viernes, marzo 02, 2007

Sábado en Chicago

Esta mañana, temprano, fui al hogar de Pony para llevar a Candy a Chicago. Ella estaba bellísima. Bueno, siempre lo está, pero pocas veces la he visto tan guapa como iba hoy. Sentí celos de pensar que se había arreglado especialmente para James Cuthbert. Ella nunca se peinaba tan bien ni se acicalaba tanto cuando salíamos juntos. Camino a Chicago, le pregunté sobre James.

- Candy, espero que James no te haya importunado.
- Un poco, sí. No me lo esperaba. Menos mal que enviaste un mensaje para ponerme sobre aviso.
- ¿Le dijiste que éramos hermanos adoptivos?
- ¡No! Le dije que aunque los Andrew me hayan adoptado, lo que me une ustedes es amistad... Albert, ¿te parece que hice mal en decirle esto?

Mi corazón brincaba de gozo al escuchar sus palabras.

- ¡Claro que no! Puedes decir lo que te parezca más cómodo. Si lo prefieres, en adelante te presentaré como Candice White: una amiga de la familia. ¿Te gustaría así?
- Creo que sí.... Pero legalmente sigo llevando tu nombre.
- ¿Te molesta? Si tú lo deseas, podríamos anular tu adopción, y entonces volverías a ser simplemente Candice White.

Al decir esto, Candy dió un respingo.

- Albert, ¿es que ya no deseas que sea parte de tu familia?
- Candy, no te enojes... Yo sólo quiero lo que tú quieras. Mae sugirió que tal vez prefirieras no usar el apellido Andrew...

Ella me interrumpió a media frase, levantando la voz:

- ¿Y qué le importa a Mae el nombre que yo use?

Candy estaba muy enojada, lo cual es poco común en ella. Pareció darse cuenta de que estaba hablando demasiado fuerte y bajó el tono de voz.

- Perdona Albert, pero Mae no puede saber cómo me siento. Mucho antes de saber quién era el tío William, yo estaba muy agradecida y soñaba con demostrarle que podía convertirme en un verdadero miembro de la familia... Ya sé que es contradictorio, pues acabo de decir que quiero que me presentes como una amiga... pero no quiero dejar de ser una Andrew.

Yo no supe qué decir, salvo repetirle que podía llamarse como ella quisiera. Pero Candy guardó silencio a partir de ese momento.

Llegamos a Chicago sin hablar más. Mae nos esperaba a la puerta de su casa, y de ahí fuimos al restaurante en el que quedé de vernos con James Cuthbert. Él sólo tenía ojos para Candy, aunque hice lo posible por desviar su atención hacia Mae. Le hablé de la labor de Mae en África y su amor por la enfermería. James hizo algún comentario sobre el trabajo de Candy, pero Mae hizo a su vez lo posible por distraerlo, haciéndole preguntas sobre nuestros negocios. James trató en un par de ocasiones de hablar más sobre Candy, mas luego se interesó mucho por el negocio de las minas de diamantes que le narraba Mae.

Por la tarde fuimos al museo de historia natural, pero Candy no nos quiso acompañar. Al preguntarme James por qué Candy no se hospedaba con los Andrew le dije que Candy era más bien una amiga para los Andrew. No sé si me expliqué bien, pero creo que dejé a James bastante confundido. Debí dejar que Candy le respondiera, pero ya es muy tarde. Cuando la dejé en casa de Annie estaba muy pensativa. ¿Qué le pasará?

Disfruté mucho mi visita al museo, aunque me dan un poco de lástima los animales disecados. La colección está muy completa pero muy desordenada, no está agrupada ni por tipo de animales ni por zona geográfica. Un desastre. Yo lo podría haber hecho mucho mejor. Mae comentó que tal vez debería pedirles trabajo. ¡Como si tuviera yo tiempo para ello! Aunque la verdad es que me encantaría.

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