viernes, noviembre 24, 2006

Mil disculpas

Tal parece que descuidé este diario más de la cuenta (y el diario de Candy también). Tengo muchas ganas de seguir escribiendo pero pocas ideas y, sobretodo, poco tiempo. En cuanto vuelva la musa seguiré tecleando, mientras tanto va esta entrada para que vean que aún no muero.

Piò

jueves, octubre 12, 2006

Una carta

Quise poner en papel todo lo que necesito decirle a Candy. Luego me pareció que si trataba de decírselo en persona me fallaría la voz, o simplemente no terminaría de decirlo todo, así que convertí lo escrito en una carta. La reescribí cuatro veces y tal vez termine por modificarla de nuevo antes de transcribir la versión definitiva. No sé todavía si la voy a enviar o no, pero aquí está el borrador más reciente:

Querida Candy:

Siento mucho no haberte ido a visitar en persona. La verdad es que tengo miedo de que ya no quieras verme más, y de que no me des la oportunidad de explicarte lo que siento.

Empezaré diciendo que me aterra perder tu amistad. Candy, tú no te das cuenta, pero eres mi mejor amiga. Crecí alejado de mi familia, a excepción de la tía Elroy, y tú sabes que mi relación con ella es muy difícil. ¿Recuerdas cuando nos conocimos? No hablo del encuentro en la colina, sino de cuando trabajabas para los Leegan y yo te rescaté del río. En aquella ocasión me dijiste que te daba gusto conocer a alguien tan solitario como tú.

Pero tu no estabas sola, Candy. Tenías a tus amigos, y te correspondías con tus maestras en el Hogar de Pony. A lo largo de tu vida has sembrado y cosechado nuevas amistades. Yo, en cambio, no supe lo que era una verdadera amistad hasta que me diste la oportunidad de convivir contigo.

Durante ese tiempo, me gustaba imaginar cómo serían mis amigos y mi familia. Cuando por fin recuperé la memoria, me di cuenta de no había nadie más y que mi única amiga eras tú. No quiero parecer malagradecido, yo le debo mucha a la tía Elroy y a George, pero la única persona con la que siempre he podido ser yo mismo y con la que siempre me sentí a gusto eres tú.

Tengo que confesar que también durante ese tiempo me enamoré de ti. Pero tú amabas a Terry, y nunca me quise entrometer en tu relación con él, mucho menos tras la separación, pues tú estabas sufriendo mucho.

Sé que siempre me has considerado un buen amigo, y no deseo que eso cambie nunca. No debí besarte sin tu permiso, sin confesarte primero mis sentimientos. Fue un acto irreflexivo y deseo de todo corazón que me perdones.

Candy, no me atrevo a pedirte que correspondas a mi amor, aunque ello me haría inmensamente feliz. Lo único que te pido es que me dejes seguir siendo tu amigo, si es que te sientes capaz de perdonarme y olvidar lo que hice.

No hace falta que me contestes de inmediato. Contéstame cuando quieras, yo esperaré ansioso tu carta. Y si de verdad me perdonas, prometo no mencionar nunca más el incidente, y que todo volverá a ser como antes.

Tu amigo,


Albert

miércoles, septiembre 27, 2006

Distintos, pero parecidos

Hoy tuve que ir a Chicago, y antes de volver a Lakewood pasé a visitar a mi familia. Sé que mi hermana Sarah partirá pronto a Florida con sus hijos, y quise desearle buen viaje. No debí molestarme. Ella me culpa de la depresión de Neal y me asegura que yo seré responsable si Neal cumple su amenaza y perdemos otro miembro de la familia en la guerra. Le dije lo que pienso: que Neal es un chico caprichosoque está acostumbrado a tomar lo que se le antoja a la fuerza, que ya es bastante grave, pero peor es cuando se pretende hacer lo mismo con las personas. No dije más, aunque de Neal hay mucho por discutir, y es que caí en la cuenta de que yo también había robado un beso por capricho, sin detenerme a pensar qué era lo que sentía Candy por mí.

Me digo que no es igual, que al menos lo mío fue un error. Pero tal vez en el fondo, Neil y yo no somos tan distintos. Ambos crecimos en ambientes donde no se nos negaba nada y la servidumbre tenía que cumplir nuestros caprichos. Volví a sentirme muy solo al volver a Lakewood. Quiero ir a ver a Candy y pedirle que me perdone, que por favor vuelva conmigo. Pero, ¿no sería eso equivalente a imponerle lo que yo deseo? Desearía pedirle consejo a George, pero a la vez siento que esto que me ocurre no debe saberlo nadie.

domingo, septiembre 24, 2006

Ansiedad

Pronto se cumplirá una semana y Archie regresará al Hogar de Pony para traer a Annie y a Patty de regreso. George me preguntó si pienso ir yo también, y no supe qué contestarle. Ansío ver a Candy de nuevo y hablar con ella, pero no quiero hacerlo en el hogar de Pony, donde es imposible estar a solas.

Pero si no voy, perderé la oportunidad de verla otra vez, y yo necesito saber que por lo menos puedo mirarla a los ojos de nuevo. ¿Me reprochará el beso? Tal vez. Bastante me lo reprocho yo. No sé si logremos recuperar nuestra amistad, mucho menos si algún día logre que ella me quiera más que como a un amigo, pero debo hacer el intento.

miércoles, septiembre 20, 2006

Recuerdos

Tengo tantos documentos que leer y firmar que apenas tengo tiempo de pensar en lo que debería hacer o decir cuando vuelva al hogar de Pony. Pero los recuerdos de lo ocurrido me distraen constantemente.

¿Cuánto tiempo había transcurrido desde la última vez que besé a una mujer? Mucho tiempo. Desde aquella estancia en Rhodesia con Mae. ¿Me habré fijado en Mae porque se parecía a Candy? ¿Me enamoré después de Candy por su parecido con Mae? No sé en qué momento dejé de ver en Candy a la niña traviesa que necesitaba protección. Tampoco sé bien a bien cuándo empecé a ver en ella esta mujer maravillosa en la que se ha convertido.

Recuerdo los días en Londres, cuando Terry y yo nos hicimos amigos. Él se reía de Candy, de sus travesuras y hasta de sus pecas. Yo reía con él, pero me daba cuenta de la admiración que Terry sentía por ella, y el brillo de su mirada me hacía saber que se estaba enamorando de Candy. Adiviné entonces que Candy tal vez terminaría por enamorase de Terry a su vez, lo cual me preocupaba un poco... era la preocupación natural de un tutor... ¿o quizá celos o envidia? No creo que fuesen celos. Yo no veía en Candy más que a mi pupila. Creo que más bien era la envidia de ver cómo dos almas solitarias como la mía finalmente se hacían compañía.

Creo comprender mejor a Terry ahora. Ambos crecimos sintiéndonos muy solos y agobiados por la responsabilidad de pertenecer a familias prominentes, con deseos de rebelarnos. Yo encontraba consuelo en mis animales y alguna que otra escapada por Chicago. En cambio Terry se volvió un chico irrespetuoso que buscaba pleitos con quienfuera. En más de una ocasión hirió los sentimientos de Candy, pero terminó por darse cuenta de que ella lo comprendía como nadie...

Me alegro de no haberme entrometido, pues Candy era capaz de amar a Terry a pesar de sus groserías ocasionales, y Terry también quería mucho a Candy. Se divertían mucho juntos y se comprendían el uno al otro. Lo que ocurrió ese verano en Escocia los transformó a ambos, y al comprobar que ella era feliz en el colegio San Pablo y se había adaptado bien, partí hacia África en busca de aventuras... conocí a Mae... incluso la mencioné en una de las cartas que le escribí a Candy.

Es una pena que no me enterase antes del problema que ocasionó la expulsión de Candy. Stear, Archie y hasta la misma Candy pensaban que el tío William la echaría de la familia. Incluso Terry dejó el colegio para evitar las represalias que el tío William tomaría contra ella a raíz de su expulsión. Si yo hubiera estado allí tal vez le habría contado la verdad a Candy, para que ella y sus amigos estuvieran tranquilos respecto a su adopción. Y de paso para poner a Elisa en su lugar.

Pero no supe de lo sucedido hasta que Candy ya había huido del colegio. Emprendí el regreso a América de inmediato, lo cual ocasionó mi ruptura cona Mae. Pobrecilla, ella nunca entendió la responsabilidad que yo sentía hacia Candy y sentía celos de mi relación con ella. Tal vez sus celos tenían fundamentos, pero en esos momentos yo no lo sabía.

Candy era para mí una niña, y al haberla adoptado sentía que debía protegerla y asegurarme de su bienestar. Pero cuando me convertí en su paciente sin recordar el pasado cambiaron mis sentimientos hacia ella. La guerra y el incidente de la bomba que me dejó convalesciente interrumpieron mis planes de buscarla, contarle la verdad y acogerla de nuevo en la familia.

Y ahora que conseguí mi objetivo y Candy lo sabe todo, ahora que su lugar en la familia está asegurado, ella ha querido dejarme y volver al hogar de Pony. Y yo, como un tonto, eché a perder nuestra amistad con un beso impulsivo. Quizá la perdí para siempre. Si es así, no podré perdonarme.

domingo, septiembre 17, 2006

Tras el beso...

Ayer no pude terminar de escribir lo ocurrido, solté el llanto como un niño al escribir sobre el incidente en la colina. Estoy desesperado y arrepentido por haber cedido ante el impulso de besar a Candy. Lo peor es que apenas fue un beso. Recuerdo con más viveza la sensación de estar abrazados, el temblor de Candy y mi propio nudo en la garganta. Apenas logro evocar la sensación de sus labios entre los míos, en cambio todavía me angustia la certeza que sentí de inmediato sobre haber estropeado todo. Estuvimos abrazados unos segundos más, pero al separarnos, Candy esquivó mi mirada.

- Nos esperan para preparar la cena - me dijo. No supe qué responder.

Nos encaminamos hacia el Hogar de Pony, Candy caminando delante de mí y no a mi lado. Recuperé la voz y me detuve, tomándola de la mano.

-Candy, perdóname. ¿estás enfadada conmigo?

Ella me miró entonces, con mucha dulzura, pero también con tristeza.

-No lo sé Albert. Estoy muy confundida...- y sin soltar mi mano, siguió caminando hacia el hogar de Pony. Yo me dejé llevar sin saber qué más decir.

La cena transcurrió sin incidentes... bueno, hubo muchas anécdotas que contar, tuve que narrar un poco mi historia de nuevo, y Candy y yo estuvimos respondiendo las preguntas de la Srita Pony, la hermana María y los chiquillos. Cada vez que sorprendía a Candy mirándome el corazón me daba un salto en el pecho. ¿Era reproche lo que transmitía su mirada? ¿O tal vez deseo?

Archie y yo lavamos los platos mientras las chicas ayudaban a recoger la mesa. Yo deseaba hablar con Candy, pero ella seguía charlando con los demás.

Tras la cena busqué el momento de estar con ella, pero fue imposible. No es que me evitara, ¿o sí? Jugaba con los niños y les contaba historias, mientras Annie le contaba a las maestras sobre su vida con los Brighten. Cuando los niños fueron a la cama Candy volvió a participar en la conversación, pero sin darme jamás la oportunidad de estar con ella a solas.

Era ya de noche y Patty hablaba sobre ir a dormir. Archie bostezaba y me daba a entender que ya era hora de irnos. Nos despedimos y partimos sin que yo pudiera hablar de nuevo con Candy.

Y aunque lo hubiera hecho, ¿qué podía haber dicho? ¿Que me perdonara por haberla besado? ¿Que me dejara darle otro beso?

jueves, septiembre 14, 2006

Paréntesis

Entre que ya empezaron las clases y que estoy corta de ideas no he hecho grandes cambios por acá. Sin embargo, si alguien desea comentar sobre lo escrito hasta ahora adelante, tomaré en cuenta críticas y sugerencias.
--------------------
Piò

viernes, septiembre 08, 2006

El día más dulce

Hoy salió Candy al hogar de Pony. Fue primero a Chicago, a despedirse del Dr. Martin. Yo aproveché entonces para ir por los amigos de Candy y llevar al hogar de Pony los víveres necesarios para una bienvenida digna de Candy.

La Srita Pony y la hermana María nos recibieron con entusiasmo. Estaban muy contentas de ver de nuevo a Annie y me agradecieron todo lo que he hecho por Candy. No tienen nada que agradecer, soy yo quien debería estar agradecido, pues si no fuera por ellas, Candy no sería la muchacha alegre y amable que tan bien supo cuidarme cuando me hizo falta.

Hacía mucho tiempo sentía ganas de volver a la colina donde conocí a Candy hace tantos años... no sé por qué nunca lo hice. Dejé a los demás esperando a Candy y me fui a explorar. La colina es un sitio hermoso. Ahí, bajo un gran árbol, se contempla un paisaje precioso de campos y bosques que recorre un arroyito. Bajo ese árbol estaba yo, pensando si debía o no decirle a Candy que yo la había conocido allí cuando ella era aún muy pequeña y yo tenía diecisiete años. En eso pude ver a Candy, corriendo hacia donde yo estaba. Iba a salir a su encuentro cuando noté que estaba llorando.

Sin darme cuenta de lo que hacía, le dije en voz alta que era mucho más linda cuando sonreía... Ella me oyó y, aunque me reconoció de inmediato, dudó un poco antes de correr a mis brazos. Cuando lo hizo, me abrazó con mucho cariño, como nunca antes. No sabía por qué estaba tan emocionada, hasta que levantó la cabeza y me preguntó: "Albert, tu eres mi príncipe, ¿verdad?" Debí responderle, y confirmar de una vez lo que ella ya sabía, que ese chico que ella conoció hace tantos años en la colina era yo. Pero al ver su carita sonriente, tan cerca de mí, y esa mirada tan dulce, no pude evitar acercar mi rostro al suyo y rozar sus labios con los míos. Fue un instante apenas, pero no quise prolongarlo, angustiado de pronto por lo que había hecho. Tras el breve beso seguí abrazándola, con mi rostro hundido entre sus cabellos y sintiendo cómo ella temblaba de emoción, sin que ninguno de los dos supiera qué hacer.

martes, septiembre 05, 2006

Adiós de nuevo

No es fácil dejar partir a Candy, pero alguna vez le prometí que nunca me opondría a su voluntad. ¿Recordará ella la otra promesa que me hizo? Aquella vez, en el paseo que dimos en coche por el bosque, en la colina que se parecía a lo de Pony, le hice prometerme que siempre compartiría todo conmigo: penas y alegrías.

No le he recordado su promesa, pues no quiero hacerla sentir mal por su decisión. Yo sé que a Candy le gusta sentirse útil y ayudar a los demás. Y aunque en la clínica del Dr. Martin cumple esa función, en el hogar de Pony estará más cerca de los niños, y tendrá la compañía de la Srita. Pony y la hermana María, que tanto la quieren.

Ellas dos deben ser unas personas estupendas, pues Candy las quiere mucho y siempre habla bien de ellas. Creo que me gustaría conocerlas. Podría acompañar a Candy al hogar de Pony. O, mejor aún, organizar una comida para todos los niños y soprender a Candy. Ella está ahora con el Dr. Martin despidiéndose de él. Eso me da tiempo para planear las cosas con George. ¿Debería invitar también a Annie? Ella alguna vez mencionó que echaba de menos a sus maestras... es más, deberíamos ir todos: Annie, Archie y Patty. Así Candy sentirá el apoyo de sus amigos ante su nueva decisión. Y yo tendré la oportunidad de convivir con ella una última vez antes de despedirnos.

lunes, septiembre 04, 2006

Carta para Candy

Candy recibió una carta de la hermana María y la Señorita Pony, quienes están muy contentas de saber que por fin me ha encontrado, y bastante sorprendidas también al conocer la verdad sobre mí. También la han invitado a regresar al hogar de Pony.

Dije una vez que yo deseaba que Candy fuera libre. Mentí. La quiero ver feliz, pero a mi lado siempre. En cambio ella me confesó que desea aceptar la invitación para volver al hogar de Pony de manera permanente y trabajar ahí. ¿Qué puedo hacer? No puedo obligarla a quedarse.

Siento un dolor muy grande. ¿Cómo pude acostumbrarme a su compañía en tan pocos días? Siento que aún nos queda mucho por compartir, que aún puedo ganarme su afecto, pero si se va tan pronto no va a poder ser.

Me digo que el hogar de Pony no está lejos, y que podré visitarla con frecuencia. Pero es muy triste pensar que otra vez estaré solo.

sábado, septiembre 02, 2006

Charla con Archie

Candy y yo hemos pasado unos días hermosos en Lakewood y la verdad es que no hemos echado de menos a nadie. Pero hoy vinieron a visitarnos Archie y Annie, y fue muy agradable convivir con ellos de nuevo, ahora sabiendo quién soy yo en realidad. Archie sigue muy dolido por la muerte de Stear y hablaba muy poco. Aún así, él y yo teníamos muchísimas cosas que decirnos. Bastó una mirada para que Candy se diera cuenta de que yo deseaba estar a solas con Archie. Entre risas le pidió a Annie que la acompañara para mostrarle las rosas de Anthony, y así fue como Archie y yo nos quedamos solos.

Archie y yo tratamos de hablar sobre nuestros lazos familiares. Yo soy, después de todo, el hermano menor de su madre. Pero Archie creció lejos de sus padres y apenas veía a su madre una o dos veces al año. Yo ni siquiera la vi con esa frecuencia. Cuando yo nací, ella ya estaba casada y no vivía con nosotros. De quien hablamos largo y tendido fue de la tía Elroy. Ella fue mi tutora durante mi infancia, hasta que ella vino a instalarse a Lakewood con mis tres sobrinos. Ambos estamos de acuerdo en que fue una tutora muy exigente, pero también generosa. Y los dos sentimos que su actitud hacia Candy se debió a los chismes de los Leegan, sobretodo de Elisa.

Es curioso que siendo mi sobrino, nos unen más los recuerdos del zoológico en Londres y mi convalescencia en Chicago. Si no hubiera sido por Candy, seríamos dos extraños.

jueves, agosto 31, 2006

Nueva encuesta

Hoy no publiqué entrada en el diario de Albert, aunque puse una nueva contribución de Elena en el diario de Candy. Actualizé un poco el perfil de Albert e introduje una nueva encuesta, en la que espero participen.

miércoles, agosto 30, 2006

Fantasía

Ahora que Candy está conmigo me siento muy contento y tranquilo. Ella va a Chicago todos los días a la clínica del Dr. Martin, y yo a veces la acompaño para atender algún negocio importante. Pasamos las tardes juntos, platicamos y convivimos siempre con alegría. Si cenamos en casa, soy yo quien cocina con ayuda de ella, quien desea seguir aprendiendo de mí.

¿No es esto lo más parecido al matrimonio? Para efectos prácticos, vivimos bajo el mismo techo y hasta compartimos el mismo apellido. Me gusta pensar que así seguiremos siempre, y que ella estará a mi lado de ahora en adelante. Sé que no es más que un truco de mi imaginación, pero me dejo llevar por ella. Yo, que siempre he estado solo, soy ahora incapaz de imaginar mi vida sin Candy.

martes, agosto 29, 2006

Recuerdos de Lakewood

Candy y yo estuvimos recorriendo las estancias menos utilizadas de la casa, y fuimos a dar a la galería de las estatuas de cera. Es una galería muy larga que corre a lo largo del tercer piso, con entradas en ambos extremos. Candy recordó que cuando vino a Lakewood por primera vez, Elisa le tendió una trampa y la encerró allí.

Yo recuerdo bien esa ocasión. Mi tía recién se había mudado a Lakewood y organizó una fiesta para toda la familia. Como de costumbre, me prohibió asistir, pero vine a escondidas. Tenía ganas de ver a Anthony, aunque fuera desde lejos, pues no lo había visto desde la muerte de Rose-Marie. Candy me contó que esa noche, cuando Elisa y Neil la encerraron, ella estuvo gritando pidiendo ayuda.

Anthony, Stear y Archie ya se habían encargado de asustar a Candy diciéndole que en una de las estancias de la casa se escondía un fantasma. Ella escuchó pasos, y al ver que alguien se le aproximaba desde el fondo de la galería, redobló sus gritos pensando que se trataba del fantasma. Cuando me lo contó Candy, solté una carcajada, pues ese alguien era yo. Recuerdo muy bien que esa noche oí gritos y me acerqué a ver qué sucedía, pero recorrí la galería entera sin encontrar a nadie.

Antes de que yo llegara a donde estaba Candy, Anthony escuchó sus gritos y abrió la puerta del otro extremo de la galería. Candy nunca vio mi rostro, pero se acuerda bien de haber visto una figura caminando hacia ella. Ahora se ríe, recordando que ella estaba segura de que alguna estatua de cera había cobrado vida, y por supuesto nadie le creyó.

Nos conocimos poco después, en una de mis escapadas a la villa del bosque. Después de mi encuentro con Candy, empecé a pasar más tiempo ahí que en Chicago, y supongo que mi tía lo sospechaba y por eso mandaba a los guardabosques a espiar los alrededores. Ahora me alegro de que los guardabosques me hayan echado sin saber quién era yo, pues estando en Chicago pude dar las órdenes necesarias para interceptar la carreta en que viajaba Candy y después tramitar su adopción.

lunes, agosto 28, 2006

A Lakewood juntos

Los Leegan partirán pronto hacia Florida y mi tía se va a quedar sola con Archie. Ella desea que me mude a la residencia de los Andrew en Chicago. Ni muerto. Esa casa me trae tristes recuerdos. Tuve que vivir ahí cuando ella fue a Lakewood a vivir con mis sobrinos. Era yo un adolescente irresponsable, y no estaba listo aún para vivir solo.

Prefiero volver a Lakewood, sobretodo porque Candy va a venir conmigo. Va a ser como antes, pero sin mentiras de mi parte, y sin que tengamos que preocuparnos por el dinero. Me gusta mucho la compañía de Candy, y sé que Candy también desea estar conmigo. Tiene mil preguntas para mí, y yo las respondo todas, contando mi historia poco a poco. Quiero que Candy conozca mi vida entera, así como yo conozco la suya.

domingo, agosto 27, 2006

El compromiso de Candy

George recogió a Candy en Lakewood para llevarla a la fiesta de compromiso. Mi tía no sabe que Candy estuvo aquí conmigo, y por supuesto nunca me comunicó su decisión respecgto al compromiso y dudo mucho que anticipara mi presencia. Sin embargo, asistí sin ser invitado. ¿No soy acaso el dueño de la casa Andrew y puedo ir y venir cuando me plazca?

Fue muy divertido. Candy llegó con retraso, pero estaba preciosa, vestida como si de verdad fuera su fiesta de compromiso, sólo que lo primero que hizo fue anunciar frente a todos los invitados que se rehusaba a casarse con Neil, y cuando mi tía la hizo callar intervine yo, dejando a mi tía muda. Neil me reconoció como "el tipo que vivía con Candy", con lo cual mi tía entendió entonces que la enfermera que me había cuidado durante mi convalescencia había sido Candy. Estaba muy avergonzada. Frente a todos, me presenté como William, el heredero de los Andrew, y le dejé bien claro a Neil que Candy sólo se casaría cuando ella quisiera y con quién ella quisiera.

La sala se llenó de voces y cuchicheos y le sugerí a Candy que era mejor vernos más tarde afuera, cerca del lago. Varios de los invitados querían conocerme y darme la bienvenida a Chicago, y se habían olvidado ya del motivo de la fiesta. A partir de ahora, la familia tendrá que lidiar conmigo y no con la tía Elroy. Mi hermana, preocupada por Neil, no se dignó a saludarme siquiera. Tras responder las preguntas de algunos curiosos y tranquilizar a mi tía, que estaba hecha un manojo de nervios, salí al jardín.

Encontré a Candy, como siempre, trepada sobre un árbol. Le aseguré que nunca más tendrá que preocuparse por la tía Elroy y estuvimos hablando un poco sobre las responsabilidades que tengo ahora. Yo temo convertirme en una persona gruñona como mi tía, pero Candy no lo cree posible. Para ella, es más probable que yo dirija a la familia desde la copa de un árbol.

Le propuse a Candy dejar el departamento y venir a vivir conmigo a Lakewood, y ella aceptó de inmediato. Por fin vamos a estar juntos de nuevo. George va a tener que llevarla y traerla de Chicago todos los días para que pueda seguir trabajando con el Dr. Martin.

sábado, agosto 26, 2006

Otro día más

Es tan bonito olvidarse de los problemas al lado de Candy... Estuvimos perdiendo el tiempo todo el día, pescando, trepando árboles, jugando con los animales, tomando el sol mientras Candy me cubría con guirnaldas de flores... Vuelvo a sentir el sosiego que sentía en esos días que pasé al lado de ella, antes de recuperar la memoria. No quisiera dejarla ir, pero ambos tenemos responsabilidades.

Por lo pronto le dije que ni se preocupe por el compromiso con Neal, pues la tía Elroy no podrá contradecirme. Yo soy el tutor legal de Candy y mientras ella no tenga la mayoría de edad, no puede casarse sin mi consentimiento. Esto último no fue del todo de su agrado, pues ella considera que es libre y puede casarse con quien quiera me guste o no. Rápidamente le aseguré que yo nunca me opondría a su voluntad. En verdad, yo no pienso nunca imponerle nada a Candy. Quiero que siempre escoja libremente, aunque no me escoja a mí.

viernes, agosto 25, 2006

De nuevo juntos

Después de las sorpresas de ayer, le pedí a Candy que se quedara conmigo en la villa. No creo que al Dr. Martin le moleste la ausencia de Candy, y tenemos mucho que contarnos antes de encarar a la familia otra vez. Es tan natural estar a su lado y convivir juntos de nuevo... como si no nos hubiéramos separado nunca.

Aún así, Candy me reprocha haberla dejado tan preocupada. Me contó que las vecinas pensaban que yo era un gángster. Mi desaparición no ayudó en nada a mi reputación. En retrospectiva, debí visitarla aunque fuera una vez para tranquilizarla.

Me preguntó por Rockstown y yo no supe qué decirle. No me atrevo a admitir que mi intención era que ella se encontrase de nuevo con Terry, pero ella ya lo sospecha. Inventé que pasé por ahí y vi el vestido en un escaparate, aunque dudo que me crea. Me contó que efectivamente, se topó con Terry actuando borracho en un teatro barato, y que Terry al reconocerla reaccionó y mejoró su actuación. Le pregunté si tuvo oportunidad de hablar con él y ella me dijo que no quiso hacerlo, que volver a hablar con él sólo le haría más daño a ambos. Sin embargo, tuvo un encuentro con la madre de Terry. Según ella, el simple hecho de que Candy haya estado presente hizo que Terry se diera cuenta de su realidad y lo va a motivar a salir adelante.

Yo siempre creí que Candy y Terry necesitaban una segunda oportunidad para dejar las cosas claras antes de separarse definitivamente, pero parece que Candy ya había decidido no volver a buscarlo nunca. No sé si Terry vaya a ser feliz sin Candy, pero creo que de verdad Candy ha dejado de sufrir por él.

jueves, agosto 24, 2006

La verdad

Ha sido un día increíble. Incluso ahora, cuando escribo sobre todo lo que ocurrió, me parece estar soñando. Hoy Candy supo por fin la verdad. Yo habría deseado buscarla a su casa y contarle todo yo mismo, pero no pudo ser. Ella vino aquí a Lakewood, buscando al tío William. Al verme de espaldas empezó a dirigirse a mí sin ver mi rostro, y yo, sorprendido, no supe qué decir. Me dijo que no estaba dispuesta a casarse con Neil, lo cual me dejó aún más mudo. ¿Candy, casada con Neil? No atiné a decir nada por unos momentos hasta que finalmente la encaré, preguntando qué más deseaba decirme. Pobrecilla. Lo que menos esperaba era encontrarme a mí, siendo que buscaba al tío William. Finalmente entendió que somos la misma persona, pero estaba muy alterada.

Yo no lo sabía, pero Neil convenció a mi tía de respaldar un compromiso entre él y Candy, bajo amenaza de enlistarse como voluntario como hizo Stear. Todo esto me lo contó Candy entre lágrimas. George, afortunadamente, se apiadó de ella y desobedeció mis órdenes, haciéndole saber que podía encontrar al tío William aquí en Lakewood pero sin contarle más. Ya no debo esperar para anunciar que soy el verdadero jefe de la familia. Siempre supe que mi tía era capaz de cualquier cosa por sus sobrinos, pero nunca pensé que Neil lograra convencerla de esta estupidez.

Estoy muy avergonzado por no haberle dicho la verdad a Candy antes. Yo no deseaba antagonizar a mi tía, pero nunca imaginé que se atreviera a tanto. Candy está muy confundida y trato de hacerla sentir otra vez en confianza conmigo, que me vuelva a llamar Albert y no tío William, que me quiera otra vez como su amigo.

Le ofrecí un té para calmarla, y luego la invité a subir a la barca de Stear para visitar la villa donde nos conocimos. Aún no le quiero hablar sobre nuestro encuentro en la Colina de Pony hace diez años. Ya la noticia de que yo sea el tío William la dejó muy turbada.

Fiel a su alcurnia, la barca de Stear, que antes estaba tan sólida, tuvo una fuga repentina y terminamos empapados. Nos secamos al lado de la chimenea y pude notar que Candy estaba otra vez melancólica. Le pregunté si era por Terry, y dijo que sí, pero que ya se ha ido recuperando poco a poco. Le dió gusto saber que Terry volvió a Broadway.

No mencionó nada sobre su visita a Rockstown y yo tuve miedo de hacer preguntas. Lo que haya sucedido es asunto de ellos dos. Aún así, quisiera pensar que de verdad Candy ya no sufre por Terry.

Le pedí a Candy que se quedara conmigo en Lakewood y ella aceptó de inmediato. El día del supuesto compromiso iremos los dos a la residencia de Chicago, ella, para poner en su lugar a Neil, y yo pondré en su lugar a mi tía, cosa que debí hacer hace muchos años.

miércoles, agosto 23, 2006

Reporte sobre Terry

No era mi intención seguir espiando a Terry y a Candy, pero el agente que se hizo cargo de localizar a Terry me mandó un cable para avisarme que Terry se ha ido de Rockstown y, según parece, se dirige otra vez a Nueva York. No sé si esto sea o no consecuencia de su encuentro con Candy, si es que en realidad se vieron, pero me alegro por él. Ojalá logre sacar adelante su carrera de actor. ¿Dejará un día Candy de sufrir por su causa? Sólo el tiempo lo dirá. En cuanto a Terry, ¿volverá con Susana? Me cuesta trabajo creerlo. Después de amar a Candy, ¿es posible querer a alguien más?

Yo ya no me aparezco nunca por Chicago, todos los negocios los atiendo desde acá. Me aburro mucho y con frecuencia voy a la villa, que sigue llena de animales. También me dedico a vagar por todos los terrenos de Lakewood. Encontré en un rincón la barca de Stear, la que tenía forma de cisne. Tenía algunas fugas pero tras alquitranar el fondo y cambiar unas tablas se mantiene muy bien a flote. La fuente ya no funciona, pero fuera de eso ha quedado muy bien. En cuanto me haya presentado ante la familia como William Andrew y le haya contado toda la verdad a Candy, la traeré aquí de visita. Seguro que le gustaría dar un paseo en la barca.

martes, agosto 22, 2006

Regreso de Rockstown

Candy ya está de regreso. No sabemos si haya logrado hablar con Terry, pero sabemos que regresó sola a Chicago. ¿Significa eso que nunca vio a Terry? O tal vez tuvo un encuentro con él pero decidieron separarse de nuevo. Me duele en el alma pensar que Terry haya vuelto a lastimar a Candy, pero me cuentan que ella es la misma de siempre. No sé si creerles. Tampoco sé qué debo hacer para salir de dudas. Quizá la misma Candy me lo cuente cuando volvamos a estar juntos.

Candy sigue colgando carteles por toda la ciudad con mi retrato, comienzo a pensar que de verdad me echa de menos más que a Terry. Como nos preocupa que mi tía se vaya a topar con uno de esos carteles en alguno de sus paseos por Chicago, George siempre los manda arrancar. Pobre Candy, se esfuerza mucho por encontrarme, y yo muero de ganas de volver a su lado.

Debo asumir el control de la familia pronto. La tía Elroy me pide que espere unos días más. La familia sigue entristecida por la muerte de Stear y de momento hay muchas tensiones en la familia, la tía cree que no están listos para una noticia más. Así que sigo en Lakewood, sin saber gran cosa de lo que ocurre alrededor de Candy salvo por lo que George me cuenta de vez en cuando. Pero de momento George tiene que atender asuntos de mi tía y ni siquiera cuento con su compañía.

lunes, agosto 21, 2006

Nervios

No sé por qué al planear las cosas no siempre medito en todas las consecuencias. Estos días estuvimos esperando a que Candy recibiera el paquete, con la esperanza de que el anzuelo funcionase. Efectivamente, sabemos que Candy fue a Rockstown en cuanto recibió mi paquete, pero no sabemos más.

Debí mandar a alguien a seguirla hasta Rockstown, pero me pareció demasiado vil. Ya me siento bastante culpable por tener a alguien espiándola todos los días. Me dije que si de verdad estoy haciendo esto por ella, debo respetar su privacidad al menos cuando esté con Terry. Lo malo es que no sabré nunca lo que suceda cuando se encuentren.

¿Y si no se encuentran? O peor, si logran encontrarse, ¿se reconciliarían? Tendría que abandonar toda esperanza de poseer algún día el cariño de Candy. Estoy de pésimo humor y George se da cuenta. Él participó en esta aventura con mucho entusiasmo, pensando en que hacíamos algo bueno por Candy, pero creo que ya sospecha que yo también me enamoré de ella y que no deseo perderla.

lunes, agosto 14, 2006

El Vestido de Candy

George me trajo el vestido que compró para Candy para que yo lo aprobase. ¿Yo qué sé de vestidos de mujeres? Candy sabe bien que muy poco. El vestido es muy fino y más bien le servirá en primavera. Escribí una nota alegre deseándole que todo siga bien. No me atreví a decir más. Mañana mismo parte un mensajero a Rockstown para enviar el paquete desde allá.

domingo, agosto 13, 2006

¡Localizado!

Finalmente sabemos dónde esá Terry. El teatro ambulante para el que trabaja tiene apenas unos días en Rockstown, y según me dicen, le va bastante mal. Bebe mucho y eso empeora su desempeño. No me atrevo a ir yo mismo a Rockstown. Si Terry me reconoce, es capaz de huir de nuevo. Lo ideal es que Candy lo encuentre y hable con él, por doloroso que sea. Así resolverán su futuro de una vez.

La solución, por supuesto, se la debo a George. Según él, Candy está más preocupada por mi que por Terry y su prioridad ahora mismo es encontrarme. Así que George va a ir a Rockstown y le va a enviar un paquete a Candy desde ahí, poniéndome a mí como remitente. George confía en que Candy, al ver de dónde viene el regalo, vaya a buscarme a Rockstown. El paquete va a contener el vestido que siempre quise regalarle a Candy. Aún hace frío, pero cuando llegue la primavera podrá estrenarlo.

Rockstown es muy pequeño y Candy seguramente se va a enterar de que Terry está ahí. Si todo sale bien, irá a buscarlo. Más no puedo hacer para acercarlos.

sábado, agosto 12, 2006

Finalmente, algo sobre Terry

George está al pendiente de Candy, quien continúa trabajando para el Dr. Martin. Sigue buscándome y colocando carteles por la ciudad. En ese sentido, es bueno que me haya ido de Chicago, pues aún no llega el momento de contarle la verdad.

No hemos dado con el paradero de Terry, pero sabemos que estuvo un tiempo como actor en un teatro ambulante barato. Espero que pronto sepamos localizarlo para que Candy pueda hablar con él de nuevo. Aunque estando yo ausente va a ser difícil convencer a Candy.

Las finanzas de la familia siguen muy bien, gracias al empeño que ha puesto George todo este tiempo, y también a que mi tía se sabe administrar. Aunque consiente demasiado a sus sobrinos, no les permite demasiados lujos. Ahora que Stear ha muerto, su consuelo son Archie, Neil y Elisa. No sé qué consuelo le puedan ofrecer éstos últimos, pero ella los quiere mucho.

viernes, agosto 11, 2006

Candy y sus Carteles

La tía Elroy vino a visitarme y me pidió que de momento me mantuviera lejos de Chicago y de la familia. No es difícil atender los negocios desde aquí, pero hay asuntos que a la larga voy a tener que arreglar tanto en Chicago como en otras ciudades. La tía no volvió a mencionar a Candy, afortunadamente.

Temo que Neil vuelva a intentar otro truco sucio así que le pedí a George que tuviera a Candy bien vigilada. Eso sí, insistí en que hubiera mucha discreción, pues ya aprendí que los vecinos se dan cuenta de todo y no quiero ocasionarle más problemas a Candy.

Parece ser que Candy ha comenzado a colocar carteles con mi retrato por todo Chicago. Pobre Candy. Detrás de ella alguien los va quitando para evitarme problemas a mí. ¿Qué sucedería si mi tía Elroy se topara con alguno de esos carteles? No quiero imaginarlo. Tengo aquí uno de ellos y lo encuentro divertido. Se nota que lo ha dibujado el Dr. Martin y me siento culpable porque debe estar usando todo su tiempo libre en ello. Si dejo que esto continúe, peor me voy a sentir.

jueves, agosto 10, 2006

Los tres Portales

Es la primera vez que vivo en Lakewood, y me doy cuenta de que es un lugar precioso. No es de extrañarse que a la tía le gustara estar aquí. El sitio es muy tranquilo, pero está muy cerca de Chicago. La casa está llena de retratos, incluyendo los de mis padres y mis hermanas. Me gusta contemplar el retrato de Rose-Marie e imaginar cómo sería Anthony ahora. Me paseo por los tres portales y pienso en mis sobrinos, a quienes me estaba prohibido conocer cuando eran pequeños.

Cuando los padres de Stear y Archie partieron a Arabia, le pidieron a mi tía que se hiciera cargo de los chicos. Mi tía me dejó en la residencia Andrew de Chicago y se fue a Lakewood para dedicarse a cuidar a sus otros sobrinos. Yo era un adolescente, y aunque mi tía era una señora muy estricta, la echaba mucho de menos. Por lo menos tenía a Rose-Marie, que venía a verme y traía a Anthony consigo. Pero cuando ella murió, Anthony se fue a vivir a Lakewood también, y yo me quedé solo.

En cuanto los chicos empezaron a mostrar muestras de independencia, la tía Elroy comenzó a acostumbrarlos a mi autoridad, aunque no me conocieran. Ellos querían participar en las modificaciones de los jardines, cosa bastante inocua, y bajo instrucciones de la tía me escribieron para pedirme permiso. No sé que haya sido de esas cartas, pero las conservé mucho tiempo, pues era la primera vez que se comunicaban conmigo. Por supuesto les di permiso de hacer lo que quisieran. Fue así que cada uno de ellos diseñó su propia puerta: la de Archie, en estilo veneciano renacentista, recargada de cariátides y estatuas de mármol. Stear inventó e instaló su propia puerta de agua sin ayuda de nadie, y Anthony convirtió la entrada de coches en el portal de las rosas, la flor preferida de su madre.

Tiempo después yo fui a la Universidad y la tía regresó a Chicago con los chicos, atendiendo los negocios de la familia. Lakewood estuvo abandonado por unos años. Cuando cumplí ventiún años heredé la fortuna de los Andrew y todas las responsabilidades que antes eran de mi tía, y regresé a Chicago para ocupar la residencia Andrew. Mi intención era darme a conocer ante toda la familia, pero la tía Elroy pensaba que yo aún era muy joven e inexperto, que primero tenía que acostumbrarme a llevar las riendas de las empresas y las propiedades. Se llevó a los chicos de regreso a Lakewood, y fue ahí donde ellos conocieron a Candy.

¿Cómo estará Candy ahora que me fui? La echo mucho de menos. Ojalá algún día venga a vivir aquí conmigo. Este sitio debe traerle muy buenos recuerdos.

miércoles, agosto 09, 2006

Regreso a Lakewood

Hoy iba entrando a casa cuando oí que la casera le reprochaba a Candy el vivir conmigo. Supuse que los chismes de Neil habían llegado a sus oídos, pero la realidad es otra. Me han visto ir y venir con los mensajeros de George y se imaginan que tengo actividades ilícitas. La única solución es contarle a Candy toda la verdad, pero primero debo recuperar mi lugar como cabeza de la familia Andrew.

Me dí la media vuelta y regresé más tarde. Candy estaba dormida y no tuve el valor de despertarla para despedirme. Apenas le dejé una nota explicando que he recuperado la memoria, que no deseo que la echen de casa por mi culpa y que pronto vendré a buscarla. Le dejé también algo de dinero.

Durante todo este tiempo pude haber planeado una despedida mejor, fui muy estúpido al no hacerlo. Ella seguramente se va a enojar muchísimo conmigo por haberla abandonado sin darle las gracias siquiera. Muy a mi pesar, me he ido a Lakewood. Pronto mi tía y yo anunciaremos mi regreso ante toda la familia y entonces podré aclararle todo.

martes, agosto 08, 2006

Prohibiciones

Recibí un mensaje de mi tía pidiéndome que no intente comunicarme con Candy mientras no aclaremos todo ante el resto de la familia. Ni siquiera le devolví el mensaje, pues hasta ahora no le he contado mentiras a mi tía, digamos simplemente que le he ocultado algunas verdades. Sería poco honesto prometerle que no voy a buscar a Candy, siendo que estoy viviendo con ella.

¿Por qué me mandó este recado justo ahora? Para la tía Elroy, Candy no es más que un capricho mío, y no la puede soportar. Pero ya antes habíamos hablado sobre Candy y nunca me había prohibido en términos tan explícitos el contacto con ella. Ante esta actitud, veo que no importa que Neal se obstine en conquistar a Candy, pues mi tía Elroy nunca la va a aceptar en la familia.

En cuanto al mensaje de mi tía, la realidad es que ella ya no puede prohibirme nada. Hace varios años cumplí mi mayoría de edad soy yo quien dirige ahora las empresas y la fortuna de la familia. Pero por lo visto algunos hábitos son difíciles de dejar.

lunes, agosto 07, 2006

Llorando a Stear

Hoy Candy no estaba en casa cuando yo llegué. Supuse que seguía muy triste por la muerte de Stear. Fui a buscarla al parque de Chicago, pues sé que a ella también le gusta estar cerca de la naturaleza, como a mí. Así fue como ella me encontró cuando huí del hospital, pues me conocía bien.

Al principio no la encontré en el parque, pero recordé que siempre que puede se trepa a un árbol, y que a Stear siempre le había gustado el cielo... sobre un árbol Candy estaría más cerca del cielo. Efectivamente, Candy había trepado al árbol más alto, al que tuve que trepar yo también para pedirle una vez más que me contara sus penas.

Candy no quiere ponerme triste. Pero si no desea compartir sus penas, más me entristezco.

domingo, agosto 06, 2006

LaTristeza de Patty

Candy fue hoy a conocer a los padres de Stear para darles sus condolencias. Patty estaba muy deprimida, y me cuenta Candy que intentó suicidarse con un cuchillo. Candy la detuvo y logró hacerla entrar en razón. Patty está pasando por un mal momento y creo que podría intentarlo de nuevo, menos mal que cuenta con la compañía constante de Annie. Se consoló un poco cuando llegaron las pertenencias de Stear en una caja. Entre todos sus inventos había un regalo especial para ella: un par de marionetas abrazadas, con rostros parecidos al suyo y al de Stear. El mensaje del regalo era que no debía estar triste y que mientras ella sonría, también sonreirá él. Espero que esto le de paz.

La tía Elroy ha estado encerrada en sus habitaciones desde ayer.Le mandé mensajes con George para encontrarnos de nuevo en Lakewood, pero no quiere salir de casa. No voy a insistir. Con el tiempo se sentirá mejor y hablaremos de nuevo sobre anunciar mi identidad ante la familia.

sábado, agosto 05, 2006

El funeral

Observé el funeral de Stear desde lejos, sin atreverme a contradecir los deseos de la tía Elroy. Habría pasado el día con Candy, pero ella desapareció. Pensé que tal vez haría lo mismo que yo, que asistiría desde lejos, pero no fue así. Después me contó que estuvo el día entero en la iglesia, despidiéndose de Stear. Allí, se encontró con el padre de Anthony.

El Sr. Brown es un hombre gentil y afectuoso, por ello Rose-Marie lo amaba tanto. Me dijo Candy que estuvieron hablando un poco sobre Anthony, y que al despedirse, el Sr. Brown le dio un abrazo. Dice Candy que por primera vez supo lo que debe sentirse cuando se abraza a un padre.

Candy, quien nunca se ha lamentado por ser huérfana, comenzó a llorar tras esas palabras. Yo la tomé en brazos, ¿qué otra cosa podía hacer?, estuvimos así unos momentos hasta que ella dejó de llorar y, sonriendo, me dijo que teniéndome como hermano, no le hace falta un padre. Sus palabras me hirieron, pues yo daría cualquier cosa por que ella me quisiera de otra manera. Pero debe bastarme con que ella piense en mí, y que yo sea capaz de brindarle un abrazo de hermano.

viernes, agosto 04, 2006

Un día aciago

Stear ha muerto. Supimos que su avión fue abatido y no hay esperanza alguna. La tía Elroy está devastada y no quiere ver a nadie. Va a haber un servicio fúnebre pero la tía no desea que yo asista. Por supuesto, tampoco quiere que Candy esté presente, y yo no me siento con ánimos de contradecirla en estos momentos. No sabía cómo compartir esta noticia tan triste con Candy, pero Annie ya se lo había dicho cuando volví a casa. Candy debe estar sufriendo mucho, pues Stear era uno de sus mejores amigos.

Stear era también mi sobrino, y me considero afortunado por haberlo conocido. Es algo más que le debo a Candy sin que ella lo sepa: si no hubera sido por ella, no habría podido conocer a mis sobrinos. Recuerdo que en Londres los reconocí de inmediato, aunque no nos hubieran presentado, pues Candy sabe describir a las personas como nadie más. Es uno de sus dones.

Supe por Candy que los padres de Stear vendrán aquí para el funeral, así como el padre de Anthony. Mi tía no mencionó nada al respecto. Creo que no desea que yo me encuentre con ellos. La verdad es que ni siquiera recuerdo sus rostros, y aunque la madre de Stear es mi hermana, nunca tuvimos mucho contacto. No sabría qué hacer para consolarla.

¿Por qué la tía me aleja de mi propia familia? Cuando yo era pequeño, ella temía que mis cuñados fueran a abusar de mí, pero ahora tengo la impresión de que no quiere perder el control de la familia todavía.

jueves, agosto 03, 2006

Candy y Terry

Reflexionando un poco sobre lo ocurrido con Neil, caigo en cuenta de lo mucho que Candy sigue queriendo a Terry, al grado de actuar de manera tan irreflexiva y subir al coche de un desconocido con la esperanza de encontrarse con él. Si Candy se lo pidiera, ¿volvería Terry con ella a pesar de Susana? Seguramente. Por algo Terry huyó de Nueva York. No estoy seguro de lo que yo deseo. Terry no es más que un joven confundido a quien aún le falta madurar. No sé si Candy pueda ser feliz a su lado. Pero también me pregunto si mis sentimientos no estarán nublando mi propio juicio.

De momento no puedo hacer nada, ya hay más de un investigador privado siguiendo la pista de Terry. Lo que tengo que decidir es qué debo hacer una vez que dé con su paradero. Espero que para entonces Candy sepa ya la verdad sobre mí y yo pueda arreglar su encuentro con Terry. No debo pensar en lo que ocurra después.

Neil me preocupa también. Aunque nunca conviví con él, desde que yo era niño oía historias sobre él. Sé que cuando se le mete algo a la cabeza hace hasta lo imposible por conseguirlo. No tengo ni idea de qué va a planear ahora, y tengo miedo de enterarme. Lo bueno es que pronto Neil tendrá que respetar mi autoridad.

miércoles, agosto 02, 2006

Otra carta más

Candy se encontró a Patty hoy en la iglesia. Recibió otra carta de Stear desde el frente y fue a dar gracias. Ojalá sigan llegando sus cartas, pues las buenas noticias alegran mucho a Candy, aunque hoy ella me miraba preocupada. Supongo que las vecinas le habrán inventado algún chisme sobre mí, pues hoy al salir de casa las oí murmurar, pero ella no se atreve a preguntarme nada.

La parte legal de mi herencia ha quedado arreglada, y una vez más soy yo quien tendrá la última palabra en cuanto a las empresas de la familia. Respecto a la familia misma, mi tía sigue llevando la batuta, lo cual me parece perfecto pues no quiero lidiar con un montón de gente malcriada justo ahora.

Estoy limpiando un poco la villa del bosque cerca de la cascada donde conocí a Candy. Creo que preferiría vivir allí y no en Lakewood, como sugiere mi tía, pero George le da la razón a ella en ese sentido. Lakewood está más Cerca de Chicago, donde yo tengo muchos asuntos que arreglar. La residencia de los Andrew, en Chicago misma, sería mejor todavía, pero ni la tía quiere explicar mi presencia a los Leegan ni yo tengo ganas de vivir con ellos.

Vivir en Lakewood no me parece una mala idea, en especial porque sospecho que a Candy le gustaría ir a vivir ahí conmigo cuando se sepa la verdad sobre mí.

martes, agosto 01, 2006

Regalos para Candy

Terminé por comprarme otro coche, a ver si las vecinas dejan de murmurar cada vez que me subo al coche de un desconocido. No es un coche nuevo, pues no deseo llamar la atención, pero por lo menos no se va a quedar tirado por ahí. A Candy le gustó mucho el coche, pero prudentemente me aconseja administrarme mejor. Río para mis adentros, Candy es la única Andrew que cuida bien el dinero. Me divierto trayéndole peqeños obsequios a Candy, como un abrigo nuevo o simplemente bombones. Aún no es el momento de que regresemos con los Andrew, pero yo quiero que goce de los lujos que el resto de la familia suele darse.

Ella es verdaderamente parte de la familia para mí. No somos hermanos, por supuesto, y Dios sabe que lo que siento por ella no tiene nada que ver con el cariño fraternal. Pero no hay nadie en mi familia que me haya hecho tan feliz como Candy, y yo necesito corresponderle de alguna manera, aunque sea con regalos insignificantes.

Ya no necesito transporte, pero los mensajeros de George siguen viniendo con frecuencia. Además, sin que yo lo solicitara, contrató guardaespaldas que hacen rondas alrededor de la casa como si yo fuera una valiosa pieza de museo. Crecí rodeado por personal de seguridad desde mi infancia y en general no me molesta su presencia, pero las vecinas no están nada a gusto con gente extraña merodeando por acá. Le pedí a George que retirara a los guardaespaldas, por lo menos. Vivimos en una zona bastante tranquila y mientras nadie sepa mi verdadera identidad no creo estar corriendo ningún riesgo.

lunes, julio 31, 2006

Más mentiras

Me encapriché con mandar a recoger el coche que se quedó tirado a mitad de la carretera. No puedo explicarle a Candy que era el coche de mi padre, y ella considera que gastar tanto dinero para recuperar un coche en tan mal estado es un desperdicio. Tengo que justificar de alguna manera mis ingresos, pues esta situación no puede durar demasiado. Por un lado la tía me presiona para que vuelva a Lakewood, pero sin anunciar todavía mi retorno ante la familia.

Yo mientras tanto espero localizar a Terry para que Candy y él puedan hablar y explicar sus sentimientos, tal vez incluso reanudar su relación. Sería muy doloroso para mí, pero después de todo lo que ha hecho Candy por mí, no debo interponerme. Le debo mucho a Candy, pero sobretodo le debo la verdad. Espero que pronto pueda contarle todo desde el principio y así no tener que mentirle más.

Últimamente paso poco tiempo con Candy, pues me tengo que poner al corriente en muchos de los negocios dela familia. Con frecuencia George manda a alguien a recogerme para ir a atender algún pendiente, y las vecinas me miran con sospechas. No sé qué se estén imaginando, pero no creo que sea nada bueno.

domingo, julio 30, 2006

El engaño

Neil, mi sobrino inaguantable, se ha encaprichado con Candy. Llegó al punto de engañarla para llevarla a una de las residencias de los Andrew. Yo apenas pude adivinarlo al saber en qué dirección iba el automóvil que la llevaba, y fui tras ella. De nada sirvió. Mi automóvil se descompuso y tuve que seguir a pie, todo el camino preocupándome por lo que podría pasar. Afortunadamente, Candy escapó de Neil y me encontró a mitad del camino. Estaba muy alterada, no sólo por la rabia hacia Neil, también por el hecho de que la hayan engañado haciéndole pensar que era Terry quien la esperaba.

Hice lo que pude por tranquilizarla. Ella temblaba y la envolví en la única manta que tenía. La abracé y le di un beso en la frente. Al hacerlo, me di cuenta de que ella llevaba el medallón de los Andrew. Al preguntarle por él, me dijo que es su amuleto. ¿Quién me iba a decir a mi, hace diez años, que mi medallón le iba a servir de amuleto a aquella chiquilla pecosa? Aún recuerdo el disgusto que le causé a mi tía cuando le dije que había perdido el medallón.

Para Candy, el hecho de que yo haya dado con ella es una muestra de lo bien que funciona su amuleto. Me emociona pensar que Candy me considera de buena suerte.

Pasamos la noche a la intemperie. Candy consiguió dormir un poco, pero yo no. No sé si era el frío de la noche o la cercanía con Candy, pero yo no dejaba de temblar. Volvimos a Chicago por la mañana, cansados y entumecidos. No sé cómo Candy tuvo ánimos de ir a trabajar.

Esto no habría ocurrido si Terry no hubiera desaparecido. Siento lástima por Terry, porque su carrera se ha venido abajo y debe estar pasándolo mal, pero también siento rabia. Si es verdad que quiere a Candy, ¿por qué no viene a buscarla?

sábado, julio 29, 2006

Buscando a Terry

Ahora que tengo los recursos a mi alcance, me propuse encontrar a Terry. No sé si verlo de nuevo sea lo mejor para Candy, pero mientras no se tengan noticias suyas ella va a seguir preocupada por él.

Afortunadamente, George sabe hacerse cargo de esas cosas. Confío en que logrará localizar el paradero de Terry. Lo que no sé es cómo voy a orquestar un encuentro con Candy una vez que sepamos dónde se encuentra, pero es importante llevarlo a cabo. Candy sufre mucho por él, lo disimula, pero yo me doy cuenta.

¿Qué ocurrirá cuando se encuentren? Mi deseo sería que Candy convenciera a Terry de volver con Susana. Pero ella lo quiere mucho, y tal vez decida reanudar su relación a pesar de lo ocurrido. No me gusta pensar en la reconciliación de Candy y Terry, pero no debe importarme. Lo importante es que Candy deje de sufrir, y mientras Terry no entre en razón ella no va a ser feliz.

viernes, julio 28, 2006

El paseo

El imbécil de Neal sigue molestando a Candy. No lo soporto. Hoy mismo le hizo ver un artículo del periódico en que hablan de la desaparición de Terry. ¿Qué obtiene haciéndola sufrir?

Candy se recupera rápido de estas cosas. Con permiso del doctor Martin, la llevé de paseo en el coche viejo. Le dije que estoy trabajando ahora en el zoológico. No me gusta mentirle, pero no tenía otra forma de explicar el coche. Por cierto, me parece que este coche me va a durar muy poco. En todos estos años nadie se molestó en darle mantenimiento.

Candy disfrutó mucho el paseo, y ella misma reconoció la similitud con la colina de Pony. Claro que no le dije que por eso escogí ese sitio, pero el corazón no me falló y me alegra haberle dado esta sorpresa. Candy a su vez me sorprendió a mí trepándose a un árbol, como si fuera todavía una niña pequeña. Ella dice que no dejará de treparlos nunca, aunque sea viejita.

Yo tenía muchos años de no trepar a un árbol, y ahora que lo hice en compañía de Candy, me alegro muchísimo. Con ella me siento más despreocupado y más libre, como si fuera un niño otra vez.

Tontamente, no traje suficiente comida para ambos, pero Candy sugirió que compartiéramos el almuerzo. En ese momento me di cuenta de las muchas cosas que he compartido con Candy estos últimos meses, y le hice prometerme que compartirá también sus penas conmigo. No me gusta verla sufrir a solas. Ella cree que no me doy cuenta, pero lo sé muy bien.

jueves, julio 27, 2006

El coche de mi padre

Mi padre tenía un automóvil que no se ha usado en todos estos años. Dice la tía que yo lo puedo usar. Es una pena que Stear no esté por acá, él me habría ayudado a ponerlo en forma. George tiene un amigo mecánico y con su ayuda lo hemos echado a andar, pero es evidente que los años no han pasado en vano. Siento deseos de llevar a Candy de paseo, y sé justo el sitio que le gustaría. En las afueras de Chicago hay un paraje que se parece mucho a la Colina de Pony. Yo solía ir allí de pequeño con mi padre. Claro que no le puedo mencionar a Candy la similitud con la colina, pues ella supone que yo nunca he estado allí. Tampoco tengo idea de cómo justificar el coche. Ya se me ocurrirá algo.

Es verdad que el dinero no da la felicidad, pero por lo menos trae tranquilidad y un poco de libertad. Tranquilidad de saber que tendrás para pagar la renta y la comida, y libertad para darte pequeños gustos. Antes de recuperar la memoria, soñaba con ahorrar lo suficiente para comprarle un vestido a Candy. Ahora podría comprarle miles, pero prefiero que mi primer regalo sea este paseo.

miércoles, julio 26, 2006

Noticias desde el frente

Patty recibió otra carta de Stear y le mandó un recado a Candy para que fuera a la residencia Andrew después de trabajar, y así leer la carta con sus amigos.

Neal no desaprovechó la oportunidad de acosar a Candy de nuevo, pero Candy lo puso en su lugar. ¿Qué se ha creído? Disfruto pensando lo mucho que se va a arrepentir de sus malas acciones cuando yo termine de asumir el control de la familia. Entonces tendrá que pedirle disculpas a Candy.

Por cierto que Candy me contó que antes de salir a buscar trabajo, lo primero que hizo fue ir a la Residencia Andrew a golpear a Neil. Ese es un aspecto de Candy que me preocupa mucho. Debería aprender a controlar su carácter, ya no es una niña y no puede solucionar las cosas a golpes. Claro que con tipos como Neil tal vez sea lo único que funcione.

La carta de Stear era melancólica y dejó a Candy algo triste. Yo le digo que no pierda la fe, que pronto terminará esta guerra y Stear estará con nosotros de nuevo, aunque la verdad es que, por lo que he estado leyendo, América terminará involucrándose en la guerra también. Pero prefiero no pensar en ello, y mucho menos preocupar a Candy.

martes, julio 25, 2006

Las lágrimas de Candy

Hoy Candy estaba melancólica. No sé si sea por la nueva situación, en que en lugar de trabajar en el Hospital Sta. Ana trabaja para una clínica insignificante en las afueras de Chicago, con una paga mucho menor. Sospecho que además sigue languideciendo por Terry aunque ella no lo dice. De hecho, me desespera que no diga nada. Está muy bien ser una persona estoica y no doblegarse ante las adversidades, pero nadie es de hierro, y me gustaría que Candy platicara conmigo sobre cómo se siente.

Por lo menos Poupée tuvo más suerte que yo como confidente de Candy. Escuché cómo le hacía promesas sobre no volver a llorar y ser la misma Candy de siempre. Quisiera decirle que en esta vida siempre vamos a tener momentos buenos y malos, y que no hace falta fingir que los momentos malos no existen.

lunes, julio 24, 2006

Poco a poco

Recuerdo cómo me preocupaba pensando que el tío William no deseaba saber más de Candy, y nunca me imaginé que aquello no tendría relevancia alguna. El problema en realidad es que mi tía nunca aceptó a Candy como otra Andrew más.

Soy un romántico y no tengo esperanza, pero la idea de que Candy lleve mi apellido me hace sonreír. ¿Qué importa si piensa en mí sólo como un hermano, si al fin y al cabo compartimos el mismo nombre? Claro, hasta que ella se case, pero espero que falte mucho para eso.

Me preocupa la actitud negativa de mi tía. Fingí no saber nada de Candy para conocer la versión de mi tía, y es totalmente desproporcionada. Para mi tía, Candy es una chica rebelde que se escapó del colegio, despreciando la oportunidad de una vida mejor que yo quise darle. Que se haya titulado de enfermera no le parece nada meritorio, más bien le parece vergonzoso que una Andrew trabaje para ganarse el pan. Por supuesto, lo que más le escandaliza son los chismes de Neil, quien ya le fue a contar que Candy vive con "un hombre". Si mi tía supiera que ese hombre soy yo, ¿cambiaría de opinión?

Yo sólo le digo que no debe juzgar a Candy sin saber primero su versión de los hechos, pero no me atrevo a decir más. Mi tía no quiere aceptarla de nuevo en la residencia Andrew. No es que Candy lo desee, pues ella está feliz lejos de los Leegan y le gusta trabajar para el Dr. Martin. Pero yo ya quisiera verla otra vez en el lugar que le corresponde como miembro de la familia. Además, así podríamos seguir juntos, bajo el mismo techo, como hasta ahora.

Todo a su tiempo. Para empezar, yo ya dejé mi empleo de lavaplatos, sin pensarlo dos veces, y todos los días voy a las oficinas de George a familiarizarme con el estado de las propiedades y negocios de la familia. También hace falta ir con notarios y abogados para "volverme a la vida", pues de verdad me daban ya por muerto. Cuando se concluyan los trámites legales la tía me presentará ante toda la familia como el heredero de los Andrew, y se terminarán las mentiras.

domingo, julio 23, 2006

Tía Elroy

Hoy George me llevó a Lakewood, donde por fin pude ver a la tía Elroy... ¡Qué contenta se puso al verme! Ella me quiere mucho, pero no lo dice. Cuando murieron mis padres ella temía que mis cuñados fueran a manipularme y a tratar de controlar la fortuna Andrew, por eso ideó lo del tío lejano que no viene nunca de visita. ¿Cómo lograron mis hermanas guardar el secreto? Tengo ganas de verlas también, aunque mi relación con ellas siempre fue muy distante. Sólo me llevaba bien con Rose-Marie, la madre de Anthony.

Le conté a mi tía todo lo que me ocurrió, incluyendo a la enfermera maravillosa que no quiso darse por vencida y que me recibió en su casa. Por supuesto, no le dije quién era. Quizá cuando sepa que fue Candy quien que me cuidó todo este tiempo sea más considerada con ella.

Mi tía opina que debo asumir el control de la fortuna de la familia cuanto antes, lo cual no va a ser nada fácil. Han pasado tres años desde que me fui a Londres y después al África. Pobre Candy. Cuando supe que dejó el Colegio San Pablo emprendí el regreso a América, para tratar de convencerla de seguir sus estudios, pero el destino quiso retrasarme. Afortunadamente ella ha salido adelante, ya es una enfermera titulada, y con un poco de suerte e influencias le conseguiré un puesto en otro hospital. Eso sí, hasta que el resto de la familia no sepa mi identidad, he decidido no hacerle saber que ya recuperé la memoria.

Mi tía quiere que me mude a Lakewood de inmediato, pero no deseo hacerlo todavía. Le dije que aún necesito de los cuidados de mi enfermera... aunque en realidad soy yo quien debe cuidar de ella en estos momentos.

sábado, julio 22, 2006

George

Debo hacerle saber a mi tía que me encuentro bien, ella debe estar muy preocupada por mí. No puedo presentarme sin preámbulos en la residencia de los Andrew. Para empezar, porque Neil me reconocería como el tipo que vive con Candy, y por otro lado, por que no sé cuál sería la reacción de mi tía. Temo que revele quien soy ante los Leegan, lo cual ocasionaría toda clase de problemas.

Fui a buscar a George primero. Nunca dudé que seguiría al servicio de mi familia, y dí con él con facilidad, pues conozco bien la oficina que él ocupa desde hace muchos años siempre que se encuentra en Chicago.

George estaba feliz de verme. Nunca esperó encontrarme aquí, y mi historia le sorprendió muchísimo. Él y mi tía incluso pensaban que yo podría haber muerto, y tomaron provisiones para que el control de la familia quedara de nuevo en manos de ella en caso de que se confirmase mi muerte.

Mi regreso va a facilitar las cosas en cuanto al control de las empresas, pero George me advierte que la noticia no le va a caer bien a los Leegan. Sobretodo a mis sobrinos, Neil y Eliza, quienes ya deseaban que se confirmase mi muerte.

De momento todo está bajo el control de mi tía Elroy, como estaba antes de que yo cumpliera la mayoría de edad. Necesito retomar ese control, pero antes de iniciar ningún paso legal, necesito hablar con mi tía. George, siempre tan ingenioso, piensa darle la noticia en secreto, y arreglar nuestro encuentro en Lakewood.

No va a ser un encuentro fácil, pues George me ha contado que mi tía efectivamente está muy preocupada por mí, pero que en estos momentos está furiosa con Candy por los chismes que ha inventado Neal sobre ella. Conozco a esa alimaña y ya me imagino cómo distorsionó las cosas. Mi tía no quiso nunca a Candy y siempre la culpó de todas las desgracias de nuestra familia.

Yo quisiera hablar de inmediato con ella y dejar bien claro que fue Candy quien se ocupó de mí todo este tiempo, pero George no lo recomienda. Teme que la tía piense que estoy bajo la influencia de Candy. Dice que es mejor esperar a que mi aparición como cabeza de familia sea oficial. Entonces tendré mejores posibilidades de ayudar a Candy.

Uno pensaría que es estupendo que Candy, por sus propios medios, haya terminado sus estudios y que tenga trabajo, pero mi tía, por lo visto, no le ve de esa manera. Al menos George está feliz de saber que Candy me ha cuidado todo este tiempo y que a pesar de las intrigas de Neil ella se encuentra bien.

Yo siento lealtad y aprecio por mi tía, pues fue ella quien se ocupó de mí cuando murieron mis padres. Aunque George era quien más tiempo pasaba conmigo, ella siempre me quiso mucho, y como yo era el único hijo varón de su hermano, tenía grandes planes para mí. Siempre toleró mis excentricidades pero se encargó de que no descuidase mis estudios, y supo protegerme a su manera. Me entristece mucho que nuestra relación se haya enfriado tanto desde mi decisión de adoptar a Candy. Entonces yo acababa de cumplir mi mayoría de edad, y ella lo interpretó como un acto de rebeldía de mi parte.

Ahora me sorprendo al pensar en la niña rubia que rescaté de la cascada, tan indefensa y sola, convertida en una mujer independiente que ha afrontado tantas amarguras y retos sin perder la alegría. Ella sigue muy triste por Terry. Hoy la vi llorar en compañía de Poupée. Ella no me vió, pero yo sé que esta sufriendo mucho. No deseo dejarla todavía. Le inventaré alguna historia a mi tía para quedarme aquí un poco más de tiempo.

viernes, julio 21, 2006

El león

Cuando Candy más me necesita, más le fallo. La despidieron del hospital por mi culpa, ya que Neil hizo saber a todos que Candy vivía conmigo. Ella salió a buscar trabajo hoy, mientras yo paseaba con el doctor Martin. Nos encontramos en el parque, y apenas pudimos hablar pues un león que escapó del circo apareció de repente, aterrorizando a la gente. ¿Por qué me suceden estas cosas a mí? Es inverosímil. El león quiso atacar a Candy y yo, por protegerla, recibí un zarpazo. Era muy superficial y logré apaciguar al león antes de que le disparasen los guardias del circo, pero de inmediato tuvimos que ir a la clínica del doctor Martin.

El incidente asustó muchísimo a Candy. Ella misma quiso vendar mis heridas y entre lágrimas me repitió que no debí arriesgarme tanto. Me conmueve el cariño que Candy siente por mí, pero ¿por qué ella no me cuenta sus problemas? Ni siquiera mencionó el incidente de los periódicos, y me ocultó que a causa de los chismes de Neil la despidieron del hospital. Yo ahora estoy en posición de ayudarle, pero ella ya aceptó trabajar para el doctor Martin. Necesito ponerme en contacto con George y la tía Elroy cuanto antes. No es justo lo que le sucede a Candy.

Es muy difícil para mí decidir el siguiente paso. Temo que Candy me rechace cuando se entere de mi verdadera identidad. Por añadidura, el incidente de ayer sirvió como recordatorio de que sigue sufriendo mucho, y he decidido no dejarla sola todavía.

Me pesa enormemente ver a Candy tan triste, y peor me siento al pensar que yo tuve la culpa por querer ocultarle esos recortes. ¿No será que en mis celos quise sacar a Terry por completo de la vida de Candy? No soy capaz de reconocer mis propias motivaciones.

Sigo aturdido y confuso, y necesito idear bien la manera de decirle las cosas a Candy. Me habría gustado que mi historia fuese más sencilla, que yo de verdad fuese el vagabundo que se hizo su amigo cuando ella era niña, que no nos unieran más lazos que esa amistad. Podría entonces contarle la verdad, y ella estaría feliz de verme recuperado, y podríamos seguir juntos, como hasta ahora.

Pero la realidad es muy distinta. Yo soy el tío William, y soy su tutor por lo menos hasta que ella cumpla la mayoría de edad. Yo nunca quise mentirle a Candy, pero toda mi infancia viví bajo otra identidad, y así fue como ella me conoció. No me gusta seguir mintiendo, pero tampoco puedo decirle la verdad sin hablar antes con mi tía. Tengo que planear bien cómo y cuándo contarle que he recuperado la memoria, pues también tendré que contarle el resto de mi historia. Lo que está claro es que no debo dejarla ahora.

Quizá mañana le pida perdón por el incidente de los periódicos y aprovechemos para hablar sobre Terry, pero no le diré aún que recuperé la memoria. ¿Me odiará más tarde por ocultarle la verdad? Lo cierto es que ya tiene razones para odiarme, por haber escondido las notas sobre Terry.

jueves, julio 20, 2006

Opiniones

A ojo de buen cubero, queda menos de un mes para que se acabe el manga. Este fic lleva ya dos meses apegándose al manga (con alguna que otra licencia) y no me gustaría cambiar las reglas.

Así que me pregunto, debo continuar la historia o dejar todo hasta el fin del manga? Si he de continuar la historia, ¿a alguien le interesa hacerlo conmigo? Al fin y al cabo, en blogger se puede dar de alta más de un autor.

Espero sus comentarios.

Pioggia

Lo estropeé todo

Candy encontró los periódicos que hablaban sobre Terry y que yo había ocultado para que ella no sufriera. Me di cuenta cuando volví a casa y la encontré dormida al pie de la cama, con los periódicos esparcidos. Se nota que estuvo llorando y que el cansancio la venció. Cuando escondí esos recortes, lo hice pensando en evitarle más disgustos, pero ya veo que fue una mala decisión. Al descubrir de golpe la verdad debe haber sufrido mucho más.

No quise despertarla, y la llevé en brazos a su cama. Aún entre sueños, Candy seguía llorando. Se veía tan frágil y tan infeliz que me llené de tristeza. Enjugué sus lágrimas, acaricié sus cabellos. En esos momentos me habría gustado mucho tomarla en brazos y decirle cuánto la quiero, que no quise nunca lastimarla, pedirle perdón. Son muchas las cosas que llevo dentro y siento que estallo. Si por mi fuera, le diría que recuperé la memoria y le contaría toda la verdad. Pero no puedo hacerlo sin saber qué ha ocurrido en mi ausencia. Me doy cuenta también de que, aunque mi curación le daría motivos para sonreír, sus penas no se terminarían. Y en momentos así no puedo dejar que sepa lo que siento de verdad por ella, podría confundirla o alejarla.

Al final no dije nada, no me atreví a despertarla. Tendremos que hablar más tarde. De alguna manera tengo que convencerla de hablar con Terry. Sólo así podrán saber ellos mismos si de verdad se siguen queriendo o si sólo siguen enamorados de un recuerdo. Y sobretodo, él tiene que entrar en razón. Está arruinando su vida entera y necesita enmendarse. Quizá Candy lograría convencerlo de dejar el alcohol, por lo menos.

Yo sé de borracheras, he tenido muchas. Dondequiera que están los Andrew hay alcohol en abundancia, y por si esto no bastara, heredé una fortuna que me permitía perder el tiempo y el dinero. Terry, que creció con una familia noble en Inglaterra, seguramente también. Terry debió sentirse solo desde pequeño, desde la separación de su madre hasta el rechazo de su madrastra. Mi propia infancia no fue envidiable. Quedé huérfano siendo muy pequeño, pero por lo menos tuve a mi hermana Rose-Marie, quien siempre me quiso mucho. Mis otras dos hermanas nunca se molestaron en escribirme o visitarme, pero Rose-Marie siempre que podía venía a verme junto con su esposo y su hijo. Y aunque la tía Elroy sea tan severa, su cariño es sincero. En cambio, Terry siempre ha estado solo.

miércoles, julio 19, 2006

Como una cascada

Así fue como, de golpe, me cayeron encima todos los recuerdos. Estaba yo secando platos en el restaurant y de repente me estalló la cabeza. Perdí el conocimiento, y al despertar lo primero que vino a mi mente fue el rostro sonriente y pecoso de Candy. Tras él, tuve ante mí el resto de mi historia, como si hubiera estado ahí todo este tiempo.

¡Tantos recuerdos! No soy un criminal, Dios mío, gracias, pero tampoco soy el vagabundo que Candy conoce. Es todo mucho más complejo, y casi parece un sueño o un cuento. No puedo decirle a Candy toda la verdad sin preámbulos. Primero debo saber como están los asuntos de mi familia. Debo buscar a mi tía y hacerle saber que estoy bien. Pero, ¿y después? ¿No debería hablar con Candy primero? ¿Y qué le voy a decir? No puedo decirle la verdad, no sin antes hablar con mi tía. Pobrecita, es una señora muy dura, pero seguramente está muy angustiada por mí. ¡Y Stear está en el frente! Mi tía debe estar sufriendo mucho. Pero no me deben ver en la residencia Andrew, primero necesito localizar a George. Dios, tantas cosas que hacer, no sé por dónde comenzar. Es agobiante.

Estuve un tiempo tumbado en la hierba reviviendo mis recuerdos, saboréandolos y gozando de ellos. Algunos son dolorosos, pero tengo muchos buenos recuerdos de mi vida, antes y después de mi accidente. ¿A dónde iré ahora? Por lo menos hoy voy a regresar con Candy, quizá por última vez.

martes, julio 18, 2006

Los Inventos de Stear

Hoy fue Neal al hospital para invitar a Candy a salir. ¿Qué se traerá entre manos? Es imposible confiar en una persona como él. Candy, por supuesto, se negó rotundamente, pero Neal amenazó con contar su "secreto". De alguna manera, Neal averiguó que estoy viviendo con Candy y piensa que puede chantajearla con esa información. Ella ha decidido hablar mañana mismo con el Dr. Leonard antes de que Neal lo haga, pero me preocupa mucho lo que pueda suceder. Espero que el Dr. Leonard no malinterprete la situación de Candy.

Por casualidad, Candy se encontró con el Dr. Martin y descubrió que es un alcohólico perdido. Yo ya lo sospechaba. Le obsequió uno de sus rompecabezas de metal para ponerla de buen humor. No sé si hubiese funcionado, pero no hizo falta, pues hoy estuvo Patty de visita y trajo un regalo que Stear le envió desde Francia. Es increíble que estando en el frente Stear siga inventando cosas, en este caso un casco con una hélice que las chicas decidieron probar dentro de la casa. Habría funcionado muy bien si Candy no se hubiera golpeado contra el techo. Menos mal que las muchachas se divierten. Es una pena que Stear no esté aquí, ya que sus ocurrencias ponen de buen humor a Candy.

lunes, julio 17, 2006

Noticias sobre Terry

Sigue habiendo malas noticias de Terry en los periódicos. Cuentan que se ha vuelto alcohólico, que el espectáculo se ha cancelado y que él dejó la compañía Stratford. Creo que está bien que Candy no se entere por ahora, pero tarde o temprano voy a tener que decírselo y mostrarle los recortes de periódico. Mi primer impulso fue deshacerme de ellos, para que ella no sufriera, pero decidí conservarlos y guardarlos debajo del armario.

Y mientras tanto no sé qué aconsejarle. Ella no piensa volver con Terry y yo no he tocado el tema en un tiempo. Antes pensaba que Candy hizo mal en dejar a Terry, sobretodo si tanto se querían. Pero leyendo todas estas cosas no sé qué pensar sobre Terry. Por un lado me digo que, para un chico de 18 años, los acontecimientos fueron demasiado fuertes y que no era posible pedirle sosiego y aceptación ante una situación tan insólita. Pero por el otro lado, no entiendo como Candy pudo enamorarse de alguien tan inmaduro. Ahogar las penas en alcohol no sirve de nada, se tenga la edad que se tenga.

sábado, julio 15, 2006

Mi turno

Normalmente es Candy la que tiene que ponerme de buen humor, pero hoy me tocó a mí la tarea de hacer sonreír a Candy. No fue fácil, y eso me preocupa porque el estado natural de Candy es la alegría. Pero ahora se ha volcado en sus libros de medicina y enfermería y no desea ni siquiera salir de paseo. Si bien sus estudios son una buena distracción, y además redundarán en un mejor desempeño como enfermera, no me gusta ese cambio en ella. Quisiera verla sonreír como antes de su rompimiento con Terry.

Constantemente me pregunto qué estará haciendo Terry, y seguramente Candy también se lo cuestiona. No me he atrevido a mostrarle los recortes de periódico que hablan de su mala actuación como Romeo, pero creo que tarde o temprano se va a enterar de todas formas.

No sé si Terry haya consolidado su relación con Susana, pero lo dudo bastante. Sigo pensando que quedaron muchas cosas por decir, y que de alguna manera Candy debería encontrarse de nuevo con Terry para que pudieran aclarar sus sentimientos. No me atrevo a decirle a Candy lo que opino por no lastimarla más. O tal vez por que en el fondo prefiero ver a Candy lejos de Terry. Soy el mismo egoísta de siempre.

jueves, julio 13, 2006

La guerra

Hoy Candy estaba muy triste, pues dice que hasta los niños en el hospital hablan de la guerra. Las noticias de los periódicos no son alentadoras. América de momento permanece neutral, pero no durará mucho tiempo así. Y aunque América no se uniera a la guerra, Stear se encuentra ya en Francia y Candy se preocupa mucho por él.

Ojalá terminara pronto esta guerra. Una de las compañeras de Candy partió a la guerra como voluntaria también. Candy estuvo a punto de partir, mas no lo hizo. Ahora dice que le gustaría enlistarse como voluntaria, mas no lo hace pues desea que yo me alivie primero.

Esto último me enterncece pero me preocupa también. Si termino por curarme, no deseo que Candy desaparezca de mi vida, mucho menos que arriesgue la suya en el frente.

miércoles, julio 12, 2006

La maldad de Eliza

Parece mentira que los Leegan sigan molestando a Candy en todo momento. Hoy se topó con ellos en el hospital y Eliza no desaprovechó la oportunidad de mencionar el rompimiento con Terry. Candy es muy fuerte y dice que no le importa, pero yo sé que es una persona muy sensible. Sin ir más lejos, hoy estaba ofendidísima porque en el mercado la llamaron señora y no señorita.

Hoy fui con el Dr. Martin, quien me encuentra muy bien y dice que pronto recuperaré la memoria. Si así sucede, no sé si debo dejar a Candy, quien sigue siendo un desastre en cuanto a cuestiones domésticas. Hoy estaba un poco avergonzada por ello, pero yo insisto en que cada quién tiene sus cualidades, y yo no sé qué haría sin el optimismo y entusiasmo de Candy.

miércoles, julio 05, 2006

Carta de Stear

Hacía falta que llegara la primavera para recibir buenas noticias. Stear escribió desde Francia y Patty de inmediato fue a darle la noticia a Candy junto con Archie y Annie. Todos sentimos un gran alivio.

Candy aprovechó para finalmente compartir con sus amigos las malas noticias sobre Terry. Al contármelo por la noche volvió a ponerse triste, pero me da gusto que sea más abierta con sus amigos. Hay que compartir las penas, si no, se hacen muy pesadas.

lunes, junio 26, 2006

De vacaciones

Estoy en México de vacaciones con una conexión a internet muy lenta que no me va a permitir actualizar este diario tan seguido como yo quisiera. Espero que mis cuatro lectoras me sepan perdonar. Trataré por lo menos de escribir algo en el cumpleaños de Albert.

Pioggia

viernes, junio 23, 2006

Resolución

Decidí ocultar bajo el armario los recortes de periódico que hablan sobre Terry y la compañia Stratford. Llegado el momento los compartiré con Candy. Sólo espero que no haya más noticias negativas, y que Terry logre salir adelante.

miércoles, junio 21, 2006

Se acerca la primavera

En estos días, cuando Candy sale a trabajar por la mañana todo está oscuro y triste, pero cada vez amanece más temprano. Es como si los días se fueran aclarando conforme Candy se va poniendo de buen humor. Me da mucho gusto verla sonreír como antes. Por eso no me atreví a mostrarle la nota del periódico que menciona lo mal que le ha ido a la compañía Stratford con la puesta en escena de Romeo y Julieta. Karen Klies no tiene el talento de Susana Marlow, y la actuación de Terrence no es tan buena como lo fue en el Rey Lear. Susana tenía el cariño y la aprobación del público y la prensa, quienes al parecer se han vuelto contra Terry. Según la nota del periódico, Romeo y Julieta no llegará a las 100 representaciones, mucho menos a ir de gira por el país.

¿Hago mal en ocultarle la noticia a Candy? No lo sé. Me digo que la herida es muy reciente, y que de todas formas no hay nada que ella pueda hacer al respecto.

martes, junio 20, 2006

La cena de Candy

Candy salió temprano del hospital y quiso sorprenderme a mí, cocinando la cena entera ella sola. ¿Qué puedo decir? Me siento conmovido, aunque el arroz se pegó a la olla, la ensalada estaba marchita y las zanahorias del guisado estaban muy duras. La intención es lo que cuenta, ¿no? Candy se desanimó un poco pero yo le digo que no se preocupe, que irá mejorando poco a poco... Hemos decidido que a partir de ahora vamos a preparar la cena juntos siempre que podamos, así ella irá aprendiendo de mí.

Me gusta mucho sentirme útil, pero no quiero que Candy sienta que no hace ya suficientes cosas por mí. La sigo necesitando mucho, pero creo que ella tiene miedo de que yo la vaya a dejar en cuanto me recupere.

lunes, junio 19, 2006

Visitas

Seguimos sin tener noticias de Stear. Archie, Annie y Patty estuvieron aquí de visita y estuvimos tratando de animarnos unos a otros, pero la falta de Stear se nota y se hace pesada, y todos estamos preocupados. Nadie mencionó a Terry, lo cual por un lado es bueno pues Candy sufre mucho cuando se acuerda de él. Por otro lado, sería conveniente que ella hablara de su rompimiento con sus amigos. Ellos no saben nada de lo que ocurrió.

Candy ha guardado todo su sufrimiento para sí sin compartirlo con nadie más que conmigo. Quisiera que eso le bastara, pero sé que no es así.

domingo, junio 18, 2006

No más recuerdos

No debo aplazar mi visita al Dr. Martin, pero estoy un poco desesperanzado. Si realmente estoy cada vez más cerca de mi recuperación, debería haber recordado alguna otra cosa. Candy no está de acuerdo, dice que esto seguramente toma tiempo y que debo ser paciente.

Ella es tan optimista, siempre logra ponerme de buen humor. Sin ella, no sé si soportaría esta enfermedad. ¿Cómo logra estar Candy siempre contenta, a pesar de todo lo que le pasa?

viernes, junio 16, 2006

Aclaración

Mis cuatro lectoras me perdonarán esta interrupción, pero creo que hace falta aclarar algo respecto a este blog. Es muy sencillo: Si no te gusta, NO lo leas. Si te parece muy mal que en este fic Candy haya decidido no volver con Terry, deja de leer, y véte a escribir tu propio fic con Candy amando a Terry de por vida ya que eso es lo que prefieres.

Y por favor, no te molestes en responderme a menos que dejes tu dirección de email, para no tener que contaminar este espacio con asuntos ajenos al fic.

A veces me imagino...

A veces me imagino que así hemos estado siempre. Que siempre nos hemos querido mucho, que siempre nos hemos reído mucho, y que siempre hemos sido muy felices. Perdón, diario, pero a falta de memorias, me invento fantasías. Y me dejo llevar por ellas con tanta facilidad simplemente porque es imposible imaginarse otro pasado. ¿Yo vagabundo? Jamás. No puedo pensar en un futuro lejos de Candy, mucho menos en un pasado sin ella.

jueves, junio 15, 2006

Vuelta a la rutina

Fue mala idea hacerle saber a Candy lo que opino. Hemos acordado no hablar más de Terry y Susana, pero le pedí a Candy que hablara con sus amigos y conociera también sus opiniones. Mientras no hablemos del tema, Candy es la muchacha alegre y divertida de siempre.

Ya estamos otra vez siguiendo nuestra rutina de antes, con Candy trabajando en el hospital y yo en el restaurante, para luego cenar juntos. Por supuesto, sigo siendo yo quien prepara la cena, pues aunque ponga mucho empeño, los intentos de Candy no suelen redundar en nada comestible.

Ella me pidió que volviera a ver al Dr. Martin para ver si ha habido alguna mejora. Le dije que iría, pero la verdad es que si hubiera alguna mejora yo lo notaría. No he vuelto a recordar nada nuevo, y tampoco he sentido esos ecos que me saben casi a recuerdo. Pero recuerdo muy bien el accidente del tren, y eso me da esperanzas.

miércoles, junio 14, 2006

Más de lo mismo

Volvimos a hablar de Susana y de su "sacrificio". Aunque Susana realmente hubiera planeado morir, el suicidio no es un acto de nobleza, sino de cobardía. Yo sé que lo que le pasó a Susana fue muy duro y que perder una pierna cuando se es tan joven es devastador. Comprendo que no haya querido afrontar que además Terry no la quisiera, pero uno no puede forzar los sentimientos de las personas. La alternativa no es matarse, sino aprender a vivir bajo las nuevas circunstancias.

Pero Candy es muy joven e inocente, y la idea de que alguien decida quitarse la vida la impresiona demasiado. Sigue pensando que la decisión de separarse de Terry fue la correcta, y es que no hay peor ciego que el que no quiere ver.

martes, junio 13, 2006

Susana y Terry

Hoy volvimos a hablar de Terry. Candy sigue pensando mucho en él y no tiene a nadie más con quien hablar. No le ha mencionado a sus amigos lo que ocurrió pues sabe que ellos ahora están demasiado preocupados por Stear.

Candy dice que de verdad el intento de suicidio de Susana fue desinteresado. Yo no sé si estoy de acuerdo. Lo que sí pienso es que aunque alguien más hubiera impedido el suicidio de Susana el resultado habría sido el mismo, pues Terry seguramente habría dejado a Candy para que Susana no lo intentase de nuevo. Amenazar con el suicidio es un truco sucio, ya que el sentimiento de culpa que provoca en los demás los hace someterse a la voluntad del presunto suicida.

Fue verdaderamente mala suerte que Candy estuviera allí cuando sucedió, lo cual hizo que el plan de Susana haya funcionado incluso mejor. Así fue Candy quien decidió dejar a Terry.

Candy dice que mi perspectiva es egoísta y eso me duele mucho. Si yo fuera egoísta, me daría gusto que hubiera terminado con Terry, aunque no pienso decirlo. En todo caso, Candy no ha cambiado de opinión y no piensa volver con Terry. Su rompimiento parece ser definitivo, aunque sigue sufriendo mucho.

Terry también sufre, lo sé por los periódicos, pero eso tampoco me atrevo a decírselo a Candy. ¿Es egoísmo, o es que no quiero hacerla sufrir aún más?

lunes, junio 12, 2006

Recuperando la sonrisa

Candy casi parece la misma de siempre. No ha vuelto a hablar de Terry, y en cambio está muy entusiasmada ahora que obtuve por lo menos un recuerdo reciente, y constantemente menciona mi muy probable recuperación. La veo sonreír casi como antes, y de nuevo haciendo una que otra tontería. Hoy en el tendedero me encontré un cometa que en lugar de cola tenía un camisón viejo atado... A veces se me olvida que Candy todavía es una niña.

domingo, junio 11, 2006

Noticias de Terry

Hoy los periódicos hablaban de Terry. Su desempeño como actor se ha deteriorado en las últimas funciones y se rumorea que bebe demasiado. Si Candy se enterase, sufriría muchísimo, pues ella por supuesto lo sigue queriendo. No sé si hago bien en ocultarle esas noticias, pero no sé que otra cosa debo hacer.

He tenido algunos dolores de cabeza pero ningún otro recuerdo ha venido a mí. Aún así, me sorprende lo vivo que está el recuerdo del accidente en el tren, comparado con el vacío respecto al resto de mi memoria. El Dr. Martin me advirtió que poco a poco la iré recuperando, y espero que sea para bien. No quisiera dejar a Candy sola ahora que necesita mi apoyo.

sábado, junio 10, 2006

El accidente

Justo cuando Candy más enferma estaba, sufrí un accidente. Un automóvil me golpeó y fui llevado a la clínica del Dr. Martin, una clínica bastante austera, donde Candy me fue a buscar. Pobrecita, estaba en camisón. Estaba tan asustada que no tuvo tiempo de vestirse. ¿Por qué sufre tanto Candy por mí?

No me siento bien. Creo recordar algo sobre la bomba a bordo del tren. Candy dice que pronto empezaré a recuperar todos mis recuerdos aunque yo tengo miedo de recuperar la memoria ahora, que nos necesitamos tanto el uno al otro. Candy ya no habla de Terry, y yo no sé si debo o no decirle lo que pienso de Susana. Para Candy, Susana intentaba suicidarse por no poder tener el amor de Terry, pero a mi juicio uno no puede amenazar con matarse para conseguir lo que desea. Es duro que Susana tenga que abandonar su carrera de actriz, pero debe comprender que mientras Terry ame a Candy no va a ser feliz a su lado.

Y yo, ¿puedo ser feliz al lado de Candy, observando cómo sufre por Terry?

viernes, junio 09, 2006

Candy regresó

Yo no esperaba que estuviera de vuelta tan pronto. Está deshecha. La noticia sobre la partida de Stear le ha afectado mucho, pero eso no es lo peor. Candy y Terry terminaron. Mi pobre niña está sufriendo, no puede dejar de llorar y yo no sé que hacer para consolarla. Además, tiene una fiebre muy alta.

Sucedió algo inesperado mucho antes de que Candy llegara a Nueva York. Hubo un accidente en el teatro y un juego de luces casi cae encima de Terry. Susana Marlowe, la actriz que interpretaba a Julieta, le salvó la vida a Terry, pero perdió una pierna y ahora dice que Terry debe resarcirla casándose con ella... hasta intentó suicidarse. Terry sigue amando a Candy, pero se siente responsable por Susana. Candy decidió alejarse de Terry para no provocarle conflictos, pero su decisión la está haciendo sufrir mucho. Y si Terry la quiere tanto como yo sospecho, también está sufriendo él.

Sé que yo le salvé una vez la vida a Candy, y ahora que perdí la memoria la necesito mucho, pero jamás trataría de atarla a mi lado sabiendo que ama a otro. Esto que le ocurre a Candy no es justo, se dio por vencida demasiado pronto.

Qué contraste, verla partir tan llena de gozo y ahora verla tan herida. No lo soporto. Daría lo que no tengo con tal de verla sonreír una vez más.

jueves, junio 08, 2006

Un mal día

Hace mucho que no me sentía tan mal. Todo el día en el restaurante estuve pensando en Candy y en Terry, y en la soledad que me aguardaba al llegar a casa. Tan triste me sentí que hice lo posible por entretenerme en la calle. Hasta fui a que me hicieran un corte de cabello. ¿Por qué me siento así? Yo deseo lo mejor para Candy, ella ha sido muy buena conmigo y merece ser feliz con quien ella desee.

Al llegar a casa me topé con una nota de Annie. Stear se ha ido a Francia como voluntario en el ejército. La familia está conmocionada y por eso no han venido a verme.

Esta va a ser una noticia muy triste para Candy cuando regrese. Por un lado quiero que se quede en Nueva York todo el tiempo que pueda, para prolongar su felicidad. Por el otro, quisiera tenerla aquí conmigo.

miércoles, junio 07, 2006

Hasta pronto, Candy

Candy partió hoy para Nueva York. Iba con retraso, pues como siempre, se levantó tarde y terminó su maleta a toda prisa. Hacía mucho frío y no quiso que la acompañara a la estación, de manera que fue una despedida corta.

Qué vacía se quedó esta casa sin Candy. Patty y Annie quedaron de venir a verme, pero no vinieron. No importa. Tengo el recuerdo de Candy, sonriendo camino a la estación. Estaba loca de felicidad, y así quisiera verla siempre.

martes, junio 06, 2006

Víspera del viaje

Candy está hecha un manojo de nervios y creo que yo también. La maleta está "casi" terminada pero Candy sigue sacando y metiendo cosas. Yo trato de tranquilizarla pero ella está demasiado emocionada. No deja de hablar de Terry y Nueva York, y no sé cómo va a dormir hoy, pero más vale que duerma bien porque va a tomar el primer tren de la mañana.

Yo no debería estar nervioso. Si acaso, debería estar contento por Candy, que al fin va a reunirse con Terry y pasar un tiempo a su lado. Me repito que estaremos separados tan sólo unos días.

lunes, junio 05, 2006

Haciendo maletas

Candy empezó a hacer ya las maletas y está muy entusiasmada. Su alegría es contagiosa y aunque me pone un poco triste la idea de quedarme solo, me gusta mucho verla tan contenta. El problema de hacer la maleta por adelantado es que se le olvida lo que ya puso en ella y luego la tiene que vaciar de nuevo para comprobar si no falta nada. Ya le dije que haga una lista de lo que va metiendo pero está tan distraída que no tiene caso. Candy siempre va a ser muy desordenada, pero muy divertida.

domingo, junio 04, 2006

Lavando platos

Lo malo de lavar platos es que permite pensar todo el día. Por ejemplo, no dejo de pensar en lo mucho que me entristece el malentendido de ayer. Si yo pudiera, llevaría a Candy de compras para resarcir el disgusto que le causé, pero otra desventaja de lavar platos es que no pagan mucho. En cuanto tenga algo ahorrado, podré regalarle un vestido. Ya me sé su talla de memoria.

Candy reconoce que quizás fueron demasiados vestidos los de ayer, y se disculpa diciendo que está muy sola, que sólo me tiene a mí. En ese sentido, yo estoy igual de solo que ella. Peor, porque al menos ella tiene algunos amigos más. Candy dice que siempre ha sentido afinidad conmigo precisamente por eso, por ser solitarios y no tener ni familia ni amigos.

sábado, junio 03, 2006

Primera riña

Candy y yo somos buenos amigos y nunca hemos tenido dificultades hasta hoy. La culpa es mía por ser poco comprensivo pero, ¿de verdad tengo que ver tooodos los vestidos de Candy para que ella elija cuales va a llevar a Nueva York? Opino que para eso están las amigas de Candy, ¿no? Pero Candy dice que ellas no entienden su manera de ser. Patty nada sabe de vestidos, Annie es demasiado elegante y siempre elige vestidos muy elaborados para su gusto.

Existe además la posibilidad de que alguna de ellas se ofrezca a llevarla de compras, y ella es demasiado orgullosa como para aceptar, lo cual podría herir los sentimientos de sus amigas.

Así que tengo que ser yo quien le ayude a decidir, por ser de gustos sencillos y porque nunca miento diciendo que algo me gusta cuando no es así. Candy estuvo cambiándose de ropa constantemente y pidiendo mi opinión hasta que me cansé y le dije que ella se veía bien con todos ellos. Lo cual es muy cierto, ella es muy bonita y no me imagino que un simple vestido la hiciera ver fea. Pero ella me malinterpretó y se disgustó conmigo. Candy será muy sencilla en su forma de vestir, pero se complica demasiado la vida.

viernes, junio 02, 2006

Los Leegan

Candy dice que ella quisiera ver alguna vez al tío William. Por un lado está muy agradecida con él, por el otro le duele mucho que él no le escriba nunca, y que tal vez no quiera saber más de ella. Archie y Stear hace tiempo sospechan que tiene algún problema de salud del cual la tía Elroy no quiere hablar.

Hoy hemos vuelto a hablar sobre el incidente de ayer con Neal y Elisa. ¿No tiene miedo Candy de las influencias de los Leegan? Si ella ya no cuenta con el apoyo del tío William, queda a merced de ellos. Por mucho que Candy se considere independiente, no ha considerado que una familia tan influyente puede provocarle toda clase de problemas, pero ella se ríe de los Leegan. Sobretodo de Neil, a quien considera un cobarde. Hoy me confesó que aquella noche que yo llegué tarde a casa se vió involucrada en un pleito callejero por salvar a Neil de una golpiza. ¿Por qué lo hizo? Así es Candy, protegiendo siempre al más débil aunque se trate de una basura como Neil. ¿Y quién protege a Candy?

Ella está convencida de que yo soy su protector. Es inverosímil, yo siento que soy un inútil, que soy una carga y un riesgo para ella. Candy asegura que yo también tuve mis experiencias en cuanto a peleas, y que en Londres intervine en favor de Terry en una de elllas.

Yo no me veo peleando por nada ni defendiendo a nadie, pero es verdad que daría todo por Candy y por esta dulce ternura que siento cuando estoy cerca de ella.

jueves, junio 01, 2006

Cena con amigos

Falta una semana para el estreno de Romeo y Julieta, y yo ya me voy haciendo a la idea de quedarme solo por unos días. Los amigos de Candy nos trajeron la cena el día de hoy. Antes de venir, recogieron a Candy a la salida del hospital, pasaron a comer helados y se toparon con Elisa y Neil, quienes no desaprovecharon la oportunidad para burlarse de ella y presumir que irán a Broadway a ver a Terry. ¿Por qué los Leegan maltratan tanto a Candy? Candy se encoge de hombros y dice que ya no hay nada que puedan hacerle, ella ya es independiente y no tiene más ataduras con los Leegan o con los Andrew. Si sigue viendo a Stear y a Archie es porque los estima de verdad, lo cual nada tiene que ver con haber sido adoptada por el tío de ellos.

Candy no lo nota, pero Archie siente por ella más que simple amistad. Él no está nada a gusto hablando de Terry, y lo disimula muy mal. Sospecho que Annie, quien es más perceptiva que Candy, se da cuenta de los sentimientos de Archie y eso le duele. ¿Se dará cuenta Annie de que yo también estoy triste por el viaje de Candy? Espero que no. Ése es asunto mío y de nadie más.

Patty y Annie se ofrecieron a cuidarme cuando Candy no esté. Me divertí dando a entender que estaré mejor sin la comida de Candy, a la cual no le agradaron mis críticas sobre sus habilidades domésticas. Lo que no dije es que aunque la cena que trajeron Annie y Patty estaba deliciosa, la compañía de Candy siempre será preferible.

viernes, mayo 26, 2006

Completando frases

Estoy tan acostumbrado a oír las historias que Candy me cuenta, que ya me las sé todas de memoria. Aún así, no me canso de escucharla, ni siquiera cuando habla de Terry. Conozco la historia completa y con lujo de detalle, desde que se conocieron en la cubierta del barco hacia Inglaterra, hasta que se volvieron a ver en América, cuando apenas alcanzaron a despedirse desde lejos mientras el tren de él partía de Chicago. Hoy, una vez más, Candy volvió a hablar de lo mismo, y se sorprendió al ver que soy capaz de completar las frases que ella comienza.

Pero en esta ocasión aprendí algo nuevo: que Anthony no fue su primer amor. He escuchado las historias de Anthony y Terry hasta el cansancio, pero hoy me contó de un chico que apareció una vez cerca del orfanatorio, en la colina de Pony. Él vestía atuendo escocés y tocó la gaita para Candy, haciéndola reír. Candy nunca lo volvió a ver, pero conserva un broche que él dejó atrás, y lo llama su "Príncipe de la Colina".

De nuevo las gaitas... no por nada Candy se fijó en Anthony, quien además de tocar la gaita se parecía al "príncipe" en cuestión. Me gusta bromear con Candy y su obsesión con la nobleza. Primero el príncipe, y ahora el hijo del duque de Grandchester... Candy ríe conmigo, es obvio que Terry le gusta por otros motivos. Está muy contenta porque pronto irá a Nueva York a ver el estreno de la obra. Yo disfruto viéndola feliz, pero en el fondo siento una chispa de envidia. ¿Sabe este chico Terry lo mucho que vale Candy? Ella dice que Terry era también amigo mío y eso me tranquiliza. Hazla feliz, Terry, ya que yo no puedo.

jueves, mayo 25, 2006

Una gaita

Hoy vino un escocés al restaurant donde trabajo. El hombre estaba ataviado con kilt y traía consigo una gaita. En un momento dado alguien le pidió que tocara una melodía y cuando lo hizo tuve otro instante de familiaridad. No fue un recuerdo, sino la certeza de haber oído la música antes, y hasta haber tocado yo mismo ese intsrumento.

Candy dice que tal vez cuando fui a Inglaterra me familiaricé con las gaitas, pero reflexionando me digo que fue muy poco tiempo el que estuve allí. Ella no recuerda haberme visto tocar la gaita nunca, y ahora mismo dudo que sea capaz de hacerlo. Pero cuando oía al hombre tocar me encontré a mi mismo respirando y soplando al mimso ritmo que él, mis dedos imitando las mismas posiciones de los suyos sobre las pipas. Debí pedirle al hombre que me dejara intentarlo, pero no me atreví.

Me interesa Escocia, pues de ahí vino la familia que adoptó a Candy. Stear y Archie saben tocar la gaita, aunque desde la muerte de Anthony no tocan más. No me atrevo a pedirles que toquen para mí, aunque me gustaría. El sonido de esa gaita me trajo un eco del pasado que deseo sentir de nuevo.

miércoles, mayo 24, 2006

Días de tristeza

Pobre Candy, estoy un poco melancólico y ella lo nota. Cree que sigo triste por haber perdido la memoria. Ha redoblado sus esfuerzos y trata de asustarme con mayor frecuencia.

No sé por qué estoy triste. Sé que tarde o temprano voy a recuperar la memoria y que entonces podré seguir mi vida. Y mientras tanto, vivo feliz al lado de Candy, no me falta nada. Es tan dulce estar siempre a su lado, compartir sus historias, aprender de ella y verla reír... no hay en realidad motivos para estar triste.

Debería alegrarme por Candy, quien pronto verá de nuevo a Terry. ¿Acaso no deseo su felicidad? ¿Qué me importa que pase unos días con él, si al fin y al cabo prometió volver a mi lado?