Mi padre tenía un automóvil que no se ha usado en todos estos años. Dice la tía que yo lo puedo usar. Es una pena que Stear no esté por acá, él me habría ayudado a ponerlo en forma. George tiene un amigo mecánico y con su ayuda lo hemos echado a andar, pero es evidente que los años no han pasado en vano. Siento deseos de llevar a Candy de paseo, y sé justo el sitio que le gustaría. En las afueras de Chicago hay un paraje que se parece mucho a la Colina de Pony. Yo solía ir allí de pequeño con mi padre. Claro que no le puedo mencionar a Candy la similitud con la colina, pues ella supone que yo nunca he estado allí. Tampoco tengo idea de cómo justificar el coche. Ya se me ocurrirá algo.
Es verdad que el dinero no da la felicidad, pero por lo menos trae tranquilidad y un poco de libertad. Tranquilidad de saber que tendrás para pagar la renta y la comida, y libertad para darte pequeños gustos. Antes de recuperar la memoria, soñaba con ahorrar lo suficiente para comprarle un vestido a Candy. Ahora podría comprarle miles, pero prefiero que mi primer regalo sea este paseo.
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