Hoy George me llevó a Lakewood, donde por fin pude ver a la tía Elroy... ¡Qué contenta se puso al verme! Ella me quiere mucho, pero no lo dice. Cuando murieron mis padres ella temía que mis cuñados fueran a manipularme y a tratar de controlar la fortuna Andrew, por eso ideó lo del tío lejano que no viene nunca de visita. ¿Cómo lograron mis hermanas guardar el secreto? Tengo ganas de verlas también, aunque mi relación con ellas siempre fue muy distante. Sólo me llevaba bien con Rose-Marie, la madre de Anthony.
Le conté a mi tía todo lo que me ocurrió, incluyendo a la enfermera maravillosa que no quiso darse por vencida y que me recibió en su casa. Por supuesto, no le dije quién era. Quizá cuando sepa que fue Candy quien que me cuidó todo este tiempo sea más considerada con ella.
Mi tía opina que debo asumir el control de la fortuna de la familia cuanto antes, lo cual no va a ser nada fácil. Han pasado tres años desde que me fui a Londres y después al África. Pobre Candy. Cuando supe que dejó el Colegio San Pablo emprendí el regreso a América, para tratar de convencerla de seguir sus estudios, pero el destino quiso retrasarme. Afortunadamente ella ha salido adelante, ya es una enfermera titulada, y con un poco de suerte e influencias le conseguiré un puesto en otro hospital. Eso sí, hasta que el resto de la familia no sepa mi identidad, he decidido no hacerle saber que ya recuperé la memoria.
Mi tía quiere que me mude a Lakewood de inmediato, pero no deseo hacerlo todavía. Le dije que aún necesito de los cuidados de mi enfermera... aunque en realidad soy yo quien debe cuidar de ella en estos momentos.
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