lunes, marzo 12, 2007

Domingo en el Zoológico

Olvidé preguntarle a Candy qué deseaba hacer hoy antes de volver al hogar de Pony. Ayer, después de ir al museo, Mae me dijo que lo mejor era que hoy no nos acompañara, para que Candy y yo pudiéramos hablar. "Ademas, creo que le soy un poco antipática", dijo. Pues es verdad, que Candy no suele hablar mucho cuando estamos con Mae.

Mi tía se ofendió un poco al saber que Candy estaba en casa de los Brighten y que ni siquiera había ido a saludarla, así que temprano por la mañana pensé en ir con Candy para preguntarle si deseaba ir a verla.

Casi muero de la impresión cuando me presenté en casa de los Brighten y Candy apareció en la escalera con un vestido nuevo, mucho más hermoso que el que llevaba ayer. Llevaba el cabello suelto, luciendo su elegante cuello y un par de aretes nuevos. Es lógico que James se fije en ella. Sentía mi corazón palpitando fuerte en mi pecho y cuando por fin llegó al pie de la escalera no pude evitar el inclinarme y besar su mano, diciendo "Te ves hermosa, Princesa".

Ella retiró su mano con desdén y me dijo: "Albert, siempre estás burlándote de mí". Y la emoción en el pecho se me transformó en rabia. ¿Por qué últimamente Candy me malinterpreta? Molesto, ignoré su comentario, y le hablé de la tía Elroy, quien deseaba verla. "Está muy sola, Candy, ven a acompañarla unos momentos".

"¿Qué haremos después?" Me preguntó. "Lo que tú quieras", le dije. En ese momento apareció Annie también y le di los buenos días. Candy la miraba con ansiedad, y le pregunté si prefería quedarse con su amiga más tiempo. Dudó un instante, pero Annie se le adelantó: "Debes ser amable con la tía Elroy. Ve con Albert, y saluda a la tía de mi parte". ¿Me lo imaginé o fue una mirada de reproche la que Candy le dirigió a Annie cuando ya nos íbamos? Por cierto que llevaba un montón de paquetes, y me contó que se había ido de compras con Annie. Sospeché que la atención de Cuthbert la está volviendo un poco coqueta, idea que no me agrada, pero sentí un poco de satisfacción al saber que por lo menos ese día Cuthbert no estaría estorbándonos.

Mi tía fue amable con nosotros y felicitó a Candy por su peinado nuevo y su elegante vestido. "Me da gusto que te hayas vuelto más seria, Candy, no podías estar siempre luciendo como una chiquilla". Candy sonrió y me miró de soslayo, haciéndome un guiño que me dejó sorprendidísimo, pues momentos antes se había enojado cuando le dije que se veía hermosa. Esta vez mi tía quiso caminar un poco a la orilla de lago y nos preguntó lo que habíamos hecho el día anterior. Candy le contó de nuestra comida con Mae y James, opinando que más bien le había parecido una comida de negocios. Mi tía mostró mucho interés por Mae, pues yo no le había comentado nada sobre ella. "No estaría mal que buscaras ya alguien con quien sentar cabeza", dijo mi tía, pensativa. Hasta ahora, mi tía no me ha presionado para casarme, y me pareció de lo más inconveniente que lo hiciera frente a Candy. Cambié de tema para contarle de mi visita al museo. Al narrarle lo maravilloso que sería poder trabajar en un sitio así, ella se escandalizó, creyendo que lo decía en serio. Quizá un poco por desquitarme de su metedura de pata, insistí que sería una buena idea y que no sería difícil contratar un administrador para el resto de nuestros negocios. En fin, que mi tía se quedó muy a disgusto conmigo y con mis ideas de trabajar en el museo de historia natural.

Cuando nos fuimos le pregunté a Candy qué deseaba hacer antes de volver al Hogar de Pony. No me había dado cuenta de que ella estaba otra vez pensativa y sin hablar. Ella me pidió que la llevara al zoológico, y en el camino quiso saber si de verdad pensaba pedir trabajo en el museo. "Candy... tu sabes lo mucho que me entristecen los animales disecados."

"A mí también, creo que hice mejor en quedarme con Annie".

El zoológico estaba lleno de gente. Caminamos un poco pero noté que ella estaba nerviosa. "¿Te ocurre algo?"- pregunté. "Estas muy callada". Recordé cómo hace unos días estuvimos ahí, y que justo cuando ella iba a decirme algo Mae nos había interrumpido. "Candy, sé que hay algo que deseas decirme. Te conozco bien. Siempre hemos podido confiar el uno en el otro, ¿no? Dime, ¿qué te ocurre?"

Ella se sonrojó. ¡Se veía tan hermosa! Tomó aliento para hablar pero en vez de ello dejó escapar un suspiro. "Albert, cómo quisiera que no me conocieras tan bien..." y no dijo más. Sin saber qué decir la tomé por los hombros, pero ella mantenía la cabeza baja. "Princesa, creo que sé lo que te ocurre", dije yo. Levantó la mirada esperanzada y yo, con infinita tristeza, continué: "Estás enamorada, ¿no es cierto?" Afirmó con la cabeza, pero seguía sin decir nada. "Candy, no temas lastimarme. Ya te dije que siempre seré tu amigo, pase lo que pase... ¿es James quien te interesa?"

La reacción de Candy en ese momento me dejó totalmente confundido. Si antes había estado nerviosa y tímida, mis palabras la transformaron en una fiera. Ella se separó de mí y me dijo con furia: "Eso quisieras tú, ¿verdad? Así tu hermanita sería novia de tu socio y tú podrías sentar cabeza con Mae o con alguna amiguita del museo".

"Candy, ¿por qué te enojas conmigo?", pregunté.

"Porque dices que me conoces, pero no es verdad. No tienes ni idea de lo que siento y yo ya no tengo deseos de hablar de ello, mucho menos cuando te imaginas sólo lo que te conviene". Ella soltó el llanto y se alejó de mí. La gente nos miraba, pero no me importó y corrí tras de ella. Cuando le dí alcance la tomé fuertemente de la mano.

"Candy, tienes razón. No tengo ni idea de lo que te ocurre y sólo me imagino cosas... perdóname. Perdóname por favor. Antes te conocía pero tú y yo hemos cambiado mucho... eso no es malo, es sólo que ahora no sé que esperarme y como ves ni digo ni hago nada acertado... por favor, perdóname..."

Ella no decía nada, pero estaba llorando. ¡Llorando! ¿Cómo puedo ser yo quien la haga llorar, si yo lo único que quiero es hacerla feliz? Ella se calmó un poco, mas soltó mi mano.

"Perdóname tú Albert. No debí enojarme. Pero ya no deseo estar aquí, llévame a casa, por favor".

¡Qué largo se me hizo el camino al Hogar de Pony! Candy guardaba silencio a mi lado, de vez en cuando derramando alguna lágrima. ¿Por quien? Si no es James Cuthbert, ¿quien es el idiota que tanto la hace sufrir?

1 comentario:

Princess Airin dijo...

Aaaarrrrgg ahora el tonto es Albert jjejeje