Hoy fue un día poco productivo. Me cuesta trabajo concentrarme sabiendo que le causé un disgusto a Candy... y que está enamorada de otro. No dijo de quién, pero está enamorada. Siento celos, pero también culpa por desear que ella fuera sólo mía. Para colmo, Cuthbert vino a visitarme otra vez preguntando por mi hermana. Volví a decirle que Candy no es mi hermana, sino mi amiga, pero no tiene caso: quiere verla de nuevo. Arguyendo que estaba ocupado lo mandé a volar y, en cuanto pude, fui a contarle a Mae todo lo ocurrido ayer. Ella dijo, muy seria, que la reacción de Candy era perfectamente normal y que se necesitaba estar ciego para no notar que James no le atraía.
"¿Cómo pudiste pensar que Candy se interesaba en él?", preguntó.
"Pues ella no suele arreglarse tanto, y me pareció mucha casualidad que lo hiciera justo este fin de semana cuando lo iba a ver a él."
"Candy ya no es una niña William, ¿es que no lo ves?", preguntó Mae, y sonriendo, añadió: "Las mujeres siempre nos ponemos guapas cuando sabemos que va a haber otras mujeres presentes".
Ese comentario no encajaba con la Candy que yo conozco (ni con la misma Mae, ahora que lo pienso) pero era cierto, Candy había empezado a arreglarse más a raíz de la llegada de Mae...
"Bien. Bien. No es James a quien ama. Pero ¿entonces a quién?"
"¿Piensa, William, ¿de quién iba a enamorarse Candy, si no de su mejor amigo?"
Por un momento no entendí que se refería a mí. No sólo me pareció inverosímil, habiendo sufrido antes el rechazo de Candy, sino que además era contradictorio que fuera Mae quien lo dijera. Ella misma me dijo en su carta que de la amistad no podía surgir el amor.
"¿Qué te hizo cambiar de idea?" , le pregunté. Como no me entendió, le recordé su carta.
Ella sonrió y dijo: "Albert, las personas no siempre decimos lo que pensamos, y no siempre pensamos lo que decimos. Cuando escribí esa carta, yo no sabía si tú tenías interés por mí todavía, y me pareció que lo más razonable era no darte el pie para ello, pues como sabes estoy comprometida. Claro que tú tenías otros intereses amorosos y yo no tenía de qué preocuparme".
Tanto torturarme, pensando que de mi amistad por Candy no podríamos pasar a nada más, y ahora resulta que Mae no lo decía en serio... Me quedé meditando en ello pero Mae interrumpió mis pensamientos.
"Claro que es posible que Candy esté enamorada de alguien más pero no se atreva a confesártelo por no herirte". Al oír esto empecé a desesperarme otra vez.
"Y qué debo hacer?", pregunté. "Evidentemente no puedo ir a interrogarla, en vista de que ayer no me quiso decir lo que le ocurre".
"Entonces, si me lo permites, iré a interrogarla yo".
Pensé que era broma, pero ella ni parpadeaba.
"Mae, no creo que sea buena idea... es que, pues creo que Candy no te aprecia mucho..." Yo no quería decirle lo que me temía: Que a Candy no le gustaba nada la compañía de Mae.
"Más bien dirás que le caigo mal. ¿Crees que no lo he notado? Si no fuera por lo mucho que me has hablado de ella, pensaría que es una chica aristocrática y presumida, y no la muchacha sencilla y divertida de quien siempre hablabas. La cuestión es si de verdad le soy antipática o simplemente siente celos de mí".
"¡Celos! ¿Cómo puede ser, Mae?"
"Recuerda lo que te dije: Puede ser que Candy esté enamorada de ti y en ese caso me mire como una posible rival. ¿O es que no le contaste sobre nuestra relación en Rhodesia? La otra opción es que esté enamorada de alguien que desconoces, pero que por algún motivo extraño le de por arreglarse cuando viene a verte y me hable a mí en monosílabos".
Las palabras de Mae me daban esperanzas, pero la idea de que fuera a hablar con Candy seguía pareciéndome muy mala y se lo dije. Ella dejó de insistir, pero la conozco y sé que es muy terca. Seguramente la siguiente vez que la vea va a tratar de convencerme otra vez.
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