Así fue como, de golpe, me cayeron encima todos los recuerdos. Estaba yo secando platos en el restaurant y de repente me estalló la cabeza. Perdí el conocimiento, y al despertar lo primero que vino a mi mente fue el rostro sonriente y pecoso de Candy. Tras él, tuve ante mí el resto de mi historia, como si hubiera estado ahí todo este tiempo.
¡Tantos recuerdos! No soy un criminal, Dios mío, gracias, pero tampoco soy el vagabundo que Candy conoce. Es todo mucho más complejo, y casi parece un sueño o un cuento. No puedo decirle a Candy toda la verdad sin preámbulos. Primero debo saber como están los asuntos de mi familia. Debo buscar a mi tía y hacerle saber que estoy bien. Pero, ¿y después? ¿No debería hablar con Candy primero? ¿Y qué le voy a decir? No puedo decirle la verdad, no sin antes hablar con mi tía. Pobrecita, es una señora muy dura, pero seguramente está muy angustiada por mí. ¡Y Stear está en el frente! Mi tía debe estar sufriendo mucho. Pero no me deben ver en la residencia Andrew, primero necesito localizar a George. Dios, tantas cosas que hacer, no sé por dónde comenzar. Es agobiante.
Estuve un tiempo tumbado en la hierba reviviendo mis recuerdos, saboréandolos y gozando de ellos. Algunos son dolorosos, pero tengo muchos buenos recuerdos de mi vida, antes y después de mi accidente. ¿A dónde iré ahora? Por lo menos hoy voy a regresar con Candy, quizá por última vez.
1 comentario:
que triste y feliz a la vez, el arribo de los recuerdos de Albert!
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