jueves, agosto 10, 2006

Los tres Portales

Es la primera vez que vivo en Lakewood, y me doy cuenta de que es un lugar precioso. No es de extrañarse que a la tía le gustara estar aquí. El sitio es muy tranquilo, pero está muy cerca de Chicago. La casa está llena de retratos, incluyendo los de mis padres y mis hermanas. Me gusta contemplar el retrato de Rose-Marie e imaginar cómo sería Anthony ahora. Me paseo por los tres portales y pienso en mis sobrinos, a quienes me estaba prohibido conocer cuando eran pequeños.

Cuando los padres de Stear y Archie partieron a Arabia, le pidieron a mi tía que se hiciera cargo de los chicos. Mi tía me dejó en la residencia Andrew de Chicago y se fue a Lakewood para dedicarse a cuidar a sus otros sobrinos. Yo era un adolescente, y aunque mi tía era una señora muy estricta, la echaba mucho de menos. Por lo menos tenía a Rose-Marie, que venía a verme y traía a Anthony consigo. Pero cuando ella murió, Anthony se fue a vivir a Lakewood también, y yo me quedé solo.

En cuanto los chicos empezaron a mostrar muestras de independencia, la tía Elroy comenzó a acostumbrarlos a mi autoridad, aunque no me conocieran. Ellos querían participar en las modificaciones de los jardines, cosa bastante inocua, y bajo instrucciones de la tía me escribieron para pedirme permiso. No sé que haya sido de esas cartas, pero las conservé mucho tiempo, pues era la primera vez que se comunicaban conmigo. Por supuesto les di permiso de hacer lo que quisieran. Fue así que cada uno de ellos diseñó su propia puerta: la de Archie, en estilo veneciano renacentista, recargada de cariátides y estatuas de mármol. Stear inventó e instaló su propia puerta de agua sin ayuda de nadie, y Anthony convirtió la entrada de coches en el portal de las rosas, la flor preferida de su madre.

Tiempo después yo fui a la Universidad y la tía regresó a Chicago con los chicos, atendiendo los negocios de la familia. Lakewood estuvo abandonado por unos años. Cuando cumplí ventiún años heredé la fortuna de los Andrew y todas las responsabilidades que antes eran de mi tía, y regresé a Chicago para ocupar la residencia Andrew. Mi intención era darme a conocer ante toda la familia, pero la tía Elroy pensaba que yo aún era muy joven e inexperto, que primero tenía que acostumbrarme a llevar las riendas de las empresas y las propiedades. Se llevó a los chicos de regreso a Lakewood, y fue ahí donde ellos conocieron a Candy.

¿Cómo estará Candy ahora que me fui? La echo mucho de menos. Ojalá algún día venga a vivir aquí conmigo. Este sitio debe traerle muy buenos recuerdos.

2 comentarios:

Tingalina dijo...

Una obra de arte tu logistica! Felicitaciones!

Anónimo dijo...

Me conmovió por completo este capitulo. Te felicito por tu escrito.