sábado, febrero 10, 2007

Amigos de nuevo

Lo primero que hice esta mañana fue salir de madrugada hacia el Hogar de Pony. Me llevé el auto que era de mi padre, el mismo que se descompuso aquella vez que fui a buscar a Candy cuando cayó en la trampa de Neal. Me sorprendí muchísimo cuando a medio camino me crucé con una carreta tirada por dos mulas. En ella viajaba Candy, quien al verme agitó los brazos y comenzó a llamarme. Estúpidamente me distraje y me salí del camino, para la algarabía del dueño de la carreta y un par de chiquillos que acompañaban a Candy. El coche quedó en una hondonada, pero no me fue difícil empujarlo para sacarlo. Candy se despidió del carretero e hizo lo posible por ayudarme, pero la risa se lo impedía.

-Albert, ¿qué es lo que te ocurre? Parece que ya no sabes conducir.-decía.
-Lo que me ocurre, precisamente, es que me has hecho perder la concentración.

Ella no dejaba de reír y poco a poco fui riendo yo también por mi distracción. Cuando por fin logramos sacar el coche al camino otra vez le pregunté a dónde se dirigía.

-Bueno, como ya te habrás imaginado, iba precisamente a verte.... ¿ibas a visiterme tú también?
-Por supuesto, Candy. ¿Creías que iba a ignorar tu nota de ayer?

Ella bajó la mirada y se sonrojó.

-Bueno, la verdad es que no pensé bien las cosas al escribirla. Me arrepentí de haberla enviado y por ello iba a buscarte, para decirte que no es verdad que ya no te considero mi amigo.

Al oír esas palabras, mi corazón se agitó y la tomé de las manos.

-Candy, - le dije- cuando te besé fue por impulso, lo reconozco. Pero también algo en ese instante me hizo pensar que me correspondías..... tu silencio en cambio me obligó a comprobar que no era así, y que te había malinterpretado. Tienes razón, debí decirte todo esto de frente, pero estaba muy avergonzado y confundido. No sé por qué pensé sería mejor plasmarlo todo en papel.

Candy seguía sin levantar la mirada, tan sólo asintió y se aclaró un poco la garganta.

- Albert, ese día yo estaba feliz de volver a casa y estar con mis amigos y maestras. También me sentí muy triste por haber perdido a Stear y a Anthony..... cuando me repetiste las mismas palabras que el príncipe de la colina fueron demasiadas emociones para mí. Tras tantos años de convencerme de que no eras más que una fantasía de niña, descubrí que ese muchacho con quien yo soñaba eres tú, mi amigo de carne y hueso... sólo quise comprobar que de verdad eras tú. No te estaba pidiendo un beso.

- Eso lo sé ahora Candy, y admito que fui un idiota. No sólo por besarte sino por no hablar sobre ello contigo.

Era muy triste para mí escuchar de su propia boca que ella no habría deseado besarme ese día. Pero a la vez me alegraba de poder hablar las cosas con ella, y mi miedo a meter la pata otra vez me hizo proceder con prudencia.

- Candy, ¿quieres seguir siendo mi amiga, como hasta ahora?

Ella finalmente levantó la mirada, pero aún procedía con timidez.

-Por supuesto Albert. Perdóname por enviarte esa nota. Siempre serás mi mejor amigo.
-Perdóname tú, Candy, por ser tan irreflexivo.

De repente, y sin que yo me lo esperara, Candy me abrazó. Fue hermoso sentir el contacto físico con ella otra vez... no me había dado cuenta lo mucho que me faltaba. Fue un abrazo breve, y cuando nos separamos, por un instante creí ver en su mirada algo más que amistad, pero no la besé. ¿Se dará cuenta Candy de la forma en que me mira? ¿O será que yo me engaño a mi mísmo, y creo ver señales inexistentes? Tras unos segundos, ambos bajamos la mirada.

-Seguiremos siendo amigos entonces.
-Sí, como siempre, buenos amigos.
-¿Quieres que te lleve de regreso al Hogar de Pony?
-Te lo agradecería mucho.

Durante el trayecto le hablé de los problemas familiares y de la situación de las empresas. Sé que es un tema que no le interesa, pero consideré necesario hacerle saber qué es lo que me tiene tan ocupado. Además, ¿qué se le dice a una chica a quien uno acaba de declarale su amor si ella no le corresponde? De algo había que hablar, y al fin y al cabo ella va a ser mi heredera, y debe estar al tanto de estas cosas. Candy me escuchaba pero estaba distraída. En cuanto llegamos al hogar de Pony ella bajó del auto de un salto, se alejó unos pasos y se volteó hacia mí.

-¡Gracias por todo Albert!- me dijo, agitando una mano.
-Gracias a ti, Candy.-dije devolviéndole el saludo.

Pasé el resto del día en Chicago. Estoy más tranquilo, ahora que sé que Candy aún es mi amiga. Lo único que me inquieta es que aún no acabo de entender a Candy. Por un lado, me parece que ella también podría quererme, pero por otro lado, no dijo nada al respecto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

claro que lo hace, te quiere, solo que hasta el dia de hoy no habia comprendido totalmente el amor, solo amores de infancia.

Anónimo dijo...

Sigan chicas!!!!! Por favor