso atacar a Candy y yo, por protegerla, recibí un zarpazo. Era muy superficial y logré apaciguar al león antes de que le disparasen los guardias del circo, pero de inmediato tuvimos que ir a la clínica del doctor Martin.

El incidente asustó muchísimo a Candy. Ella misma quiso vendar mis heridas y entre lágrimas me repitió que no debí arriesgarme tanto. Me conmueve el cariño que Candy siente por mí, pero ¿por qué ella no me cuenta sus problemas? Ni siquiera mencionó el incidente de los periódicos, y me ocultó que a causa de los chismes de Neil la despidieron del hospital. Yo ahora estoy en posición de ayudarle, pero ella ya aceptó trabajar para el doctor Martin. Necesito ponerme en contacto con George y la tía Elroy cuanto antes. No es justo lo que le sucede a Candy.

Es muy difícil para mí decidir el siguiente paso. Temo que Candy me rechace cuando se entere de mi verdadera identidad. Por añadidura, el incidente de ayer sirvió como recordatorio de que sigue sufriendo mucho, y he decidido no dejarla sola todavía.

Me pesa enormemente ver a Candy tan triste, y peor me siento al pensar que yo tuve la culpa por querer ocultarle esos recortes. ¿No será que en mis celos quise sacar a Terry por completo de la vida de Candy? No soy capaz de reconocer mis propias motivaciones.

Sigo aturdido y confuso, y necesito idear bien la manera de decirle las cosas a Candy. Me habría gustado que mi historia fuese más sencilla, que yo de verdad fuese el vagabundo que se hizo su amigo cuando ella era niña, que no nos unieran más lazos que esa amistad. Podría entonces contarle la verdad, y ella estaría feliz de verme recuperado, y podríamos seguir juntos, como hasta ahora.

Pero la realidad es muy distinta. Yo soy el tío William, y soy su tutor por lo menos hasta que ella cumpla la mayoría de edad. Yo nunca quise mentirle a Candy, pero toda mi infancia viví bajo otra identidad, y así fue como ella me conoció. No me gusta seguir mintiendo, pero tampoco puedo decirle la verdad sin hablar antes con mi tía. Tengo que planear bien cómo y cuándo contarle que he recuperado la memoria, pues también tendré que contarle el resto de mi historia. Lo que está claro es que no debo dejarla ahora.

Quizá mañana le pida perdón por el incidente de los periódicos y aprovechemos para hablar sobre Terry, pero no le diré aún que recuperé la memoria. ¿Me odiará más tarde por ocultarle la verdad? Lo cierto es que ya tiene razones para odiarme, por haber escondido las notas sobre Terry.

jueves, julio 20, 2006

Opiniones

A ojo de buen cubero, queda menos de un mes para que se acabe el manga. Este fic lleva ya dos meses apegándose al manga (con alguna que otra licencia) y no me gustaría cambiar las reglas.

Así que me pregunto, debo continuar la historia o dejar todo hasta el fin del manga? Si he de continuar la historia, ¿a alguien le interesa hacerlo conmigo? Al fin y al cabo, en blogger se puede dar de alta más de un autor.

Espero sus comentarios.

Pioggia

Lo estropeé todo

Candy encontró los periódicos que hablaban sobre Terry y que yo había ocultado para que ella no sufriera. Me di cuenta cuando volví a casa y la encontré dormida al pie de la cama, con los periódicos esparcidos. Se nota que estuvo llorando y que el cansancio la venció. Cuando escondí esos recortes, lo hice pensando en evitarle más disgustos, pero ya veo que fue una mala decisión. Al descubrir de golpe la verdad debe haber sufrido mucho más.

No quise despertarla, y la llevé en brazos a su cama. Aún entre sueños, Candy seguía llorando. Se veía tan frágil y tan infeliz que me llené de tristeza. Enjugué sus lágrimas, acaricié sus cabellos. En esos momentos me habría gustado mucho tomarla en brazos y decirle cuánto la quiero, que no quise nunca lastimarla, pedirle perdón. Son muchas las cosas que llevo dentro y siento que estallo. Si por mi fuera, le diría que recuperé la memoria y le contaría toda la verdad. Pero no puedo hacerlo sin saber qué ha ocurrido en mi ausencia. Me doy cuenta también de que, aunque mi curación le daría motivos para sonreír, sus penas no se terminarían. Y en momentos así no puedo dejar que sepa lo que siento de verdad por ella, podría confundirla o alejarla.

Al final no dije nada, no me atreví a despertarla. Tendremos que hablar más tarde. De alguna manera tengo que convencerla de hablar con Terry. Sólo así podrán saber ellos mismos si de verdad se siguen queriendo o si sólo siguen enamorados de un recuerdo. Y sobretodo, él tiene que entrar en razón. Está arruinando su vida entera y necesita enmendarse. Quizá Candy lograría convencerlo de dejar el alcohol, por lo menos.

Yo sé de borracheras, he tenido muchas. Dondequiera que están los Andrew hay alcohol en abundancia, y por si esto no bastara, heredé una fortuna que me permitía perder el tiempo y el dinero. Terry, que creció con una familia noble en Inglaterra, seguramente también. Terry debió sentirse solo desde pequeño, desde la separación de su madre hasta el rechazo de su madrastra. Mi propia infancia no fue envidiable. Quedé huérfano siendo muy pequeño, pero por lo menos tuve a mi hermana Rose-Marie, quien siempre me quiso mucho. Mis otras dos hermanas nunca se molestaron en escribirme o visitarme, pero Rose-Marie siempre que podía venía a verme junto con su esposo y su hijo. Y aunque la tía Elroy sea tan severa, su cariño es sincero. En cambio, Terry siempre ha estado solo.

miércoles, julio 19, 2006

Como una cascada

Así fue como, de golpe, me cayeron encima todos los recuerdos. Estaba yo secando platos en el restaurant y de repente me estalló la cabeza. Perdí el conocimiento, y al despertar lo primero que vino a mi mente fue el rostro sonriente y pecoso de Candy. Tras él, tuve ante mí el resto de mi historia, como si hubiera estado ahí todo este tiempo.

¡Tantos recuerdos! No soy un criminal, Dios mío, gracias, pero tampoco soy el vagabundo que Candy conoce. Es todo mucho más complejo, y casi parece un sueño o un cuento. No puedo decirle a Candy toda la verdad sin preámbulos. Primero debo saber como están los asuntos de mi familia. Debo buscar a mi tía y hacerle saber que estoy bien. Pero, ¿y después? ¿No debería hablar con Candy primero? ¿Y qué le voy a decir? No puedo decirle la verdad, no sin antes hablar con mi tía. Pobrecita, es una señora muy dura, pero seguramente está muy angustiada por mí. ¡Y Stear está en el frente! Mi tía debe estar sufriendo mucho. Pero no me deben ver en la residencia Andrew, primero necesito localizar a George. Dios, tantas cosas que hacer, no sé por dónde comenzar. Es agobiante.

Estuve un tiempo tumbado en la hierba reviviendo mis recuerdos, saboréandolos y gozando de ellos. Algunos son dolorosos, pero tengo muchos buenos recuerdos de mi vida, antes y después de mi accidente. ¿A dónde iré ahora? Por lo menos hoy voy a regresar con Candy, quizá por última vez.

martes, julio 18, 2006

Los Inventos de Stear

Hoy fue Neal al hospital para invitar a Candy a salir. ¿Qué se traerá entre manos? Es imposible confiar en una persona como él. Candy, por supuesto, se negó rotundamente, pero Neal amenazó con contar su "secreto". De alguna manera, Neal averiguó que estoy viviendo con Candy y piensa que puede chantajearla con esa información. Ella ha decidido hablar mañana mismo con el Dr. Leonard antes de que Neal lo haga, pero me preocupa mucho lo que pueda suceder. Espero que el Dr. Leonard no malinterprete la situación de Candy.

Por casualidad, Candy se encontró con el Dr. Martin y descubrió que es un alcohólico perdido. Yo ya lo sospechaba. Le obsequió uno de sus rompecabezas de metal para ponerla de buen humor. No sé si hubiese funcionado, pero no hizo falta, pues hoy estuvo Patty de visita y trajo un regalo que Stear le envió desde Francia. Es increíble que estando en el frente Stear siga inventando cosas, en este caso un casco con una hélice que las chicas decidieron probar dentro de la casa. Habría funcionado muy bien si Candy no se hubiera golpeado contra el techo. Menos mal que las muchachas se divierten. Es una pena que Stear no esté aquí, ya que sus ocurrencias ponen de buen humor a Candy.

lunes, julio 17, 2006

Noticias sobre Terry

Sigue habiendo malas noticias de Terry en los periódicos. Cuentan que se ha vuelto alcohólico, que el espectáculo se ha cancelado y que él dejó la compañía Stratford. Creo que está bien que Candy no se entere por ahora, pero tarde o temprano voy a tener que decírselo y mostrarle los recortes de periódico. Mi primer impulso fue deshacerme de ellos, para que ella no sufriera, pero decidí conservarlos y guardarlos debajo del armario.

Y mientras tanto no sé qué aconsejarle. Ella no piensa volver con Terry y yo no he tocado el tema en un tiempo. Antes pensaba que Candy hizo mal en dejar a Terry, sobretodo si tanto se querían. Pero leyendo todas estas cosas no sé qué pensar sobre Terry. Por un lado me digo que, para un chico de 18 años, los acontecimientos fueron demasiado fuertes y que no era posible pedirle sosiego y aceptación ante una situación tan insólita. Pero por el otro lado, no entiendo como Candy pudo enamorarse de alguien tan inmaduro. Ahogar las penas en alcohol no sirve de nada, se tenga la edad que se tenga.

sábado, julio 15, 2006

Mi turno

Normalmente es Candy la que tiene que ponerme de buen humor, pero hoy me tocó a mí la tarea de hacer sonreír a Candy. No fue fácil, y eso me preocupa porque el estado natural de Candy es la alegría. Pero ahora se ha volcado en sus libros de medicina y enfermería y no desea ni siquiera salir de paseo. Si bien sus estudios son una buena distracción, y además redundarán en un mejor desempeño como enfermera, no me gusta ese cambio en ella. Quisiera verla sonreír como antes de su rompimiento con Terry.

Constantemente me pregunto qué estará haciendo Terry, y seguramente Candy también se lo cuestiona. No me he atrevido a mostrarle los recortes de periódico que hablan de su mala actuación como Romeo, pero creo que tarde o temprano se va a enterar de todas formas.

No sé si Terry haya consolidado su relación con Susana, pero lo dudo bastante. Sigo pensando que quedaron muchas cosas por decir, y que de alguna manera Candy debería encontrarse de nuevo con Terry para que pudieran aclarar sus sentimientos. No me atrevo a decirle a Candy lo que opino por no lastimarla más. O tal vez por que en el fondo prefiero ver a Candy lejos de Terry. Soy el mismo egoísta de siempre.

jueves, julio 13, 2006

La guerra

Hoy Candy estaba muy triste, pues dice que hasta los niños en el hospital hablan de la guerra. Las noticias de los periódicos no son alentadoras. América de momento permanece neutral, pero no durará mucho tiempo así. Y aunque América no se uniera a la guerra, Stear se encuentra ya en Francia y Candy se preocupa mucho por él.

Ojalá terminara pronto esta guerra. Una de las compañeras de Candy partió a la guerra como voluntaria también. Candy estuvo a punto de partir, mas no lo hizo. Ahora dice que le gustaría enlistarse como voluntaria, mas no lo hace pues desea que yo me alivie primero.

Esto último me enterncece pero me preocupa también. Si termino por curarme, no deseo que Candy desaparezca de mi vida, mucho menos que arriesgue la suya en el frente.

miércoles, julio 12, 2006

La maldad de Eliza

Parece mentira que los Leegan sigan molestando a Candy en todo momento. Hoy se topó con ellos en el hospital y Eliza no desaprovechó la oportunidad de mencionar el rompimiento con Terry. Candy es muy fuerte y dice que no le importa, pero yo sé que es una persona muy sensible. Sin ir más lejos, hoy estaba ofendidísima porque en el mercado la llamaron señora y no señorita.

Hoy fui con el Dr. Martin, quien me encuentra muy bien y dice que pronto recuperaré la memoria. Si así sucede, no sé si debo dejar a Candy, quien sigue siendo un desastre en cuanto a cuestiones domésticas. Hoy estaba un poco avergonzada por ello, pero yo insisto en que cada quién tiene sus cualidades, y yo no sé qué haría sin el optimismo y entusiasmo de Candy.

miércoles, julio 05, 2006

Carta de Stear

Hacía falta que llegara la primavera para recibir buenas noticias. Stear escribió desde Francia y Patty de inmediato fue a darle la noticia a Candy junto con Archie y Annie. Todos sentimos un gran alivio.

Candy aprovechó para finalmente compartir con sus amigos las malas noticias sobre Terry. Al contármelo por la noche volvió a ponerse triste, pero me da gusto que sea más abierta con sus amigos. Hay que compartir las penas, si no, se hacen muy pesadas.